La impaciencia de Rimbaud
Acabo de leer la correspondencia de Rimbaud y debo confesar que me ha desilusionado, ya que pensaba que tratar¨ªa sobre temas m¨¢s extensos. Rimbaud, a lo largo de su vida, tuvo un campo amplio"; as¨ª reaccion¨® Alfred Bardey al leer la primera edici¨®n del epistolario de su antiguo empleado en Ad¨¦n y Harar. Si el valor de la informaci¨®n que brindan las cartas de un hombre de letras suele ser proporcional a su car¨¢cter revelador para el conocimiento de su obra, en el caso del poeta maldito Jean-Arthur Rimbaud la correspondencia es el ¨²nico hilo m¨¢s o menos firme para trazar el perfil de un hombre esquivo y herm¨¦tico.
Bajo el t¨ªtulo Prometo ser bueno: cartas completas, la editorial Barril & Barral ha iniciado su andadura con la publicaci¨®n, por primera vez en castellano, de toda la correspondencia del poeta franc¨¦s. Esta novedad coincide con la reciente aparici¨®n, en Francia, de una nueva edici¨®n de sus Obras completas en La Pl¨¦iade y de una monumental Correspondencia en las ediciones Fayard.
En la correspondencia habitan claramente sus dos naturalezas: el hombre que busca la libertad pero sabe que el dinero la har¨¢ m¨¢s accesible
M¨¢s que en cualquier otro campo, en el epistolario es pertinente la distinci¨®n entre dos partes en la vida de Rimbaud: una literaria, entre los quince y los veinte a?os, y otra posliteraria. La correspondencia de la primera etapa es escasa -se conocen 21 cartas- pero de intenso valor po¨¦tico: a los poemas que contienen se a?ade la po¨¦tica formulada en sus dos "cartas del vidente" (mayo de 1871), imprescindibles para entender al Rimbaud que en cinco a?os pasa de las formas de poes¨ªa m¨¢s antiguas, el hex¨¢metro en lat¨ªn, a los poemas en prosa libres de toda atadura formal de las Iluminaciones. Por lo que se refiere a la correspondencia posliteraria, que abarca un fren¨¦tico periodo de viajes tras el abandono de la poes¨ªa, diez a?os de comerciante en las costas del mar Rojo y unos meses en Francia antes de morir, el epistolario es m¨¢s abundante -194 cartas-, pero de escaso valor literario. Es in¨²til buscar aquello que Rimbaud daba por definitivamente zanjado: las cartas son las de un hijo a su madre y las que cabe esperar de un comerciante en una zona hostil. Sin embargo, es el mismo Rimbaud quien escribe todas estas cartas y el tono seco, pat¨¦tico, impaciente, mordaz y pragm¨¢tico se percibe desde la primera misiva hasta la ¨²ltima.
Id¨¦ntico patetismo muestra el adolescente que expresa sus ansias de libertad al profesor y primer confidente Georges Izambard -"me muero, me consumo en la mediocridad, en la malevolencia, en la monoton¨ªa. Qu¨¦ quiere usted que haga, me empecino espantosamente en adorar la libertad libre"- que el joven comerciante que, a 10.000 kil¨®metros de distancia, muestra a su familia su desconsuelo por el clima de Ad¨¦n, las condiciones de vida mediocres, el trabajo extenuante, las ganancias escasas, el aburrimiento y la soledad -"me encuentro bien a pesar de todo y os deseo lo mejor. Estamos en nuestras estufas primaverales; las pieles chorrean, los est¨®magos se estropean, los cerebros se turban, los negocios son infectos, las noticias malas"-. La misma acritud que le reproch¨® su amigo el poeta Paul Verlaine, invocando su "perpetua indignaci¨®n contra todas y cada una de las cosas", se transparenta en su epistolario africano: "La mala alimentaci¨®n, el alojamiento malsano, las ropas demasiado ligeras, las preocupaciones de todo tipo, el aburrimiento, la rabia continua entre unos negros tan tontos como canallas, todo esto act¨²a muy profundamente en la moral y en la salud, en muy poco tiempo. Un a?o aqu¨ª equivale a cinco en otra parte. Se envejece muy deprisa, aqu¨ª, como en todo Sud¨¢n".
