Bergman tambi¨¦n est¨¢ en Turqu¨ªa
Tuve prestigiosas noticias del director turco Nuri Bilge Ceylan hace bastantes a?os en el previsible y adecuado marco de los festivales de cine, con la loa inmediata y el estrat¨¦gico descubrimiento de los vanguardistas y concienciados sin p¨²blico, pero grotescamente encantados de haberse reconocido fraternalmente en sus afanes art¨ªsticos y espirituales, al descubrir una perla ex¨®tica al margen de la embrutecida agon¨ªa del cine comercial. Supon¨ªa el relevo a nivel internacional de Yilmaz Guney, el ¨²nico creador turco que hab¨ªa logrado estrenar sus pel¨ªculas en Occidente y tambi¨¦n conmover a espectadores masivos en la certeza de que la vida y su veraz retrato en im¨¢genes tambi¨¦n pod¨ªan estar en una cinematograf¨ªa desconocida o ex¨®tica.
TRES MONOS
Direcci¨®n: Nuri Bilge Ceylan.
Int¨¦rpretes: Yavuz Bing?l, Hatice Aslan, Ahmet Rifat Sungar, Ercan Kesal, Cafer K?se.
G¨¦nero: drama. Turqu¨ªa, 2008. Duraci¨®n: 109 minutos.
Esas im¨¢genes y esos sonidos tienen poder¨ªo, estilo, clima, autenticidad
Vi y escuch¨¦ Lejano en no s¨¦ cu¨¢l de los olvidables festivales con tedio infinito, con el mal rollo que te exige reconocer por cuesti¨®n de modas a un cineasta distinto. Y reconoce al aplicado disc¨ªpulo medio oriental de Bergman y de Antonioni en la fisicidad, en planos de duraci¨®n interminable que exploraban las texturas y el padecimiento interior de un rostro, el retrato emocional que transmite un paisaje, la espesura como se?a de identidad de un lenguaje supuestamente importante.
Y vuelvo a sentirme inc¨®modo con la adorada Los climas, estudio insoportablemente lento (que ya s¨¦, idiotas rigurosos, que cada expresividad art¨ªstica impone su ritmo) de la autodestrucci¨®n amorosa, de la exasperaci¨®n y el tormento de no encontrar tu lugar en el mundo aunque hayas convertido la huida en norma existencial.
Y en medio del agobio trascendente que imponen los festivales veo y siento con ciega subjetividad en el Cannes del 2008 Tres monos, en horarios deprimentes, con toneladas de cine de autor en tu cabeza, registrando una tr¨¢gica historia de Estambul como si fuera Shakespeare.
Y me cansaba la densa venganza de un gui?apo realista, de un siervo que acepta por pragmatismo y por la seguridad de su familia hacerse cargo del crimen de su se?or, de un pol¨ªtico que hace norma de la corrupci¨®n ("vota, gilipollas", afirmaban las irresponsables consignas de los radicales ni?atos del 68), pero que no ha calculado los efectos de su servidumbre en su angustiado y drogota hijo, en su hastiada esposa, en las incertidumbres emocionales que hacen posible la traici¨®n.
Pero vuelvo a ver Tres monos por la ma?ana, en mi ciudad y en una sala vac¨ªa, y me engancho con esos primeros planos largamente sostenidos que hablan de insatisfacci¨®n, de sospecha, de miedo, de mentiras, de vergonzosa solidaridad, del perd¨®n, de lo que se siente y es imposible expresar, de los fantasmas ineludiblemente reales que habitan en el cerebro, de las sucias salvaciones cotidianas que impone la supervivencia.
Y no me cansan esas secuencias interminables reflejando en un careto lo que le est¨¢ ocurriendo a su coraz¨®n, en una paciente espera para que la amenazante tormenta desemboque en purificadora lluvia, para que desfile cada vag¨®n del tren antes de llegar a la estaci¨®n, para que los personajes nos muestren su verdad a trav¨¦s de un bistur¨ª mon¨®tono, de un lenguaje tan claustrof¨®bico como moroso.
Jam¨¢s voy a comprarme esta pel¨ªcula en DVD. La ad¨²ltera, el hijo yonqui y atormentado, el mosqueado marido y el pol¨ªtico depredador s¨®lo me interesan en una segunda y relajada visi¨®n en una sala de cine. Pero esas im¨¢genes, esa atm¨®sfera y esos sonidos tienen poder¨ªo, estilo, clima, autenticidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.