Europa y nosotros, que la quisimos tanto
El gusto por la vida y el sentido de la historia definieron, en opini¨®n de Daniel Cohn-Bendit, un Mayo del 68 del que fue el principal icono. Cuarenta a?os despu¨¦s, aquel muchacho franc¨¦s de padres alemanes, convertido en un sesent¨®n m¨¢s elocuente que entonces, ha sido la sorpresa sintom¨¢tica de unas elecciones europeas dominadas por los conservadores, el auge de los extremistas de derecha y el marasmo de los socialdem¨®cratas. Nous l'avons tant aim¨¦, la R¨¦volution fue el t¨ªtulo de un libro que Cohn-Bendit escribi¨® 20 a?os despu¨¦s de la revuelta de mayo a partir de los guiones de una serie para televisi¨®n. En aquel libro hac¨ªa balance de la utop¨ªa de cambio de los a?os sesenta y evaluaba con algunos de sus protagonistas cu¨¢nto de equivocado y cu¨¢nto de aut¨¦ntico tuvo aquella agitaci¨®n de ambiciones revolucionarias.
"Europa y nosotros, que la quisimos tanto", podr¨ªamos decir, parafraseando aquel t¨ªtulo, para resumir el estado de ¨¢nimo de los ciudadanos m¨¢s o menos implicados en un europe¨ªsmo de progreso, tras unos resultados continentales tan poco alentadores. Con el rabillo del ojo puesto en Barack Obama y su impulso de cambio, intuitivo y osado pero genuino, no podemos m¨¢s que asentir ante la afirmaci¨®n de Cohn-Bendit de que "los movimientos sociales cambian el clima de una sociedad, pero estos cambios acaban decidi¨¦ndose en el interior del sistema, y eso lleva tiempo".
Precisamente desde dentro del sistema, Jacques Delors, uno de los grandes constructores de la Uni¨®n, lo expres¨® de otra manera cuando asever¨® que Europa es "la ¨²nica herramienta" para hacer frente a los problemas de la globalizaci¨®n del mundo y de la competencia econ¨®mica. En Bruselas, al fin y al cabo, se deciden el 60% de las leyes que rigen nuestras vidas, pero no parecen conscientes de ello los electores cuando llega el momento. Ni siquiera parece que haya una dial¨¦ctica enriquecedora entre "m¨¢s Europa" u "otra Europa" como apuntaba el debate del tratado constitucional hace s¨®lo unos a?os. Faltan activistas como Cohn-Bendit, gentes que crean que la acci¨®n p¨²blica tiene sentido. Y faltan l¨ªderes de la envergadura de Kohl o Mitterrand, por no hablar de Monnet o de Schuman, al tim¨®n del proyecto. El presidente espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, por cierto, emite se?ales de haber perdido el pulso del federalismo europeo y del federalismo espa?ol al mismo tiempo. ?Y para qu¨¦ hablar de Sarkozy o de Berlusconi? Malos tiempos para la l¨ªrica en Europa, sin duda, y para la pol¨ªtica.
Los valencianos, por lo dem¨¢s, sumamos la decimos¨¦ptima derrota de la izquierda desde 1993, la cuarta en unos comicios al Parlamento Europeo, sin que haya indicios de que, en el panorama local, se mueva algo parecido al activismo pol¨ªtico o el liderazgo. Tras los efectos devastadores de la engrasada y agresiva maquinaria del PP, en el PSPV ha vuelto a producirse el balbuceo habitual en estos casos. No ha salido el dirigente reci¨¦n estrenado a decir: "Hemos sufrido una derrota y ahora mismo nos ponemos a trabajar para que no vuelva a producirse". Su opci¨®n ha vuelto a ser el escapismo. Una invitaci¨®n a la derecha para preparar la pr¨®xima contienda electoral como una cacer¨ªa de patos indefensos.
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