Por defunci¨®n
En el fondo, ni el PP est¨¢ absolutamente convencido de haber ganado ni el PSOE de haber perdido, de ah¨ª que la maquinaria de declaraciones y contradeclaraciones funcione por inercia, como el cuerpo de una gallina sin cabeza. Pasan los pol¨ªticos por la radio y por la televisi¨®n y parece que llevan en la espalda una anilla de la que tienen que tirar sus jefes de prensa para que produzcan declaraciones, todas previsibles, tediosas. Ninguno se cree lo que dice. Los periodistas tampoco se creen lo que preguntan. Artefactos parlantes. Unos y otros seguimos hablando y escribiendo por mero oficio, sin alma. Desolaci¨®n de domingo por la tarde, aunque sea viernes por la ma?ana.
Los j¨®venes sin trabajo, que han vuelto, derrotados, al domicilio familiar, no comprenden la pasi¨®n de sus padres por los telediarios, a los que asisten como el que asiste a una misa, quiz¨¢ esperando una revelaci¨®n. Pero las revelaciones ya no llegan a trav¨¦s de los telediarios (ni de las misas). En cuanto a los tertulianos, dan vueltas a los mismos asuntos como amarrados a una noria. Los de la tarde repiten lo que han dicho los de la ma?ana y los de la noche lo que han dicho los de la tarde. Al d¨ªa siguiente, cargan la piedra de S¨ªsifo y vuelta a empezar. Produce desaz¨®n escucharlos. Todo es circular y un poco angustioso. Todo est¨¢ como detenido a la espera de que alguien tome una decisi¨®n. A la puerta de los institutos, los adolescentes se fuman un canuto antes de entrar en las aulas anal¨®gicas, donde recibir¨¢n lecciones in¨²tiles para la vida. Dan ganas de pedirles una calada, para ver c¨®mo sienta un porro a las ocho de la ma?ana. Lejos de eso, me dirijo d¨®cilmente a por los peri¨®dicos de papel con el pinganillo de la radio en la oreja, escuchando an¨¢lisis de segunda o tercera mano. Digan ustedes algo nuevo o cierren. Por defunci¨®n, claro.
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