El Pocero parte hacia el exilio
Francisco Hernando, conocido como Paco el Pocero, cultiva con esmero la megaloman¨ªa de garraf¨®n. Obs¨¦rvese el exquisito detalle de llamar Residencial Francisco Hernando al complejo frustrado de 13.500 viviendas que se afan¨® por construir en un secarral de Sese?a, con la complicidad del ex alcalde del PSOE, Jos¨¦ Luis Mart¨ªn, sin encomendarse a las acometidas de agua necesarias o las infraestructuras reglamentarias. O el gesto munificente de regalar 1.200 euros a la Hacienda P¨²blica, como propina, al liquidar los intereses de una deuda tributaria demorada de casi tres millones de euros. O sus modestas posesiones suntuarias, un yate y una flota de aviones. El pr¨®cer, s¨ªmbolo de la econom¨ªa (es un decir) del ladrillo, terci¨® la capa, agri¨® el gesto, y proclam¨® en carta a la opini¨®n p¨²blica que renunciaba a terminar el complejo que lleva su nombre -de las 13.500 viviendas proyectadas en medio de la nada toledana ha terminado 5.600-, deja al municipio la carga de urbanizar el complejo y, alta la barbilla de fiera indignaci¨®n, acusa de boicoteo al alcalde actual.
Es vileza antigua culpar a los gobernantes de las bellaquer¨ªas de los gobernados. Atenci¨®n a la soflama poceril, porque se marcha entre rayos y truenos. Informa de que parte hacia "otros lugares donde es posible seguir creando riqueza". Seguramente en esos lugares no habr¨¢ ayuntamientos, ni normas urban¨ªsticas ni esas trabas que han roto el sue?o de Sese?a. Quiz¨¢ en esos lugares haya bosques que deforestar, los compradores se conformen con transitar por calzadas de polvo y barro, luz tendr¨¢n cuando enciendan las velas y hasta es posible que se presten a acarrear el agua con sus propias manos.
Quejumbroso y desfachatado, el Pocero se atreve con un bucle final. "Hoy, como muchos espa?oles de otras generaciones, como muchos otros trabajadores, me veo obligado a buscar el futuro fuera". Acab¨¢ramos, el Pocero se atribuye el dolor del exilio, al que partir¨¢ en uno de los aviones de su flota. ?No le han ense?ado que los capitanes de empresa, sobre todo los m¨¢s bragados, que se atreven a amenazar a periodistas, no deben caer en la autocompasi¨®n? Y, sobre todo ?Qui¨¦n le ha redactado esta indecente proclama?
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