Frases hist¨®ricas
Un viaje al pasado a trav¨¦s de citas c¨¦lebres que ya forman parte de la memoria colectiva. Expresiones acu?adas por 50 personajes del mundo de la pol¨ªtica, la literatura, la ciencia o la filosof¨ªa, centradas en su entorno hist¨®rico por el escritor alem¨¢n Helge Hesse
S¨®lo s¨¦ que no s¨¦ nada
S¨®crates (hacia 470-399 a. C.)
Cuando el a?o 400 a. C. se acercaba a su fin, un tal Meletos present¨® en Atenas un escrito de acusaci¨®n. Su argumentaci¨®n parec¨ªa algo tra¨ªda por los pelos, y la pena solicitada, rid¨ªculamente exagerada. Meletos acusaba al fil¨®sofo S¨®crates, de setenta a?os, de no reconocer los viejos dioses e incluso introducir dioses nuevos y de corromper a la juventud; y por ello hab¨ªa que aplicarle nada menos que la pena de muerte.
S¨®crates era por aquel entonces el fil¨®sofo m¨¢s conocido de Atenas. Sin embargo, y por grande que fuera su fama, no se le ten¨ªa en absoluto por un ideal de su tiempo. Muchos de sus conciudadanos consideraban su actitud, su aspecto y su estilo de vida como una afrenta. A menudo, abordaba a desconocidos en medio de la calle y entablaba con ellos conversaciones filos¨®ficas que no siempre terminaban de forma agradable. Al que quisiera ir por la tarde a comprar al ¨¢gora, la plaza del mercado de Atenas, pod¨ªa sucederle que no pudiera llevar a cabo su deseo porque un hombrecillo sucio y desali?ado, de nariz aguile?a, cabez¨®n, de pelo ralo y frente ancha y pronunciada, le clavaba la mirada y, sin que viniese a cuento, le preguntaba qu¨¦ era la sabidur¨ªa o qu¨¦ pod¨ªa considerarse bueno y justo. Si el otro respond¨ªa, S¨®crates le formulaba inmediatamente la siguiente pregunta, que generalmente pon¨ªa en duda la respuesta anterior. Si el incauto ensayaba otra respuesta, ahora m¨¢s meditada, recib¨ªa al instante otra pregunta de S¨®crates, que abordaba de forma a¨²n m¨¢s incisiva las debilidades de su argumentaci¨®n y que lo dejaba a¨²n m¨¢s perplejo y dubitativo. Al cabo de un rato, la mayor¨ªa pensaba seguramente que S¨®crates s¨®lo quer¨ªa ponerles en rid¨ªculo. ?se no era, sin embargo, su objetivo: S¨®crates preguntaba para adquirir conocimiento. Interrogaba de esa forma no s¨®lo a los dem¨¢s, sino tambi¨¦n a s¨ª mismo, poniendo constantemente en duda sus ideas y conclusiones. Esa forma de conversaci¨®n en la que el maestro plantea siempre otra pregunta y anima al alumno a meditar sobre las preguntas que le son formuladas y sobre lo que quiere decir en las respuestas que da, para as¨ª alcanzar el verdadero saber, recibe en filosof¨ªa el nombre de m¨¦todo socr¨¢tico; era el instrumento m¨¢s valioso de S¨®crates en su pugna por alcanzar el verdadero conocimiento y la actitud correcta que se desprende de ¨¦ste.
"El fin justifica los medios" no aparece en la obra de Maquiavelo, pero es el hilo conductor de 'El pr¨ªncipe'
(...) El argumento socr¨¢tico "S¨®lo s¨¦ que no s¨¦ nada" fue esencial para la filosof¨ªa, pues toda b¨²squeda de conocimiento debe comenzar con la confesi¨®n de que hay algo que se ignora. S¨®crates quer¨ªa poner de manifiesto la ignorancia y la creencia err¨®nea de que se conoce algo y, mediante un razonamiento l¨®gico (que S¨®crates equiparaba a la virtud), guiar a los individuos hacia la actitud correcta.
