Del mao¨ªsmo a la guerra de Irak
El ex primer ministro portugu¨¦s, un estudiante radical hace tres d¨¦cadas, ha afinado con oportunidad su pragmatismo durante su primer mandato europeo
Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso (Lisboa, 1956) esper¨® astutamente hasta ayer para anunciar su candidatura a un segundo mandato como presidente de la Comisi¨®n Europea. Arropado con la decisiva victoria de su partido, el Partido Popular Europeo (PPE), en las elecciones del pasado domingo, el pol¨ªtico conservador portugu¨¦s encontr¨® el momento m¨¢s adecuado para anunciar una decisi¨®n que hab¨ªa tomado hace tiempo.
La trayectoria pol¨ªtica de Barroso ha estado marcada por un fuerte sentido de la oportunidad y una estajanovista dedicaci¨®n al trabajo. Workcoholic empedernido, el actual presidente de la Comisi¨®n suele iniciar su jornada a las seis de la ma?ana. Se reserva las dos primeras horas, sin tel¨¦fonos, para el estudio de los asuntos m¨¢s calientes, pero tambi¨¦n encuentra huecos para leer a Marguerite Yourcenar o Konstantinos Kavafis.
Fue el anfitri¨®n en las Azores, donde se dio luz verde a la invasi¨®n de Irak
Abandon¨® el poder en Lisboa en plena crisis y dej¨® el pa¨ªs a su suerte en 2004
Mas all¨¢ de su ideolog¨ªa, Barroso se ha ganado la simpat¨ªa de los principales l¨ªderes europeos, con quienes mantiene un fluido contacto gracias a sus amplios conocimientos ling¨¹¨ªsticos. Domina el ingl¨¦s y el franc¨¦s, se maneja muy bien en espa?ol e italiano y tiene un buen conocimiento del alem¨¢n, que estudi¨® intensivamente durante la presidencia alemana en 2007. Cultiva sus relaciones con contactos peri¨®dicos con dirigentes de la oposici¨®n como Martin Schulz, jefe de filas de los socialistas en el Parlamento.
Un gesto que ilustra su manera de entender la pol¨ªtica fue el repentino abandono de su Gobierno en Portugal en 2004, en plena crisis pol¨ªtica y econ¨®mica, para hacerse cargo del Ejecutivo comunitario. El entonces l¨ªder del Partido Socialdem¨®crata no dud¨® en aprovechar la oportunidad que le brind¨® Tony Blair y abandonar su pa¨ªs a su suerte.
Las buenas migas con Blair se hab¨ªan fraguado el a?o anterior con motivo de la guerra de Irak, que produjo una profunda divisi¨®n en la UE. La posici¨®n comunitaria liderada por Francia y Alemania, partidaria de apurar las negociaciones, se vio sobrepasada por ocho pa¨ªses que decidieron secundar la intervenci¨®n armada de Estados Unidos. La rebeli¨®n fue promovida por Blair, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Barroso y Silvio Berlusconi. Poco despu¨¦s, el presidente luso fue el anfitri¨®n de la reuni¨®n de las Azores en la que junto a Blair y Aznar, y a las ¨®rdenes de George Bush, se dio el pistoletazo de salida a la guerra iraqu¨ª.
Las ra¨ªces pol¨ªticas de Barroso hay que buscarlas en la izquierda de la izquierda. A finales de los setenta, se movi¨® en las filas del clandestino Movimiento Reorganizativo del Partido del Proletariado, de inspiraci¨®n mao¨ªsta, que dio su empuj¨®n al derribo de la dictadura. Una ¨¦poca de la que conservar¨¢ el ¨ªmpetu de agitaci¨®n propagand¨ªstica.
Superada la fase revolucionaria por la nueva situaci¨®n democr¨¢tica, Barroso se emple¨® a fondo en su carrera profesional, centr¨¢ndose en los estudios jur¨ªdicos, donde logr¨® elevadas calificaciones. Tras su licenciatura en Derecho por la Universidad Cl¨¢sica de Lisboa, prosigui¨® su especializaci¨®n en los campus de Ginebra, Georgetown (Washington) y Columbia (Nueva York).
Su labor al frente del Ejecutivo comunitario durante los ¨²ltimos cinco a?os ha afilado su pragmatismo pol¨ªtico. Tras el rechazo de la Constituci¨®n Europea por Francia y Holanda, en 2005, reuni¨® inmediatamente a todos los altos funcionarios de la Comisi¨®n para advertirles de que los tiempos hab¨ªan cambiado y de que se impon¨ªa un perfil m¨¢s bajo para adaptarse a la nueva situaci¨®n. Sus promesas ante el Parlamento Europeo de crear una Comisi¨®n "fuerte e independiente" se esfumaron. Precisamente "la falta de independencia y el seguidismo" es lo m¨¢s se ha reprochado a su gesti¨®n. Pero tambi¨¦n con su instinto pragm¨¢tico fue de los primeros en reaccionar y promover el Tratado de Lisboa para superar el fracaso de la Constituci¨®n.
Para sus cr¨ªticos, Barroso ha convertido la Comisi¨®n en un secretariado del Consejo a las ¨®rdenes de los presidentes de turno. Para otros ha sido un gestor eficiente de un gabinete con 27 comisarios, que ha conducido con mano firme. Tolerante con los desmanes de Berlusconi en materia de inmigraci¨®n, Barroso ha sabido trampear la crisis como especial habilidad. La gran paradoja de su mandato es que tras largos a?os de discurso liberal ha utilizado con la misma naturalidad la estrategia de la izquierda para afrontar la recesi¨®n. Ha impulsado un ambicioso plan de recuperaci¨®n e intervenci¨®n p¨²blica y se ha puesto al frente de los partidarios de regular los mercados. Este es el aut¨¦ntico Barroso, un pragm¨¢tico que afronta los problemas acomod¨¢ndose a los vientos.
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