Echar Europa por la borda
Lector, cuando estas l¨ªneas impresas lleguen a sus manos quedar¨¢n apenas cuatro d¨ªas ¨²tiles de campa?a para las Elecciones al Parlamento Europeo. A sus esca?os en Estrasburgo vamos a enviar 50 diputados seleccionados entre los que figuran en unas candidaturas que se presentan en una circunscripci¨®n ¨²nica para todo el territorio nacional. Cuatro d¨ªas para seguir echando Europa por la borda; para continuar ignorando los poderes presupuestarios y de codecisi¨®n del Parlamento Europeo; para que a¨²n nos escamoteen la trayectoria y la (in) competencia de quienes pugnan por conservar su condici¨®n de europarlamentarios y de aquellos otros que intentan ahora adquirirla; para aguantar que los l¨ªderes de las fuerzas pol¨ªticas con representaci¨®n en el Congreso se superpongan a los candidatos de forma que enmudezcan, mientras s¨®lo resuena el estruendo ensordecedor de la bronca entre PSOE y PP, encantados de reconocerse como adversarios decisivos.
Vuelve la siembra del p¨¢nico infantil bajo el anuncio de "que viene el lobo"
Ninguno de los dos partidos que hemos visto relevarse en el Gobierno de la Naci¨®n ha hecho el menor esfuerzo por argumentar de manera positiva su solicitud de voto. Desde el inicio de la campa?a los l¨ªderes de ambos han preferido incitar con descaro a la movilizaci¨®n del antagonismo y el encono contra su respectivo adversario principal. M¨¢s que el voto a favor de sus colores favoritos reclamado en atenci¨®n a los m¨¦ritos y programas que presentan, cada uno de los partidos competidores pide el voto en contra de sus contrarios, a quienes aprovecha para representar con el peor de sus perfiles imaginables. Cabe preguntar qu¨¦ ha quedado del talante de ZP y de las maneras del Registrador. Pero se impone tambi¨¦n un somero an¨¢lisis de los textos, de las cu?as y de la locuci¨®n de los v¨ªdeos que presentan para hacer su publicidad electoral. Porque los partidos andan instalados en la queja in¨²til o en la denuncia indignada por la dificultad opuesta a sus mensajes para que puedan pasar sin p¨¦rdida de autenticidad a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n donde por lo general se refractan o tergiversan.
La ventaja de los mensajes publicitarios al ser de pago es que, una vez aceptados, no pueden ser alterados por los medios donde se insertan. Su contenido es genuino y resulta de responsabilidad intransferible. En los anuncios de campa?a cada partido habla por s¨ª mismo y lo hace sin improvisaciones, despu¨¦s de un c¨¢lculo ponderado y reflexivo que busca el mejor impacto sobre la voluntad de los electores. Los anuncios suponen una gran oportunidad de dise?ar la propia oferta bajo una t¨¦cnica atractiva capaz de poner el ¨¦nfasis en las propias superioridades y ventajas. Sin embargo, cada uno de los anunciantes s¨®lo ha sabido, una vez m¨¢s, salir a pregonar las negruras y desventajas del competidor y aprovechar para retratarle con cuernos y rabo, como promotor del despido obligatorio, en un caso, o del aborto sin ayuda de las menores de 16 a?os, en el otro. Es la vuelta a la siembra del p¨¢nico infantil, bajo el anuncio de "que viene el lobo" o la admonici¨®n de que debemos reaccionar para limitar los desmanes que semejante alima?a ya est¨¢ cometiendo dentro del aprisco. Los l¨ªderes que comparecen con esas actitudes, parten de que dos negaciones equivalen a una afirmaci¨®n y del supuesto de que quienes sean los contrarios de sus contrarios acabar¨¢n por darles sus anhelados votos el 7 de junio, en virtud de aquel viejo aforismo de que "los enemigos de mis enemigos son mis amigos".
Nos quedan apenas cuatro d¨ªas para observar a los pol¨ªticos en celo hacer sus cabriolas llenando de aspavientos el final de la campa?a. Veremos multiplicadas sus comparecencias en los medios y c¨®mo se radicalizan sus intervenciones en los m¨ªtines programados a lo ancho y largo del pa¨ªs. Seguiremos lamentando que esas convocatorias se hagan conforme a un esquema obsoleto, que se celebren s¨®lo para convencidos, que su destino sea abrirse paso en los informativos de la radio y la televisi¨®n delante de un friso de entusiastas embanderados. Pero sucede que, pese al avance de las tecnolog¨ªas, ning¨²n invento es capaz de sustituir el contacto f¨ªsico con el l¨ªder que todos se disputan. Otra cosa es que cuando por fin el l¨ªder se hace presente, las miradas de los congregados, en vez de concentrarse en el candidato erguido sobre el estrado, lo hagan de modo preferente en la imagen que del mismo se proyecta de manera sincr¨®nica en las grandes pantallas que se disponen al efecto. Porque el ojo humano est¨¢ entrenado en la preferencia de lo virtual. Todo listo para echar Europa por la borda.
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