El coste de la derrota
"Guste o no, ETA no va a ser derrotada policialmente", afirm¨® el jueves pasado en una entrevista en Radio Euskadi Arnaldo Otegi, haciendo descansar su afirmaci¨®n en que la existencia de ETA es una consecuencia de un "conflicto pol¨ªtico" todav¨ªa no resuelto. Ayer viernes, como si quisiera confirmar dicho pron¨®stico, ETA acab¨® con la vida de Eduardo Puelles, inspector de la Polic¨ªa Nacional dedicado a la lucha antiterrorista en Bilbao.
Aunque en los medios de comunicaci¨®n en estas ¨²ltimas semanas se nos hab¨ªa venido informando de la voluntad de la direcci¨®n de la organizaci¨®n terrorista de llevar a cabo un atentado terrorista de manera inminente, y a pesar de que la trayectoria de ETA deber¨ªa habernos vacunado frente a cualquier tipo de sorpresas en este terreno, no ha dejado de producirme una cierta sorpresa la noticia de este nuevo atentado.
A quien pone contra las cuerdas el asesinato cometido por ETA es a la izquierda 'abertzale'
Las muertes como consecuencia de atentados terroristas son todas est¨¦riles. Las posibilidades que tiene una organizaci¨®n terrorista de imponerse frente a un Estado democr¨¢ticamente normalizado son nulas. La evidencia emp¨ªrica de la que disponemos en Europa es aplastante. Incluso cuando hay un componente de tipo nacionalista en el origen de la organizaci¨®n. Una organizaci¨®n terrorista no llega siquiera a tener la entidad suficiente como para poder echarle un pulso al Estado. En el enfrentamiento a trav¨¦s del terror con el Estado, el final es siempre la derrota. La derrota policial primero y la derrota pol¨ªtica despu¨¦s. Pero primero la policial, porque dicha derrota es la que posibilita que la organizaci¨®n terrorista acabe interiorizando su derrota pol¨ªtica y acabe aceptando que su existencia ha dejado de tener sentido.
En contra de lo que dijo el jueves Arnaldo Otegi, ETA ya ha sido derrotada policialmente. Todav¨ªa no ha interiorizado esa derrota lo suficiente como para aceptar que tambi¨¦n ha sido derrotada pol¨ªticamente y extraer las consecuencias de la misma. Es posible que todav¨ªa tarde alg¨²n tiempo en hacerlo, pero cuanto m¨¢s tarde mayor va a ser el coste de la derrota para ella misma, para los presos y sus familiares, para la izquierda abertzale en su conjunto e incluso para el nacionalismo democr¨¢tico.
Si la presencia de ETA ha sido en el pasado una suerte de garant¨ªa de que ¨²nicamente el nacionalismo podr¨ªa gobernar el Pa¨ªs Vasco, ya no es as¨ª. La acci¨®n terrorista de ETA ha conducido a la proscripci¨®n electoral de la izquierda abertzale y, como consecuencia de ello, a dejar al nacionalismo democr¨¢tico sin mayor¨ªa para poder formar Gobierno.
Lo ocurrido esta semana, declaraci¨®n de Arnaldo Otegi primero y atentado terrorista despu¨¦s, solamente puede conducir a que la tendencia que se ven¨ªa manifestando en las ¨²ltimas convocatorias electorales en el Pa¨ªs Vasco y que ha cristalizado en la celebrada este a?o, se haga todav¨ªa m¨¢s profunda. O en el seno de la izquierda abertzale se produce un cambio inequ¨ªvoco y muy r¨¢pido, o va a quedar fuera del ¨²nico espacio pol¨ªtico en que todav¨ªa est¨¢ presente, en la esfera municipal.
Y la evidencia emp¨ªrica de la que disponemos indica que el sistema pol¨ªtico espa?ol en todos los niveles de su f¨®rmula de gobierno, estatal, auton¨®mico y municipal, puede funcionar perfectamente sin la participaci¨®n electoral de la izquierda abertzale. El coste de legitimidad de origen que supone impedir que una opci¨®n pol¨ªtica pueda participar en el proceso electoral y que sus votantes, en consecuencia, se vean en cierta medida privados del ejercicio del derecho de sufragio se ve compensado por la legitimidad de ejercicio que resulta de liberar a las dem¨¢s opciones pol¨ªticas de la amenaza de la violencia terrorista. As¨ª parece haberlo entendido la sociedad espa?ola y tambi¨¦n la vasca, en la que ni el funcionamiento regular de los servicios p¨²blicos ni el ejercicio de los derechos por la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos se ha visto afectado por la exclusi¨®n del brazo pol¨ªtico de ETA de la competici¨®n electoral.
Frente al atentado de ayer, la sociedad va a reaccionar como siempre, a trav¨¦s de la acci¨®n policial y judicial y, finalmente, de las instituciones penitenciarias. La eficacia de esa manera de proceder la conocemos bien todos, ETA incluida. La que tiene que reflexionar si va a seguir reaccionando como siempre o si, por el contrario, tiene que hacerlo de manera diferente, es la izquierda abertzale. Y sin que espere ninguna contrapartida por hacerlo. El asesinato cometido por ETA es un golpe doloroso para la sociedad espa?ola, pero a quien pone contra las cuerdas es a la izquierda abertzale, a la que est¨¢ dejando sin el ox¨ªgeno que necesita para sobrevivir pol¨ªticamente.
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