Un v¨ªdeo sacude a Guatemala
El asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg, que grab¨® una denuncia acusando de su muerte al presidente, ha sacado a la gente a la calle. La violencia, la corrupci¨®n y el narcotr¨¢fico se est¨¢n adue?ando del pa¨ªs
Bajo la sombra de una arboleda, en una calle residencial de la ciudad de Guatemala, hay ahora un altar con flores frescas.
Alrededor de los cubos repletos de ramos de colores, los visitantes han dejado cruces, im¨¢genes de la Virgen y varios carteles. "Gracias Rodrigo, ya no tengo miedo", clama uno de ellos, sobre un fondo rojo.
En ese lugar, en la ma?ana del domingo 10 de mayo, acribillaron al abogado Rodrigo Rosenberg, de 48 a?os, un prestigioso docente universitario y asesor jur¨ªdico de empresas. Tres d¨ªas antes, hab¨ªa grabado un v¨ªdeo acusando de su muerte a la c¨²pula del Gobierno -al presidente ?lvaro Colom, su esposa Sandra y su secretario privado, Gustavo Alejos- y a empresarios ligados al partido oficial, a quienes involucra en negocios corruptos y lavado de dinero.
El a?o pasado hubo 6.300 asesinatos, de los cuales el 98% est¨¢ pendiente de soluci¨®n
Atra¨ªdos por la impunidad, los 'narcos' mexicanos se han trasladado a Guatemala
El jurista tambi¨¦n sindica a los mismos personajes de haber asesinado a dos clientes suyos: el empresario de origen liban¨¦s, Khalil Musa, quien fue ametrallado al salir de su f¨¢brica junto a su hija Marjorie, en el mes de abril.
El v¨ªdeo, adem¨¢s de capturar la atenci¨®n de la prensa internacional, ha detonado en Guatemala la crisis pol¨ªtica m¨¢s grave de los ¨²ltimos 15 a?os. De poco le ha servido al presidente Colom negar todas las acusaciones de Rosenberg, atribuirlas a una conspiraci¨®n de la derecha y organizar movilizaciones populares para demostrar apoyo al Gobierno.
Horas despu¨¦s de que la cinta apareciera colgada en YouTube, la indignaci¨®n cundi¨® por las redes sociales de Internet. Miles de j¨®venes, en su mayor¨ªa estudiantes de universidades privadas, se echaron a las calles a exigir justicia y pedir la renuncia del presidente Colom.
Aunque la presi¨®n de este movimiento liderado por j¨®venes ha amainado con el pasar de los d¨ªas, su poder de convocatoria ha dejado con la boca abierta a toda la sociedad. No es para menos: el primer fin de semana, una manifestaci¨®n convocada por Facebook reuni¨® frente al Ayuntamiento capitalino a m¨¢s de 30.000 personas vestidas de blanco, algo no visto en Guatemala desde las visitas del papa Juan Pablo II.
?C¨®mo es que un v¨ªdeo logra poner a un pa¨ªs al borde del caos institucional cuando, por espeluznante y vehemente que resulten sus acusaciones, deja muchas preguntas sin respuesta y no ofrece evidencias contundentes?
Quiz¨¢ haya que interpretarlo como un signo de hartazgo en una sociedad agobiada por la falta de justicia y la desigualdad. Guatemala es un pa¨ªs atravesado por la violencia, donde los soci¨®logos han profetizado por d¨¦cadas un estallido social. Como en muchos pa¨ªses latinoamericanos, una peque?a ¨¦lite concentra la mayor parte de la riqueza, hay una reducida clase media que no logra a¨²n la suficiente masa cr¨ªtica para ejercer protagonismo, mientras el resto de la poblaci¨®n se debate en la pobreza.
La historia del pa¨ªs -plagada de dictaduras, cr¨ªmenes pol¨ªticos y esfuerzos denodados por anclar la impunidad- constituye otro lastre dif¨ªcil de ignorar. Despu¨¦s de una guerra civil de 36 a?os (1960-1996) que dej¨® centenares de miles de muertos y desaparecidos, no le han faltado a los guatemaltecos razones para protestar.
En los ¨²ltimos tiempos el pa¨ªs ha sufrido un incremento delirante de la criminalidad. S¨®lo el a?o pasado hubo en Guatemala casi 6.300 asesinatos, de los cuales el 98% queda por resolver: la polic¨ªa no investiga, la fiscal¨ªa no acusa y los tribunales no conocen ni sentencian.
En los barrios marginales de la ciudad, las pandillas o maras est¨¢n fuera de control: trafican con drogas, extorsionan a los vecinos, se enfrentan a balazos y ejecutan a cualquier enemigo sin que las autoridades puedan ni siquiera parpadear.
