Hacia un 'New Deal' global
El pacto de la posguerra entre socialdem¨®cratas y democristianos europeos debe ser sustituido por un nuevo acuerdo. Aunque algunos pretenden volver, como si nada hubiera ocurrido, al capitalismo de casino
En cuanto han surgido los primeros brotes verdes que indicar¨ªan que la crisis econ¨®mica ha tocado fondo, bien o malintencionadamente han empezado a multiplicarse las declaraciones de que "hay que volver a la senda de la prosperidad de la que hemos salido". Es un poco prematura tal reflexi¨®n porque los brotes verdes, si fueran inequ¨ªvocos y menos vol¨¢tiles, se?alar¨ªan s¨®lo que se ha tocado fondo y que a partir de ahora el deterioro ser¨¢ menos r¨¢pido, pero no que se ha iniciado la recuperaci¨®n.
La nost¨¢lgica voluntad de volver a la prosperidad perdida anuncia que no hemos aprendido la lecci¨®n, que la voluntad reformadora de lo que ha funcionado mal era fingida, sobrevenida y forzada, y que no se comparte que aquella senda es la que nos ha conducido a estos resultados. Ante una crisis de la profundidad y velocidad que soportamos hay que cambiar el modelo y las reglas a nivel global. No se puede volver a este funcionamiento de casino financiero sin sem¨¢foros. Los dioses del pasado han resultado ser falsos y hay quien pretende regresar al delirio de su adoraci¨®n.
Los dioses del pasado, el mercado autorregulado, han resultado ser falsos y delirantes
Volver al mismo modelo de crecimiento significa olvidar qu¨¦ condujo a la recesi¨®n y al paro
Un pacto entre las principales fuerzas pol¨ªticas que recoja los est¨ªmulos necesarios para salir de la Gran Recesi¨®n y que introduzca una mayor regulaci¨®n de la arquitectura financiera constituye la prioridad para superar esta crisis global que tiene el potencial de ser la m¨¢s destructiva desde la Gran Depresi¨®n de la d¨¦cada de los treinta del siglo pasado. Ese pacto ser¨ªa el equivalente, en el marco de la globalizaci¨®n, de los acuerdos que tras la Segunda Guerra Mundial concluyeron los socialdem¨®cratas y los democristianos europeos y que condujeron a la llamada edad dorada del capitalismo y a la creaci¨®n de los modernos Estados de bienestar. Con ese pacto se tratar¨ªa de evitar que una vez que la inicial crisis financiera ha devenido en una crisis de la econom¨ªa real (recesi¨®n, y tal vez una depresi¨®n aguda y duradera en algunas partes del planeta), el resultado acabe siendo una crisis pol¨ªtica, como ha sucedido en otros momentos de la historia.
Ese pacto fue calificado por Gordon Brown, en la primera visita que un l¨ªder europeo hizo al nuevo presidente de EE UU, Barack Obama, como una especie de New Deal global. El New Deal fue la pol¨ªtica econ¨®mica aplicada por el presidente Franklin Delano Roosevelt a partir del a?o 1933 para sacar a EE UU de la Gran Depresi¨®n que hab¨ªa comenzado con el crash burs¨¢til de 1929. Cuentan los historiadores que en un principio nadie ten¨ªa mucha idea de lo que significaba new deal; uno de los asesores del presidente dem¨®crata escribi¨® ese difuso concepto en el discurso de aceptaci¨®n que Roosevelt hab¨ªa de pronunciar en Chicago a mediados de 1932, sin pensar mucho en su significaci¨®n profunda. Pero el nuevo paradigma prendi¨® y ha llegado con mucha fuerza hasta nuestros d¨ªas. El New Deal consisti¨®, en l¨ªneas generales, en una serie de medidas de salvamento del sector financiero y de est¨ªmulo a la agricultura y a la industria, pasando por la conservaci¨®n de la naturaleza y por la devoluci¨®n de cierta influencia a unos sindicatos por entonces demediados. Por ello, una parte de la derecha americana detest¨® y temi¨® a Roosevelt y sus reformas: estimaban que con las inversiones p¨²blicas destinadas a poner fin al paro, con las reformas destinadas a aumentar el bienestar social, con sus ataques a los centros m¨¢s tradicionales de los poderes f¨¢cticos y sus apoyos a los sindicatos, estaba conduciendo a EE UU a "las malolientes aguas del socialismo". Seguramente esa derecha no conoc¨ªa el estupendo ensayo del soci¨®logo alem¨¢n Werner Sombart, titulado expresivamente ?Por qu¨¦ no hay socialismo en los Estados Unidos? (recientemente reeditado en Espa?a, Capit¨¢n Swing Libros).
Sin embargo, con la distancia que da el tiempo, los analistas m¨¢s ponderados han concluido que con el New Deal, Roosevelt salv¨® al capitalismo americano (transform¨¢ndolo, regul¨¢ndolo y humaniz¨¢ndolo) y logr¨® que EE UU acabase por aceptar las responsabilidades que conlleva un poder que en buena parte se ejerce a escala mundial.
