Recetas de Obama para una sanidad enferma
El sistema sanitario de EE UU es costoso, ineficaz, no cubre a millones de personas y produce una salud mediocre. Precisa una cura dr¨¢stica. Obama desea que la C¨¢mara apruebe su reforma antes del 31 de julio
Alrededor de 50 millones de personas en Estados Unidos carecen de seguro sanitario, el 15% de la poblaci¨®n y varios millones m¨¢s tienen planes inadecuados o atenci¨®n pobre. En contraste, la Uni¨®n Europea y Canad¨¢ gozan de un seguro nacional de salud, pero tambi¨¦n Costa Rica, que cubre al 88% de la poblaci¨®n, contribuyentes y pobres, con atenci¨®n integral e igual. Seg¨²n la OMS, el gasto sanitario per c¨¢pita en Estados Unidos es el mayor del mundo, un 63% superior al promedio de los pa¨ªses ricos, pero con indicadores de salud mediocres comparados con ellos.
La Junta Gobernadora de la Administraci¨®n de Seguridad Social acaba de advertir que los dos programas sanitarios del Gobierno federal: seguro para ancianos que cotizaron cuando trabajaron (Medicare) y asistencia para ni?os pobres, ancianos en asilos y discapacitados (Medicaid) ser¨¢n insolventes en 2017, dos a?os menos que en 2008, un desequilibrio peor que el de las pensiones que tendr¨¢n fondos hasta 2037. ?Cu¨¢les son las causas de estos fen¨®menos en el pa¨ªs m¨¢s rico del mundo?
Hoy, la UE y Canad¨¢ garantizan asistencia a todos y a costes menores que en Estados Unidos
Washington regular¨¢ el sistema asegurador y ayudar¨¢ a las familias de ingresos bajos y medios
La mayor¨ªa de ellas son internas al sistema, un mosaico laber¨ªntico primordialmente privado en la provisi¨®n de servicios pero mixto en su financiamiento: el 55% del gasto total sanitario es privado y el 45% p¨²blico. De este ¨²ltimo, s¨®lo el 13% es de los dos programas del Gobierno federal y el resto de otros programas federales, de los Estados y municipales.
Los hogares contribuyen mediante primas y copagos a las aseguradoras privadas (HMO) o directamente a instalaciones y profesionales particulares. Las empresas con planes para sus empleados aportan s¨®lo el 5% del gasto total. A los asegurados en Medicare se les deduce una prima de su pensi¨®n federal, deben comprar cobertura adicional con una aseguradora que puede tener deducibles y cargar copagos; tambi¨¦n las medicinas tienen copagos.
En teor¨ªa, las aseguradoras y proveedoras privadas estimulan la competencia y reducen costos, pero ¨¦stos han crecido por decenios a un ritmo mucho mayor que la inflaci¨®n y el PIB. El factor principal es la escalada en el precio de las medicinas; la investigaci¨®n ha generado adelantos t¨¦cnicos prodigiosos, pero se proh¨ªbe la competencia de productores externos, opuesta por el poderoso cabildeo de las grandes compa?¨ªas farmac¨¦uticas y la agencia federal (FDA) que aduce no puede comprobar la calidad de los f¨¢rmacos importados (si se permitiese comprarlos a Canad¨¢, el precio caer¨ªa en picado).
Los m¨¦dicos y hospitales prolongan la vida de enfermos terminales o muy ancianos con procedimientos costos¨ªsimos. Una buena tajada de los recursos va a la enorme burocracia administrativa y el "papeleo" que crece sin remedio. Los m¨¦dicos deben asegurarse por sus errores (malpractice) contra demandas judiciales de los usuarios que son compensadas por millones concedidos por jurados generosos, los que aumentan las primas haci¨¦ndolas prohibitivas para muchos galenos; para protegerse contra las demandas, los m¨¦dicos ordenan multitud de pruebas costosas a menudo innecesarias.
Hay un fraude de miles de millones anuales en los programas p¨²blicos que ha inducido una investigaci¨®n federal en varios Estados. El sistema es primordialmente curativo, con baja prioridad a la prevenci¨®n, que podr¨ªa evitar atenci¨®n m¨¢s costosa en el futuro; ciertas pruebas y acciones preventivas no son reembolsadas por las aseguradoras privadas. Debido a los costos crecientes y la crisis econ¨®mica, muchas empresas han cerrado o cortado los planes sanitarios para sus empleados.
