Mano tendida a los ¨¢rabes
Mano tendida al mundo ¨¢rabe, del que EE UU "nunca" ser¨¢ enemigo; llamamiento a ese mismo mundo ¨¢rabe a combatir el extremismo islamista; afirmaci¨®n de que los intereses norteamericanos, lo mismo que los de Israel y Palestina -mencionada por primera vez as¨ª y no con el vocablo habitual: "Estado o Autoridad Palestina"-, exigen la coexistencia de dos Estados: ¨¦sta es la sustancia del discurso de Barack Obama en El Cairo, un momento importante en la definici¨®n del nuevo rumbo que est¨¢ tomando EE UU.
Para convencer, Obama puso en el empe?o todo su talento y una buena parte de s¨ª mismo, de su historia personal, fruto de una doble identidad y de su fe total en las virtudes del modelo norteamericano.
El discurso de Obama en El Cairo simboliza el cambio del rumbo diplom¨¢tico de EE UU
Adem¨¢s tuvo buen cuidado de no evitar nada: las ra¨ªces hist¨®ricas de las tensiones con el mundo musulm¨¢n, el peso de los estereotipos que presentan al islam como una religi¨®n violenta y a Occidente como un enemigo del islam; la lucha contra el extremismo y los medios de esa lucha, las condiciones de la paz entre Israel y Palestina, el rechazo a ver c¨®mo Ir¨¢n se hace con el arma nuclear, los derechos humanos, los de las mujeres, la libertad religiosa, etc.
Se hab¨ªa hecho lo necesario para que un m¨¢ximo de personas de todas las nacionalidades pudiera seguir el discurso en directo, tanto a trav¨¦s de Internet como de las televisiones o incluso de mensajes SMS, y en 13 idiomas. Este discurso, minuciosamente preparado y sopesado, tiene una triple significaci¨®n: la de un cambio de rumbo diplom¨¢tico, la de una ambici¨®n (restaurar la imagen de EE UU, destruida por su predecesor, y devolver al pa¨ªs su capacidad de influencia), y, finalmente, es la marca de un desaf¨ªo personal, a saber, asumir el s¨ªmbolo del sue?o americano que encarna tanto en el interior como en el exterior.
El cambio reside en el retorno a la diplomacia y la b¨²squeda del consenso siempre que sea posible. Y tambi¨¦n con Ir¨¢n, en cuya pol¨ªtica reconoce Obama una amenaza para la paz. Es lo contrario de la guerra preventiva puesta en pr¨¢ctica por George Bush, tras ser teorizada por los neoconservadores: el acontecimiento ya no lo crea el desencadenamiento de las operaciones militares, sino un discurso, el verbo de un predicador que manifiesta una creencia en el hombre cuasi religiosa.
Otra prueba de este cambio: la actitud respecto a Israel. Ya no se trata de respaldar al Estado hebreo pase lo que pase, sino de obtener la paz persiguiendo un equilibrio que s¨®lo Bush padre hab¨ªa buscado antes que ¨¦l. En otros t¨¦rminos: la alianza con Israel es "indestructible", pero la situaci¨®n de Palestina es "intolerable". Obama ha evocado este tema en Normand¨ªa, en la conmemoraci¨®n del desembarco aliado. Para ¨¦l no se trata de imponer un plan de paz, sino de conseguir que, aunque sea dif¨ªcil, las dos partes acepten la idea de que no pueden vivir la una sin la otra. Es una l¨ªnea que se corresponde punto por punto con lo que esperaban los europeos.
Con el uso de las palabras exactas (para describir el "sufrimiento" de los palestinos, evoca la "humillaci¨®n que acompa?a a la ocupaci¨®n"); para estigmatizar a los que odian a Israel, declara "odiosos" a los que niegan el Holocausto; luego, instruye el proceso, en la Historia, del uso de la violencia, que los palestinos deben "abandonar".
?D¨®nde est¨¢ la novedad? En la afirmaci¨®n de que el nacimiento de un Estado palestino ya no se considera un deseo, sino algo conforme a los intereses nacionales norteamericanos. La diferencia es enorme.
La firmeza prevalece, tras el llamamiento reiterado al di¨¢logo: s¨ª a la energ¨ªa nuclear de uso civil, no a una proliferaci¨®n militar que podr¨ªa arrastrar a toda la regi¨®n a una carrera de armamentos mortal.
?Rehabilitar la imagen de EE UU? Con algunas citas del "santo Cor¨¢n" como refuerzo y apoy¨¢ndose en todo lo que en el islam predica la tolerancia, se trataba de mostrar que las culturas se encuentran en los valores de los derechos humanos, recordando de paso todo lo que la civilizaci¨®n moderna debe a la musulmana. Tampoco olvid¨® apelar a los derechos de las mujeres y a las libertades. Eso s¨ª, sin hacerse demasiadas ilusiones para lo m¨¢s inmediato: un discurso, previno el mandatario, no puede borrar a?os de tensiones e incomprensi¨®n por s¨ª solo. El camino ser¨¢ largo, pero ya est¨¢ trazado. De alg¨²n modo, Obama pone una condici¨®n: que cada pa¨ªs musulm¨¢n asuma su parte en la lucha contra el extremismo. ?ste lleva s¨®lo un nombre: Al Qaeda. Corolario: EE UU dejar¨¢ "Irak para los iraqu¨ªes" y abandonar¨¢ Afganist¨¢n cuando Al Qaeda sea vencida.
En cuanto al desaf¨ªo personal, c¨®mo no admirar la reivindicaci¨®n de la identidad de un "cristiano" que invoca la condici¨®n musulmana de su familia paterna, sin perder nunca de vista las virtudes de los "padres fundadores", en las que se inspir¨® para nutrir su c¨¦lebre y muy bello "discurso de Filadelfia" sobre las "razas" en EE UU, fundamento de la Am¨¦rica "posracial" que tanto desea. Del mismo modo, en El Cairo Obama ten¨ªa la ambici¨®n de sentar las bases de un mundo posterrorista. ?Ut¨®pico? ?Qui¨¦n va a quejarse?
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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