Brown declar¨® en la visita citada que se recordar¨¢ a Obama por su trabajo en la recuperaci¨®n econ¨®mica. Obama se ha inspirado sin duda en el New Deal de Roosevelt. ?En qu¨¦ ha consistido hasta ahora su trabajo en pol¨ªtica econ¨®mica?
Primero, en poner las bases para la recuperaci¨®n del sistema financiero, afectado por una crisis de solvencia, mediante una serie de medidas heterog¨¦neas, entre las cuales se pueden citar como las m¨¢s importantes la adquisici¨®n de activos de alto riesgo y la capitalizaci¨®n de entidades a trav¨¦s de su nacionalizaci¨®n.
Segundo, en instrumentar un plan de est¨ªmulo a la econom¨ªa real con el objetivo prioritario de crear millones de puestos de trabajo. Ese programa aporta un mayor equilibrio entre el mercado y el Estado despu¨¦s de un cuarto de siglo de hegemon¨ªa absoluta del primero, sometido a escasas normas de regulaci¨®n. Durante ese tiempo los partidarios de la revoluci¨®n conservadora declaraban que el Estado era el problema y el mercado la soluci¨®n, y que el Estado deb¨ªa limitarse a administrar lo que le indicase el mercado.
Ahora, por el contrario, el Estado tiene que intervenir con inyecciones masivas de gasto p¨²blico en infraestructuras cl¨¢sicas, en nuevas fuentes de energ¨ªa renovable, en sostenibilidad, en las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n avanzadas, en educaci¨®n y formaci¨®n, en el rescate de industrias estrat¨¦gicas como la del autom¨®vil, as¨ª como con reducciones de impuestos a las capas m¨¢s bajas de la poblaci¨®n y a la clase media, compensadas por incrementos de los grav¨¢menes a las capas m¨¢s ricas y a las ganancias de capital.
Por ¨²ltimo, se espera una reforma profunda en el sistema sanitario p¨²blico estadounidense, de modo que se incorporen al mismo los m¨¢s de 50 millones de ciudadanos pobres excluidos hasta ahora de cobertura.
El conjunto del plan de est¨ªmulo de EE UU multiplicar¨¢ el endeudamiento p¨²blico (d¨¦ficit y deuda) hasta niveles desconocidos, prohibidos hasta ahora por la ortodoxia dominante en este pasado cuarto de siglo. Se prev¨¦ que el d¨¦ficit p¨²blico de EE UU supere el 12% o el 13%, del PIB, pero tambi¨¦n que sea uno de los primeros pa¨ªses en salir de la Gran Recesi¨®n, gracias a esta pol¨ªtica econ¨®mica.
El juego de ayudas al sector financiero para que no quiebre, y de medidas de apoyo a la demanda para que la econom¨ªa reaccione y disminuyan los porcentajes de paro, est¨¢ siendo b¨¢sicamente aplicado por la mayor parte de los pa¨ªses del mundo, independientemente de la ideolog¨ªa de sus gobiernos. Las diferencias est¨¢n en la letra peque?a y en si se deben anteponer los esfuerzos reguladores al incremento del gasto p¨²blico, o viceversa. Pero en la primera d¨¦cada del siglo XXI "todos somos keynesianos", como declar¨® hace tres d¨¦cadas el presidente republicano Richard Nixon. Ello supone la ruptura del modelo neoliberal o de "fundamentalismo de mercado" (Stiglitz), predominante desde principios de los ochenta de la anterior centuria, cuya tendencia a la desregulaci¨®n y a los excesos del mercado ha sido considerado muy mayoritariamente como la principal raz¨®n de la crisis econ¨®mica. Por eso resultan sospechosas las r¨¢pidas llamadas "a la vuelta a la senda de prosperidad de la que hemos salido".
Incluso si este pacto para un New Deal global existiera y tuviera ¨¦xito, no ser¨ªa suficiente para hacer frente a los problemas espec¨ªficos que arrastra cada econom¨ªa. Se trata de una condici¨®n necesaria, pero no suficiente. La crisis ha parecido homogeneizar los problemas, pero cada econom¨ªa presenta unas caracter¨ªsticas particulares que ser¨¢n determinantes a la hora de definir su futuro una vez superada la fase ¨¢lgida de la Gran Recesi¨®n. En el caso espa?ol habr¨¢ que reconducir un modelo de crecimiento de baja productividad. Cuando se acaba de cumplir el primer aniversario de las elecciones generales de marzo de 2008, que parecieron poner fin a la ¨¦poca de la crispaci¨®n, las condiciones pol¨ªticas para llegar a un pacto nacional no parecen las m¨¢s adecuadas por la falta de liderazgo y de convencimiento del Gobierno y por la incomparecencia de la oposici¨®n. Pero ¨¦sta es ya otra historia.
Joaqu¨ªn Estefan¨ªa ha dirigido el Informe sobre la Democracia en Espa?a 2009, de la Fundaci¨®n Alternativas, titulado Pactos para una nueva prosperidad. Hacia un New Deal global.
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