"No le temo a la muerte"
Laurent Fignon, que lucha contra el c¨¢ncer, cree "haber vivido una buena vida"
"Su fuerza, su motor, era su orgullo", dice Pedro Delgado de Laurent Fignon, su gran rival en la carretera en los a?os ochenta, pero quiz¨¢s se equivoca. Con el paso de los a?os, ahora que hace 20 del hecho que marc¨® sus vidas deportivas, el Tour de 1989, al que el espa?ol lleg¨® tarde, que el franc¨¦s perdi¨® por 8s, otra verdad aflora, una verdad inevitable: como siempre, el cuerpo es m¨¢s sabio que la mente, m¨¢s fuerte.
A Fignon llevaban muchos a?os pidi¨¦ndole que escribiera su autobiograf¨ªa, pero hasta este pasado invierno no se puso a ello. Fue como si su cuerpo previera que el fin se acercaba. Termin¨® de escribir ?ramos j¨®venes y despreocupados y pocos d¨ªas despu¨¦s un m¨¦dico le comunic¨® por el m¨®vil, mientras conduc¨ªa por Par¨ªs, que los ganglios que le hab¨ªan salido en el cuello eran cancer¨ªgenos. Ahora, a un par de semanas del comienzo del Tour, el acontecimiento alrededor del que a¨²n gira su vida -lo gan¨® dos veces, en 1983 y 1984, y lleva varios a?os coment¨¢ndolo para la televisi¨®n francesa- y el ciclismo mundial, y coincidiendo con la publicaci¨®n del libro, Fignon ha hecho p¨²blica tambi¨¦n una enfermedad que puede matarle en cinco meses.
Lo ha hecho con la misma despreocupaci¨®n vecina del orgullo y de la soberbia con la que se manej¨® en el pelot¨®n, la misma con la que afront¨® otro franc¨¦s que gan¨® el Tour en su debut, Jacques Anquetil, el c¨¢ncer que le llev¨® a la tumba en 1987, a los 54 a?os. "Una vez m¨¢s te voy a ganar. Voy a morir antes", le dijo Anquetil a su rival, siempre derrotado, Raymond Poulidor, que le visit¨® afligido en su lecho de muerte. "No le temo a la muerte", le hace eco 22 a?os despu¨¦s Fignon en una entrevista publicada ayer en Le Journal du Dimanche; "no tengo ganas de morir, pero no tengo miedo. No soy especialmente valiente ni tampoco miedoso. Ni tampoco, en absoluto, religioso. He sido joven y despreocupado, y ha sido maravilloso. Por eso no tengo miedo a morir. Si esto se acabara enseguida, no lo lamentar¨ªa en exceso. He vivido una buena vida".
En el libro Fignon, nacido en agosto de 1960, se reclama de una ¨¦poca en la que todos los corredores practicaban un dopaje artesanal, de anfetaminas y corticoides, un mundo feliz que sufri¨® como una glaciaci¨®n insoportable la llegada de la EPO a comienzos de los 90, el dopaje profesionalizado. "Los m¨¦dicos no ven v¨ªnculo entre mi dopaje y el c¨¢ncer. Lo que tomaba les parec¨ªa rid¨ªculo", dice; "si fuera por eso, todos los de mi generaci¨®n tendr¨ªan c¨¢ncer. Y nunca he tocado la hormona de crecimiento".
El orgullo de Fignon sigue vivo pese a que muchos pensaron que hab¨ªa recibido un golpe mortal el ¨²ltimo d¨ªa del Tour de 1989. La v¨ªspera, por la noche, hab¨ªa celebrado de antemano la victoria en un Tour al que s¨®lo le quedaba la contrarreloj final. Y all¨ª, en las calles de su Par¨ªs natal, un yanqui con el que no se hablaba, su ex compa?ero Greg LeMond, le derrot¨® por 8s. "Ese Tour no me obnubila", dice, "pero me persigue. Me lo recuerda alguien todas las semanas desde hace 20 a?os".
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