El fin justifica los medios
Nicol¨¢s Maquiavelo (1469-1527)
Un retrato de Maquiavelo, realizado mientras a¨²n viv¨ªa, nos muestra a un hombre p¨¢lido, envuelto en una elegante y regia t¨²nica de pa?o grueso que parece esconder, y casi aplastar, un d¨¦bil cuerpo enjuto. Al posar para el pintor, el retratado era todav¨ªa un hombre joven. Los ojos oscuros y despiertos transmiten curiosidad y astucia. La boca, de labios finos y prietos, parece sonre¨ªr dentro del rostro angosto. ?Es ¨¦sta la sonrisa de un astuto hombre de poder? ?O simplemente muestra la melancol¨ªa de un hombre que ha visto los abismos del ser humano? ?Y la postura? La cabeza ligeramente ladeada hacia delante, con el pelo moreno y corto, aunque algo m¨¢s largo en la nuca. ?Se agacha a la espera de realizar un ataque artero, o es el gesto de Maquiavelo el de un hombre que suspira desilusionado?
Quien conozca la interpretaci¨®n usual de la obra m¨¢s conocida de Maquiavelo, Il principe (El pr¨ªncipe), reconocer¨¢ en el retrato descrito a un c¨ªnico hombre de poder alejado de cualquier tipo de moral. No en vano, el texto consiste en un manual pr¨¢ctico en el que Maquiavelo explica de qu¨¦ modo llega el soberano al poder y c¨®mo, acto seguido, logra afianzarse en ¨¦l. Y todav¨ªa resulta m¨¢s asombroso el lenguaje pr¨¢ctico, anal¨ªtico y claro con el que describe los, a veces, monstruosos m¨¦todos que posibilitan una exitosa subida al poder, y que hasta incluso parecen ser requeridos para lograr tal fin. Para ¨¦l no cab¨ªa duda: quien desee obtener ¨¦xito pol¨ªtico no debe arredrarse ante la mentira, la traici¨®n y la maquinaci¨®n, y en ocasiones deber¨¢ recurrir incluso al homicidio. Lo decisivo es ¨²nicamente alcanzar el poder pol¨ªtico. La m¨¢xima "El fin justifica los medios" no aparece de forma literal en la obra de Maquiavelo. Lo que ocurre es que, al establecerse como hilo conductor del libro El pr¨ªncipe y al ser all¨ª donde por primera vez en la historia es objeto de un amplio debate, se la suele asociar, por regla general, a Maquiavelo y a su obra m¨¢s difundida.
(...) Maquiavelo deseaba la unidad de su quebrantado pa¨ªs natal, y El pr¨ªncipe era su visi¨®n de c¨®mo pod¨ªa lograrse esa unidad en la forma de un seguro sistema estatal. Esta unidad ten¨ªa que ser llevada a cabo por un "hombre fuerte" y El pr¨ªncipe deb¨ªa ser su gu¨ªa pr¨¢ctica. En sus viajes conoci¨® al ambicioso C¨¦sar Borgia (1475-1507), personaje que le caus¨® una profunda impresi¨®n. La divisa de Borgia era: "Aut Caesar aut nihil" ("O C¨¦sar o nada"). ?Fue Borgia un modelo para El pr¨ªncipe? Teniendo en cuenta la descripci¨®n que Maquiavelo hace de la obtenci¨®n y la conservaci¨®n del poder, parece que la forma de actuar de Borgia sea su modelo en todo momento. ?ste logr¨®, gracias a la fuerza de su ej¨¦rcito mercenario, tener temporalmente una extensa parte de Italia bajo su control; adem¨¢s, supo quebrantar, o al menos refrenar, tanto el poder del Estado pontificio como el de numerosos pr¨ªncipes de provincias. Hasta parec¨ªa que pod¨ªa someter a toda Italia. C¨¦sar Borgia no se arredraba ni ante la crueldad ni ante la violencia. No s¨®lo fue un tirano como gobernador de las regiones que hab¨ªa conquistado, sino que tambi¨¦n asesin¨® a numerosos adversarios por medio de sus c¨®mplices o con sus propias manos. Esto nos recuerda el consejo que Maquiavelo brinda en El pr¨ªncipe: el gobernador debe intentar ser clemente, pero en caso de duda no debe amedrentarse ante la crueldad y la violencia.
