Truman Capote retrata a Brando, Marilyn y Williams en catal¨¢n
"Ese enano hijo puta me asegur¨® que no dir¨ªa nada de lo que le ped¨ª que no publicara y lo ha puesto todo. ?Le matar¨¦!". La bilis telef¨®nica era la de un Marlon Brando fuera de s¨ª tras leer El duc als seus dominis, un reportaje-entrevista sobre el actor cuando ¨¦ste rodaba Sayonara, en Tokio. Los problemas de su madre alcoh¨®lica, su experiencia con el psicoan¨¢lisis, su tendencia ya a engordar... Sal¨ªa todo lo que aquel "enano" le sonsac¨® con su inocente f¨ªsico de ni?o eterno. Pero el ni?o result¨® que era Truman Capote, el l¨¢piz m¨¢s sard¨®nico y brillante de EE UU. El actor no fue su ¨²nica v¨ªctima: medio Hollywood y otra tanta jet-set cay¨® en sus redes retratistas a finales de la d¨¦cada de 1950. Brando, m¨¢s una Marilyn Monroe mucho m¨¢s inteligente que el clich¨¦ pero a la que se le escapa que est¨¢ relacion¨¢ndose con Arthur Miller y un Tennessee Williams que no puede quejarse de ser un gran melanc¨®lico porque est¨¢ muerto son la homeop¨¢tica pero intensa oferta de Retrats (Angle), que por vez primera recoge perfiles del autor de A sangre fr¨ªa en catal¨¢n.
Una habilidad pasmosa para la adjetivaci¨®n antit¨¦tica ("austeridad ostentosa", la de Brando), el ojo para el detalle, la capacidad inaudita (con mentiras sacacorchos incluidas) para crear climas de confidencias y una pluma viperina fueron sus armas. Aunque ten¨ªa coraz¨®n: "Tambi¨¦n dir¨ªa que eres una criatura deliciosa", termina su charla con Marilyn sin que ¨¦sta le oyera.
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