Se ha criticado que el dinero sea un tema recurrente en la correspondencia del antiguo poeta, que las cartas respondan a necesidades demasiado pragm¨¢ticas. El inter¨¦s es en efecto uno de los principales m¨®viles de Rimbaud, quien a los diez a?os afirmaba querer ser rentista, y si en sus primeras cartas pide libros y favores o busca interlocutores que le ayuden a abrirse camino como poeta, en su "segunda vida" las cuestiones pecuniarias abundar¨¢n tanto en las cartas comerciales como en las que dirige a su madre, buena administradora de su econom¨ªa, con la que Arthur mantuvo una relaci¨®n fr¨ªa pero que fue su mayor interlocutora en su exilio. En la correspondencia habitan claramente sus dos naturalezas: la del hombre que busca la libertad pero sabe que el dinero la har¨¢ m¨¢s accesible.
La impaciencia, la imposibilidad de una vida sedentaria y la incapacidad para someterse a normas y personas, aut¨¦nticas constantes en la vida del "hombre de las suelas de viento", ser¨¢n tambi¨¦n las constantes de su epistolario. Como escribe el poeta Bernard No?l: "En su b¨²squeda de 'la verdadera vida' Rimbaud corre incansablemente y esa carrera se transforma en su obra. Ya durante los siete meses que pasa en Par¨ªs, cambia siete veces de domicilio, como si fueran la repetici¨®n a escala de los perpetuos desplazamientos que llevar¨¢n a Rimbaud de Par¨ªs a Bruselas, de Bruselas a Londres, de Londres a Charleville, de Charleville a Londres otra vez, luego de Alemania a Italia, de Austria a Holanda y de Holanda a Sumatra, Java, Chipre, Egipto, Ad¨¦n, Harar... Se dir¨ªa que algo escapa siempre en el momento de ser alcanzado de modo que la 'verdad' est¨¢ a¨²n m¨¢s all¨¢, en la siguiente ciudad o detr¨¢s del cercano horizonte. No hay renuncia, que es s¨®lo literatura para literatos; no hay m¨¢s que un movimiento que act¨²a en el interior a la manera de esa lengua nueva de la que Rimbaud dijo que ser¨ªa 'pensamiento que engancha al pensamiento y tira de ¨¦l". El fundamento de Rimbaud ser¨¢ por encima de todo el canto a la vida errante. Su vida fue, como predijo en Una temporada en el infierno, "demasiado inmensa para consagrarla a la fuerza y a la belleza" y se caracteriz¨® por la b¨²squeda constante, a trav¨¦s de palabras, libros, idiomas o pa¨ªses, de lo desconocido, de la libertad. La busc¨® en la poes¨ªa, adelant¨¢ndose a su ¨¦poca; una vez instalado en el cuerno de ?frica, se dispuso a "traficar en lo desconocido". Intent¨® componer una obra sobre Harar y los pa¨ªses gallas para la Sociedad Geogr¨¢fica, para lo que encarg¨® decenas de libros t¨¦cnicos, instrumentos de precisi¨®n y un aparato fotogr¨¢fico gracias al cual conservamos las pocas pero sugerentes im¨¢genes del Rimbaud abisinio. Algunos de sus escritos como explorador, no exentos de fuerza narrativa y anal¨ªtica y salpicados de la m¨¢s pura iron¨ªa rimbaldiana, merecieron en su momento la atenci¨®n de medios como el peri¨®dico cairota Le Bosphore Egyptien o el Bolet¨ªn de la Sociedad Geogr¨¢fica de Par¨ªs.
Por las cartas atraviesan sue?os extravagantes (formar una tropa de cazadores de elefantes, crear una raza superior de mulos, instalar una f¨¢brica de fusiles y municiones) y sus proyectos de viajar a India, Tonkin, Panam¨¢, Siria, China, Jap¨®n y sobre todo Zanz¨ªbar. En el momento de proyectar acuden a ¨¦l recursos narrativos e im¨¢genes vivas que es capaz de trasladar a las cartas con optimismo. Habla de las monta?as de Abisinia, "que es la Suiza africana, sin inviernos ni veranos: ?primavera y verdura perpetuas y la existencia gratuita y libre!", o de su alegr¨ªa de "dejar este espantoso agujero de Ad¨¦n donde tanto he sufrido" cuando se dispone a llevar una caravana de armas al rey de Choa, Menelik: "Voy a hacer un camino terrible: de Tadjura a Choa, hay cincuenta d¨ªas de marcha a caballo por desiertos abrasadores. Pero en Abisinia el clima es delicioso, ni fr¨ªo ni caliente, la poblaci¨®n es cristiana y hospitalaria; se lleva una vida f¨¢cil, es un lugar de descanso muy agradable para quienes se han embrutecido durante algunos a?os en las riberas incandescentes del mar Rojo". Pero sus proyectos, concebidos con entusiasmo y las dotes imaginativas propias del poeta vidente, fracasan antes de ser emprendidos, como si se consumaran en su imaginaci¨®n, y llega el desencanto: "Me aburro mucho, siempre; no he conocido a nadie que se aburra tanto como yo. Adem¨¢s, ?no es ¨¦sta una miserable existencia, sin familia, sin ocupaci¨®n intelectual, perdido entre negros cuya suerte quisiera uno mejorar mientras que ellos intentan explotarte y te ponen en la imposibilidad de liquidar los negocios en un breve plazo? ?Estoy obligado a hablar sus jerigonzas, a comer sus comistrajos, a padecer mil engorros originados por su pereza, su traici¨®n, su estupidez!".