Sangre, sudor y l¨¢grimas
Winston Churchill (1874-1965)
Menuda entrada en funciones! No se esperaba menos de Winston Churchill en Gran Breta?a, donde hac¨ªa tiempo que era conocido como un orador de verbo poderoso, cuando el 13 de mayo de 1940, en una de las horas m¨¢s graves de la historia brit¨¢nica, se dirigi¨® a la naci¨®n con las siguientes palabras, poco antes de ser nombrado primer ministro: "I have nothing to offer but blood, tears, toil and sweat" ("No tengo nada m¨¢s que ofrecer que sangre, l¨¢grimas, fatigas y sudor"). Abreviadas y cambiadas de orden en aras del ritmo, estas palabras se hicieron c¨¦lebres en la f¨®rmula "Blood, sweat and tears" ("Sangre, sudor y l¨¢grimas").
Europa estaba en guerra. Tras la invasi¨®n de Polonia por la Wehrmacht, el Reino Unido y Francia hab¨ªan declarado la guerra a Alemania. Durante a?os, Chamberlain, el predecesor de Churchill, hab¨ªa intentado evitar esa guerra, mientras que Hitler, desde su llegada al poder en 1933, no hab¨ªa escatimado esfuerzos para provocarla. Despu¨¦s de que Chamberlain hubiese tolerado las ofensivas de Alemania contra Austria, los Sudetes y Checoslovaquia, se hab¨ªa llegado a un punto en que la guerra ya no se pod¨ªa evitar: la estrategia del apaciguamiento hab¨ªa fracasado. Con el comienzo de la guerra, los focos volvieron a alumbrar a una figura que durante a?os hab¨ªa quedado en la sombra y cuyas exhortaciones a que se actuara militarmente contra el gran peligro que representaba Hitler hab¨ªan sido una pr¨¦dica en el desierto: Winston Churchill. Este descendiente del famoso duque John Churchill von Marlborough, quien en el siglo XVII hab¨ªa defendido los intereses de Inglaterra frente a las ambiciones de poder europeas de Luis XIV, hab¨ªa sido en las ¨²ltimas d¨¦cadas la figura m¨¢s controvertida de la pol¨ªtica brit¨¢nica. Se hab¨ªa hecho famoso cuando, en calidad de corresponsal en la guerra de los B¨®ers de 1899-1900, protagoniz¨® una huida espectacular despu¨¦s de haber sido hecho prisionero. Luego fue elegido diputado parlamentario y lleg¨® a ocupar diversos cargos ministeriales. A finales de los a?os veinte, tras haber fracasado como canciller del Tesoro, fue condenado al ostracismo pol¨ªtico. La carrera de Churchill parec¨ªa finiquitada, y su situaci¨®n se volv¨ªa m¨¢s precaria cada vez que tomaba la palabra para exigir una pol¨ªtica consecuente de mano dura: primero contra Mahatma Gandhi, quien aspiraba a lograr la independencia de la India y con ello pon¨ªa en peligro el n¨²cleo del imperialismo brit¨¢nico, y despu¨¦s, a partir de 1933, contra Adolf Hitler.
(...) La tenacidad de Churchill y el modo inflexible con que persigui¨® el objetivo de vencer a Hitler -de quien incluso rechaz¨® una oferta de paz- hicieron de ¨¦l la figura clave de la resistencia de la Europa libre frente al dominio de la Alemania nazi. Con la entrada en guerra de Estados Unidos y la oposici¨®n cada vez mayor del Ej¨¦rcito Rojo sovi¨¦tico a la ofensiva de la Wehrmacht, la influencia de Churchill mengu¨®. Al tiempo que fue quedando claro que Alemania y sus aliados perder¨ªan la guerra, Churchill se fue viendo cada vez m¨¢s relegado al papel de socio menor de Estados Unidos.
Tengo un sue?o
Martin Luther King (1929-1968)
El 28 de agosto de 1963, un domingo soleado, se reuni¨® una inmensa multitud al pie del Lincoln Memorial. Que el lugar de reuni¨®n fuera precisamente el monumento a ese presidente era algo muy adecuado al prop¨®sito de aquel d¨ªa. No en vano, cien a?os antes Abraham Lincoln hab¨ªa liberado a millones de personas de la esclavitud con la Proclamaci¨®n de Emancipaci¨®n de 1862 y la victoria de las tropas de la Uni¨®n en la guerra civil americana (1861-1865). Ahora los descendientes de esos antiguos esclavos ven¨ªan a reclamar lo que Lincoln hab¨ªa declarado en su c¨¦lebre discurso del 19 de noviembre de 1863 en el campo de batalla de Gettysburg; esto es, que la naci¨®n norteamericana se hab¨ªa fundado sobre la idea de la igualdad de todos los seres humanos. En 1963, esta igualdad todav¨ªa quedaba muy lejos para la gran mayor¨ªa de los afroamericanos. La mayor¨ªa de ellos viv¨ªan en la pobreza y en el sur del pa¨ªs sufr¨ªan una rigurosa segregaci¨®n racial. El que en las escuelas, las estaciones de tren, los teatros y cines se colgara el excluyente cartel de "For whites only" ("S¨®lo para blancos") s¨®lo era una parte del problema. Era impensable la posibilidad de desempe?ar cargos p¨²blicos.
