Es chufa, no c¨¦sped

Un martes cualquiera, m¨¢s de un centenar de cajas de verduras y frutas cultivadas sin ninguna intervenci¨®n qu¨ªmica se apilan en la tradicional Alquer¨ªa de Vicent Mart¨ª. Sobre todo cuando llega el buen tiempo, acuden a comprarlas gente de la ciudad que quieren catar la soleada naturaleza. Esta alquer¨ªa es n¨²cleo de visita en peregrinaci¨®n, situado en plena Huerta de Alboraya, a unos seis kil¨®metros al norte de Valencia. Se trata de una zona netamente identificada con la horchata y mucho de aquello que a la vista del profano parece c¨¦sped es planta de chufa. Pero en los huertos de este agricultor hay esperando lechugas y acelgas, calabacines, patatas, manzanas y peras. Y gallinas, un caballo, perros, los aparejos de labranza, y todo el aroma de ancestro cercano que a¨²n emana la huerta de Valencia. Es el c¨ªrculo verde lleno de mito que abraza la ciudad mediterr¨¢nea. Y que a punto ha estado de ser eliminado a causa del urbanismo salvaje.

"No parece que nada bueno pueda salir de la crisis", opina Vicent Mart¨ª, que en 2006 recibi¨® el premio al mejor agricultor espa?ol. "Pero la verdad es que ha parado los peores proyectos urbanizadores que afectaban a la huerta", reconoce. Porque el af¨¢n cementero de los ¨²ltimos tiempos ha llegado incluso al comercio y al tapiado generalizado de tramos de acequias, los canales de riego que ejemplifican la hist¨®rica arquitectura del agua de Valencia. Siete acequias dependen del Tribunal de las Aguas, y otra m¨¢s, la Real Acequia de Moncada, pervive fuera de ¨¦l. Junto con el ¨¢rea de riego del canal del Turia, definen las 12.000 hect¨¢reas de huerta que quedan.

Los an¨¢lisis oficiales indican que en 1950 hab¨ªa desaparecido un 10% de la huerta hist¨®rica, y que, en 2006, se hab¨ªa perdido ya el 30% (hay quien eleva el porcentaje). No se ha ido s¨®lo con ello tierra cultivable, sino tambi¨¦n un patrimonio cultural y vital que deriva del siglo XII. La Agencia Europea de Medio Ambiente identifica s¨®lo cinco paisajes en Europa similares. De ellos, ¨¦ste resulta el m¨¢s complejo y significativo.

Y es, adem¨¢s, un recurso de disfrute para un ¨¢rea metropolitana de un mill¨®n y medio de personas. Como refleja el Plan de Acci¨®n Territorial de Protecci¨®n de la Huerta de Valencia, se trata de un espacio natural disperso "con una densa red de recorridos aptos para su uso ciclista y peatonal". Molinos, alquer¨ªas y campos brotan sin folclore, como historia viva que ha logrado perdurar.

Por eso, en los ¨²ltimos tiempos, han cobrado fuerza las excursiones a la llamada Alquer¨ªa del Magistre, una suerte de museo etnol¨®gico sobre el cultivo de la chufa en Alboraya. Se prodigan, pues, las rutas a trav¨¦s de las diferentes zonas de huerta. Lo mejor es aparcar el veh¨ªculo con el que hayamos llegado y ponernos a caminar, preguntando a los labradores. "Cerca de aqu¨ª, en el llamado Campo del Abuelo, encontramos uno de los raros tramos sin cimentar que a¨²n quedan de la acequia Rasca?a", indica Vicent Mart¨ª, que describe la visi¨®n como "una explosi¨®n de vegetaci¨®n". Podemos recorrer los campos que unen la cercana Meliana con el pueblo de Massalfassar, mientras saltamos acequias y olemos los naranjos, las alcachofas y los melones. Nos observan hombres, tierras y aves conectadas a vivencias que se pierden en el tiempo. Todo junto es una experiencia sensorial tan intensa como barata.

La Huerta Norte es la que mejor se conserva. Por eso puede resultar muy agradecido pasear a trav¨¦s de su barranco del Carraixet, que desemboca en Alboraya y nace en la sierra Calderona. "Encontraremos en ¨¦l geograf¨ªas llenas de flora y fauna impresionantes", explica Laia Carreras, experta en correcci¨®n y edici¨®n de libros que ha vivido durante largos a?os en la huerta. La garza y el mart¨ªn pescador destacan en un entorno en el que se ha llegado a censar hasta 30.000 ejemplares de aves anuales. En otro punto, tambi¨¦n nos puede sorprender el llamado Arco de Moncada, un tramo de la acequia del mismo nombre, caracterizado por los puentes y por los molinos.

Pedalear 20 kil¨®metros

Otra de las opciones es tomar la llamada V¨ªa Churra, que dispone de carril bici. El recorrido, partiendo desde Valencia -si salimos en metro, desde la estaci¨®n Arag¨®n, y si lo emprendemos en bici, desde la Universidad Polit¨¦cnica- dispone unos 20 kil¨®metros a trav¨¦s de la Huerta Norte. La idea es pedalear por donde antes discurr¨ªan los trenes en direcci¨®n a Arag¨®n. A partir del pueblo de Meliana, el recorrido est¨¢ se?alizado como V¨ªa Augusta.

"Haciendo esa ruta repasamos la huerta que resulta m¨¢s productiva en sus cultivos", explica Enric Navarro, productor de horchata ecol¨®gica y ganador del premio Biocultura 2008. "Pero", contin¨²a, "la Huerta Sur nos ofrece tambi¨¦n zonas interesantes". Pese a que ¨¦sta aparece casi arrasada -no tanto en el pueblo de Pica?a-, Navarro recomienda la que se encuentra enfrente de la Ciudad de las Ciencias de Valencia. "Es la huerta que vemos en los parajes del Pou d'Aparisi y de la ermita del Fiscal". Permite un paseo oxigenante y cautivador, y nos ofrece "gran diversidad de cultivos y acequias sin tapiar". Se sabe que Carl Steinitz, prestigioso experto de Arquitectura del Paisaje de la Universidad de Harvard, se sinti¨® impactado cuando descubri¨® esta visi¨®n durante un congreso valenciano al que fue invitado. Hizo una llamada p¨²blica a su conservaci¨®n. Por ahora, se le ha hecho caso.

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