El transporte urbano se ha convertido en uno de los blancos favoritos de la delincuencia. En los primeros seis meses de 2009 han matado a cerca de 70 conductores de autob¨²s ante la mirada horrorizada de los pasajeros, para exigir el pago de un "impuesto" de circulaci¨®n.
M¨¢s inquietante a¨²n que la zozobra prevaleciente en las calles, resultan los v¨ªnculos existentes entre las pandillas y las mafias, que a su vez han infiltrado el poder pol¨ªtico y el Estado. Estas relaciones se han ido estableciendo, entre otras formas, a trav¨¦s de la financiaci¨®n de campa?as electorales. Como la ley es laxa, ning¨²n partido pol¨ªtico se encuentra libre de sospecha de contar entre sus padrinos a capos del crimen organizado.
Las dudas rodean al partido gobernante, la Unidad Nacional de la Esperanza, donde el esc¨¢ndalo m¨¢s sonado ha sido la expulsi¨®n de un diputado que se encuentra ahora pr¨®fugo de la justicia bajo cargos de narcotr¨¢fico. Sin embargo, la desconfianza tambi¨¦n pesa sobre otras organizaciones pol¨ªticas, entre ellas la principal fuerza de oposici¨®n, el Partido Patriota.
El fortalecimiento de la presencia del narcotr¨¢fico salta a la vista, en particular desde que el Gobierno de Felipe Calder¨®n puso en marcha una ofensiva para sacar a los carteles del territorio mexicano. Atra¨ªdos por la impunidad, los narcos se han trasladado a Guatemala que, de pa¨ªs puente para la droga, se ha convertido en centro de operaciones y distribuci¨®n.
Esta transformaci¨®n ha incidido en la escalada de violencia. El presidente Colom ha admitido ya que el Gobierno perdi¨® el control de regiones enteras del pa¨ªs. La selva petenera, famosa por sus majestuosas ruinas mayas, se ha llenado de pistas clandestinas de aterrizaje. En otros feudos del narco, como las provincias orientales, se pasean a su aire ej¨¦rcitos de sicarios que ostentan kilos de oro y fusiles de asalto.
Con igual facilidad se toleran los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n. Hace un a?o, la Junta Directiva del Congreso se vio envuelta en una defraudaci¨®n de 10 millones de d¨®lares. Resultado: el presidente del Legislativo, miembro prominente del partido oficial, fue degradado a congresista raso, pero ah¨ª muri¨® el asunto.
Es en este contexto donde el asesinato del abogado Rosenberg y su denuncia p¨®stuma han ca¨ªdo como una bomba. Dados los antecedentes de casos similares, que nunca son esclarecidos a pesar de su relevancia, nadie conf¨ªa en la capacidad de la administraci¨®n de justicia para dar con los responsables.
La esperanza de los guatemaltecos se ha volcado entonces en la Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, instaurada en el pa¨ªs a fines de 2006 para apoyar al Gobierno en la investigaci¨®n y enjuiciamiento de las redes del crimen organizado, especialmente de aquellas enquistadas en el aparato estatal.
"Es una prueba de fuego", confiesa el jefe de CICIG, el fiscal espa?ol Carlos Castresana, quien acept¨® el reto con dos condiciones: que el Gobierno no interfiera en la investigaci¨®n y que se le conceda un tiempo prudencial para llevarla a cabo.
La tarea promete ser endiabladamente dif¨ªcil, pues resulta obvio que en este caso se cruza un enjambre de intereses pol¨ªticos y empresariales, que, a juzgar por la escasa evidencia documental que ha trascendido hasta el momento, apunta hacia una a?eja pugna por el control de la gremial de caficultores y del mayor banco del pa¨ªs, de capital mixto.
El reto de la CICIG ser¨¢ desarrollar una investigaci¨®n s¨®lida a pesar de la mara?a que se teje alrededor de esta clase de cr¨ªmenes en Guatemala, donde los hechos se desdibujan ante las simpat¨ªas ideol¨®gicas, las agendas personales y lo que cada quien decide creer. En la calle se escucha ya todo un abanico de teor¨ªas: desde quienes est¨¢n convencidos de la culpabilidad del presidente y su equipo m¨¢s cercano, hasta quienes creen que el abogado fue v¨ªctima de una siniestra conjura, maquinada por personajes acusados de ser especialistas en derrocar Gobiernos.
Mientras la investigaci¨®n avanza, un dato es digno de se?alar: el despertar de una nueva generaci¨®n que tiene la oportunidad de agrupar a la sociedad para exigir justicia, no s¨®lo en estos asesinatos, sino en la marejada de violencia que est¨¢ desangrando a Guatemala.
Ese s¨ª que ser¨ªa un homenaje para el abogado que llam¨® a rescatar al pa¨ªs de "los ladrones, los asesinos y los narcos".
Dina Fern¨¢ndez es antrop¨®loga y columnista en Guatemala.
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