Cien a?os despu¨¦s de las palabras de Lincoln, entre los 250.000 congregados ante su monumento no s¨®lo hab¨ªa personas de piel negra; m¨¢s de 60.000 blancos se hab¨ªan adherido a la marcha a Washington. (...) Despu¨¦s de numerosos discursos, comunicados y cantos a la libertad y la igualdad de todas las personas, apareci¨® ante la multitud, justo despu¨¦s de que la cantante de blues Mahalia Jackson interpretase un espiritual negro, un hombre de color: Martin Luther King Jr., ministro de la Iglesia bautista nacido en Georgia y jefe del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. Ese instante se convirti¨® en uno de los momentos estelares de su vida.
(...) Al comienzo de su discurso, Luther King invoc¨® a Lincoln: "Hace cien a?os, un gran americano, bajo cuya simb¨®lica sombra nos encontramos hoy, firm¨® la Proclamaci¨®n de Emancipaci¨®n". Sin embargo, hoy -continu¨®- todav¨ªa no existe esta igualdad. (...) Su discurso fue una obra maestra en la elecci¨®n de las palabras y el ritmo, y no s¨®lo iba a ser inolvidable para las personas que lo oyeron ese d¨ªa de verano en la capital estadounidense, sino que, incluso como texto le¨ªdo, las palabras de Luther King no han perdido su capacidad de emocionar. (...) Termin¨® con una serie de frases, pronunciadas con un tono de voz variable y que comenzaron todas ellas con las palabras "I have a dream" ("Tengo un sue?o"): "Tengo un sue?o, el sue?o de que un d¨ªa mis cuatro hijos peque?os vivan en una naci¨®n que no los juzgue por el color de su piel, sino por su car¨¢cter... ?Hoy tengo un sue?o!".
Luther King concluy¨® su discurso exhortando a todos los presentes a hacer "que repicase la libertad" por todo el pa¨ªs. "Cuando repique la libertad y la hagamos repicar en cada aldea y en cada caser¨ªo, en cada Estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del d¨ªa en que todos los hijos de Dios, negros y blancos, jud¨ªos y cristianos, protestantes y cat¨®licos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: '?Libres al fin! ?Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ?somos libres al fin!".
(...) La marcha no s¨®lo provoc¨® rechazo entre los blancos conservadores. Los dirigentes radicales del movimiento negro reprocharon a Luther King que hubiera suavizado el conflicto racial y que hubiese representado una "versi¨®n de clase media" del verdadero Black Movement. Haciendo un juego de palabras, Malcolm X llam¨® a la manifestaci¨®n Farce on Washington (Farsa de Washington). Con todo, aquella manifestaci¨®n tuvo mayor influencia en la pol¨ªtica y la opini¨®n p¨²blica que cualquier otro acto anterior del Movimiento por los Derechos Civiles, y la marcha se convirti¨® en un modelo para los activistas de todos los dem¨¢s movimientos de emancipaci¨®n y liberaci¨®n. En la d¨¦cada de 1960, estos movimientos, no s¨®lo en Occidente, tuvieron una influencia cada vez mayor en el progreso de las sociedades.
La vuelta a la historia en 50 frases, de Helge Hesse. Ediciones Destino. Se publica el 23 de junio. Precio: 22,50 euros.
![El reverendo Martin Luther King, en un momento de su discurso en Washington (EE UU) el 28 de junio de 1963.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TRXGV3DXWM5GAHXBUBTMR5RHYA.jpg?auth=75f0139cad6d3c578d6a1ac87be388c6e9fce596cd21602e6eb1b3f9ae95f95c&width=414)
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