Otras causas son externas al sistema. La proporci¨®n de ancianos en la poblaci¨®n total crece con rapidez (el 20% de la poblaci¨®n tendr¨¢ m¨¢s de 65 a?os en 2030), y como la expectativa de vida aumenta su atenci¨®n de salud cuesta m¨¢s: en el futuro, el 80% del gasto sanitario total ser¨¢ por enfermedades terminales y atenci¨®n de pacientes cr¨®nicos. La generaci¨®n del baby boom ya ha "madurado": deja de ser contribuyente, se jubila y beneficia de los programas p¨²blicos. Durante la Administraci¨®n de Bush aument¨® la pobreza, las personas sin aseguramiento y la demanda por Medicaid; adem¨¢s, la crisis financiera desatada por la combinaci¨®n fatal de avaricia del mercado y falta de regulaci¨®n gubernamental adecuada y efectiva ha provocado la ca¨ªda del empleo y las contribuciones, agravando el desequilibrio de Medicare y Medicaid.
La epidemia de obesidad (cerca de la mitad de la poblaci¨®n), debida a la horrenda dieta alimenticia y a la falta de ejercicio, trae efectos nefastos: un salto mortal en la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y de articulaciones, una bomba de tiempo. El alcoholismo y el tabaquismo tambi¨¦n son culpables; el ¨²ltimo en declive gracias a las demandas judiciales exitosas contra las compa?¨ªas tabaqueras, la prohibici¨®n de fumar en lugares p¨²blicos y la campa?a masiva de educaci¨®n.
Obama ha declarado: "No podemos dejar las decisiones dif¨ªciles para el pr¨®ximo presupuesto, la siguiente administraci¨®n o la generaci¨®n venidera", y ha fijado el 31 de julio a la mayor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes para que apruebe su versi¨®n de la reforma. El Senado trabaja en un plan similar aunque con algunas diferencias. Obama es inteligente, flexible y busca el consenso, ?qu¨¦ mejor¨ªa con la ignorante y dogm¨¢tica arrogancia del previo inquilino de la Casa Blanca!
Su prioridad es que toda la poblaci¨®n tenga seguro sanitario. Tambi¨¦n propone la creaci¨®n de una entidad p¨²blica que compita con las aseguradoras privadas, dando a los afiliados la opci¨®n de mantenerse en las primeras (si est¨¢n satisfechos) o cambiarse a la p¨²blica. Promete que el Gobierno federal ayudar¨¢ a las familias con un ingreso combinado menor de €64.000 anuales para que paguen sus primas. Pide a los empleadores que contribuyan, pero esto no ser¨¢ f¨¢cil con la crisis. El Gobierno regular¨¢ el sistema asegurador y la ayuda financiera a las familias de ingreso bajo y medio. Adem¨¢s mejorar¨¢ la informaci¨®n para que el pueblo entienda la necesidad de controlar costos, usar alternativas m¨¢s baratas con igual efectividad, cuestionar a m¨¦dicos y hospitales sobre ciertas pruebas y procedimientos y comparar costo / efectividad dispares en estados y localidades y divulgar sus causas.
El costo actual del sistema es de 1,3 billones de euros y la extensi¨®n de la cobertura que se proyecta costar¨¢ una suma similar en los pr¨®ximos 10 a?os. Por el lado del gasto, las proveedoras privadas prometieron a Obama recortar 1,5 billones de euros en costos, pero Paul Krugman juzga que no cumplir¨¢n y, por lo contrario, boicotear¨¢n la reforma, especialmente la aseguradora p¨²blica. Para aumentar los ingresos el Congreso discute varias fuentes: 1) eliminar / reducir las deducciones al impuesto a la renta por gastos sanitarios de aquellos que ganan m¨¢s de 181.000 euros anuales; 2) imponer impuestos a los planes de salud de las empresas, especialmente los excesivamente generosos que estimulan el despilfarro; 3) un aumento del impuesto a las bebidas alcoh¨®licas as¨ª como a las sodas, que contribuyen a la obesidad, y al tabaco.
Hasta ahora no se contempla un incremento de los impuestos a la n¨®mina ni al consumo. Los republicanos en general favorecen el recorte en los gastos y se oponen al aumento de los tributos (as¨ª como de las contribuciones de empresas), mientras que los dem¨®cratas apoyan ambos. Quiz¨¢s la decisi¨®n m¨¢s dif¨ªcil, por sus implicaciones ¨¦tico-morales, es la prolongaci¨®n de la vida, por d¨ªas o semanas, de enfermos terminales, ancianos nonagenarios o los totalmente incapacitados, en coma y sostenidos artificialmente por aparatos mec¨¢nicos y medicamentos.
Obama cuenta la angustiosa decisi¨®n de reemplazar la cadera a su abuela sufriendo c¨¢ncer en etapa final y que muri¨® dos semanas despu¨¦s. Esto -dice- no se puede dejar a las v¨ªas pol¨ªticas normales, requiere una "conversaci¨®n democr¨¢tica" y educaci¨®n ciudadana. Una excelente receta aplicable no s¨®lo a este tema controversia sino a toda la reforma sanitaria.
Carmelo Mesa-Lago es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh (EE UU)
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