El hombre que en 'Vagabundos' se dec¨ªa "apremiado por encontrar el lugar y la f¨®rmula" sinti¨® siempre que el tiempo le faltaba y esa sensaci¨®n de impaciencia e impotencia invade sus cartas. En Arabia y en ?frica los m¨²ltiples retrasos (encargos y cartas que se demoran; cuentas que tardan en saldarse; rutas de caravanas que se interrumpen paralizando sus negocios
...) le descorazonar¨¢n y le har¨¢n derivar hacia cierto determinismo: "Como los musulmanes, s¨¦ que lo que llega llega, y eso es todo"; "lo m¨¢s probable es que uno vaya m¨¢s bien a donde no quiere y que m¨¢s bien se haga lo que no se quiere hacer, y que uno viva y muera de manera muy diferente a como jam¨¢s quiso, sin esperanza de ninguna especie de compensaci¨®n". Tambi¨¦n har¨¢ uso de buenas dosis de sarcasmo, record¨¢ndonos al poeta c¨¢ustico que hab¨ªa sido, al comentar la inestable situaci¨®n pol¨ªtica de la zona, al describirse a s¨ª mismo o al caricaturizar a sus coet¨¢neos, lo que ofusc¨® a algunos y encandil¨® a otros, como el ingeniero Alfred Ilg, en quien Rimbaud encontr¨® a su mejor corresponsal, el m¨¢s inteligente y menos susceptible, y a un amigo en su soledad africana. "Al regreso de una breve excursi¨®n", le escrib¨ªa el suizo en 1888, "me encuentro con su amable carta. Me re¨ª mucho, se lo aseguro; observo con el mayor de los placeres que esa terrible m¨¢scara de hombre horriblemente severo oculta un buen humor que muchos tendr¨ªan raz¨®n en envidiarle".
Arthur Rimbaud nunca dej¨® de escribir, ni tras expediciones agotadoras ni siquiera tras la amputaci¨®n de su pierna. Desde su lecho de muerte compuso ep¨ªstolas desgarradoras, a?orando la vida errante de sus ¨²ltimos diez a?os: "?Qu¨¦ hast¨ªo, qu¨¦ agotamiento, qu¨¦ tristeza cuando pienso en todos los viajes que hice, lo activo que yo era hace apenas cinco meses! ?D¨®nde est¨¢n esas carreras por los montes, las galopadas a caballo, las excursiones, los desiertos, los r¨ªos y los mares? ?Y ahora mi vida de lisiado! ?Y yo que precisamente hab¨ªa decidido volver a Francia este a?o para casarme! ?Me despido del matrimonio, familia, futuro! Mi vida ha pasado y no soy m¨¢s que un trozo de carne inm¨®vil". El 10 de noviembre de 1891 mor¨ªa en Marsella. Desde entonces, su mito no ha dejado de crecer.
Prometo ser bueno: cartas completas. Arthur Rimbaud. Traducci¨®n de Paula Cifuentes. Barril & Barral. Barcelona, 2009. 400 p¨¢ginas. 25 euros. Oeuvres compl¨¨tes. Arthur Rimbaud. La Biblioth¨¨que de la Pl¨¦iade, 2009. Correspondance. Arthur Rimbaud. Fayard, 2007. Lola Mart¨ªnez de Albornoz es comisaria de la exposici¨®n Vida y hechos de Arthur Rimbaud, Casa Encendida / Huerta de San Vicente, 2007-2008, y ha publicado recientemente el audiolibro Rimbaud le¨ªdo por Jos¨¦ Luis G¨®mez y Georges Lavaudant. Casa Encendida, 2008. 12 euros.
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