EE UU mantiene la oferta de di¨¢logo pese a sus dudas sobre la limpieza del voto
El Gobierno de EE UU est¨¢ decidido a mantener su oferta de di¨¢logo a Ir¨¢n, pese a las "serias dudas" expresadas ayer por el vicepresidente, Joe Biden, sobre la limpieza de las elecciones que han dado la victoria a Mahmud Ahmadineyad. Aunque ese resultado supone un rev¨¦s para el presidente Barack Obama, quien, como millones de personas en ese pa¨ªs, parec¨ªa haber cre¨ªdo en el sue?o de un cambio, la Administraci¨®n estadounidense carece de instrumentos para modificar el rumbo pol¨ªtico en Ir¨¢n y s¨®lo puede adaptarse a la situaci¨®n.
"Por la manera en que est¨¢n reprimiendo la libertad de expresi¨®n", manifest¨® Biden en una entrevista en televisi¨®n, "por la manera en la que est¨¢n reprimiendo a la gente en las calles, se pueden extraer serias dudas de que el resultado es el que dicen. Creo que tenemos que esperar y ver".
Un portavoz oficial que habl¨® ayer con los periodistas afirm¨® que la victoria de Ahmadineyad, pese a todas las sospechas, no modificar¨ªa la apuesta de esta Administraci¨®n dem¨®crata por intentar la v¨ªa diplom¨¢tica para resolver las diferencias sobre el programa nuclear iran¨ª, as¨ª como la involucraci¨®n del r¨¦gimen de Teher¨¢n en Irak, Afganist¨¢n y los problemas de Oriente Pr¨®ximo.
Las posibilidades de un di¨¢logo, seg¨²n explic¨® la misma fuente, no dependen tanto de la personalidad que est¨¦ al frente del Gobierno sino de la voluntad del r¨¦gimen de contribuir a un clima de estabilidad y paz en la regi¨®n y en el resto del mundo.
Como consuelo, el Gobierno de EE UU quiere confiar, como afirm¨® el mencionado portavoz, en que "Ahmadineyad sienta el deseo del pueblo de reducir el aislamiento de Ir¨¢n" y modere sus puntos de vista respecto al asunto nuclear y a sus relaciones con Occidente. En ¨²ltima instancia, Washington entiende que la m¨¢xima autoridad en relaci¨®n con el programa nuclear y con los asuntos m¨¢s importantes en Ir¨¢n sigue siendo el ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei, l¨ªder supremo.
Todo esto son interpretaciones bondadosas de lo que ha supuesto un duro golpe a la estrategia de Obama. Tanto si el resultado obedece a la voluntad popular o a la imposici¨®n del sistema, los comicios iran¨ªes parecen dar ox¨ªgeno al radicalismo (dentro y fuera de Ir¨¢n) y representan una frustraci¨®n para los moderados. Es el peor escenario posible, como lo han descrito varios analistas.
Obama hab¨ªa confesado el viernes, mientras la gente sal¨ªa a votar en masa, su esperanza de que Ir¨¢n emprendiera un nuevo rumbo. Alentado por la acogida de su discurso al mundo isl¨¢mico y por los resultados de las elecciones anteriores en L¨ªbano, el presidente norteamericano acariciaba la posibilidad de poder tratar con un Ir¨¢n amable.
Por el contrario, con la victoria de Ahmadineyad, Obama se ve obligado a lidiar con un radical que, adem¨¢s de negar el Holocausto y no tener escr¨²pulos en poner a Oriente Pr¨®ximo ante el precipicio de una escalada nuclear, est¨¢ ahora manchado por la sospecha sobre su legitimidad.
Su continuidad en la presidencia supone, adem¨¢s, un suspiro de alivio para otros grupos antiestadounidenses, como Ham¨¢s y Hezbol¨¢, que pod¨ªan haberse visto marginalizados por una victoria de Mir Hosein Musav¨ª.
Al mismo tiempo, el resultado electoral en Ir¨¢n le da la raz¨®n al primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, que ha denunciado la inminente amenaza nuclear iran¨ª y est¨¢ presionando a Washington para que adopte una posici¨®n m¨¢s beligerante. As¨ª pues, de un solo plumazo, Obama ha visto c¨®mo le estallaba en su cara su mensaje de concordia de El Cairo, ha visto complicarse enormemente las posibilidades de paz en Oriente Pr¨®ximo y ha sufrido un considerable golpe a su autoridad.
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