Verd¨² conquista a Coppola
Por qu¨¦ Maribel Verd¨² es la persona que en m¨¢s ocasiones me he encontrado en la calle en los ¨²ltimos a?os? Hay diversas teor¨ªas: una, corroborada por ella misma, es la que sostiene que Maribel es una gran zascandila y le encanta Madrid, pasear, comprar, comer y cenar en restaurantes; otra, en la que sorprendentemente yo no hab¨ªa reparado y que ella apunta, es que tal vez el secreto de tanto encuentro se deba a que yo comparto esas mismas aficiones; la tercera, que nuestros encuentros se producen por pura chiripa. La pura chiripa existe, pero no lo explica todo. Ella es callejera, y como yo lo soy, logramos empeque?ecer el tama?o de Madrid. De esta forma, llevamos pis¨¢ndonos los talones 12 a?os, desde que nos presentara en el restaurante La Fuencisla el director Ricardo Franco. El motivo de aquella comida, en la que tambi¨¦n estuvo Luis Alegre (el Pep¨ªn Bello del cine espa?ol) y el actor Antonio Resines, fue la voluntad de Franco de agradecer a Mu?oz Molina un art¨ªculo elogioso que public¨® en este peri¨®dico sobre La buena estrella. Maribel lleg¨® cuando ya est¨¢bamos todos sentados. Fue directa a Antonio, le abraz¨® c¨¢lidamente y le dijo: "No sabes lo que me gust¨® tu art¨ªculo, lo ¨²nico que dio pena fue que hablaras de todo el mundo menos de m¨ª". El reproche fue tan sincero y poco agresivo que se diluy¨® pronto en el curso de la conversaci¨®n. S¨®lo qued¨® en la mente del escritor el convencimiento de que, en efecto, deb¨ªa haberla nombrado. El personaje de "la tuerta" fue uno de esos papeles que subrayaron sus cualidades de actriz dram¨¢tica.
Yo puedo ser viejo, pero En m¨ª sigue viviendo el joven al que hieren las cr¨ªticas(COPPOLA)
Maribel Ten¨ªa el papel m¨¢s dif¨ªcil de todos, pero sali¨® triunfante, es maravillosa (COPPOLA)
En el rodaje iba dando besos y abrazos, y los americanos me miraban desconcertados(MARIBEL VERD?)
?Qu¨¦ hago yo en los ¨¢ngeles? Necesito estar rodeada de la gente que me quiere(MARIBEL VERD?)
Esta an¨¦cdota podr¨ªa definir cu¨¢l ha sido la naturaleza de la relaci¨®n que el espectador espa?ol ha tenido con Maribel: se trata de alguien tan familiar desde que irrumpiera en la pantalla a los 13 a?os, que en ocasiones, injustamente, no se ha reparado en su trabajo. Como alguien cuya presencia se diera por supuesta. No es s¨®lo que la hayamos visto literalmente crecer, sino que su temperamento alegre, tendente a acortar distancias, desprende, m¨¢s que el halo misterioso de las divas, esa especie de mantra que las personas de sonrisa inmediata llevan escrito en la cara: "Es f¨¢cil llevarse bien conmigo".
Maribel es f¨¢cil. Y eso favorece el ambiente, loco y risue?o, que se ha generado en este estudio de fotograf¨ªa de una callecita popular del barrio de Ciudad Lineal. El ¨²ltimo sitio en el que cualquiera esperar¨ªa tener un encuentro con uno de los santones de la direcci¨®n cinematogr¨¢fica, Francis Ford Coppola, que ha venido a promocionar su ¨²ltima pel¨ªcula, Tetro. Francis, sin m¨¢s. Aqu¨ª es Francis. Y Francis, animado por el fot¨®grafo Jordi Soc¨ªas, se ha calzado un sombrero panam¨¢ que acent¨²a esos rasgos imponentes que sus abuelos le dejaron como herencia italiana, y camina c¨®micamente de un lado a otro del teatrillo que le han montado. Coppola obedece divertido. Francis-Francis, como lo llama Maribel, repitiendo invariablemente su nombre.
-Es un encanto -dice-, siempre educado. Educado con cualquiera. Ya quisieran muchos. Me tuvo un mes en su casa de Palermo (Buenos Aires) y s¨®lo puedo decir cosas buenas de c¨®mo me trataron ¨¦l y su mujer, Eli. Cenaba con ellos, nos ba?¨¢bamos en la piscina, ten¨ªamos una convivencia real. S¨®lo que a veces me estallaba la cabeza del enorme esfuerzo que ten¨ªa que hacer con el ingl¨¦s y me retiraba a mi cuarto sin salir ni a cenar porque no pod¨ªa m¨¢s.
-Me sorprendi¨® tu ingl¨¦s. Sobre todo, suena muy natural, con un suave acento espa?ol; cuando nuestro acento no es fuerte, a ellos les resulta muy agradable.
-Yo no sab¨ªa nada de ingl¨¦s, vaya, lo que aprende todo el mundo en el colegio, y siempre he sido muy vaga para los idiomas, as¨ª que, cuando me llam¨® mi representante a M¨¦xico para que me acercara a Guatemala porque Coppola quer¨ªa conocerme, le dije, no, dile que no. Adem¨¢s, me parec¨ªa un l¨ªo, estaba en plenas vacaciones, me daba corte, no pod¨ªa expresarme como yo soy... Pero ¨¦l insisti¨®, insisti¨® tanto, que fui a verlo. Lo curioso es que en ning¨²n momento me dijo lo que quer¨ªa de m¨ª, aunque me confes¨® luego que, a partir de ese momento, supo que yo ser¨ªa la chica de la pel¨ªcula. Total, que empec¨¦ a darle duro al ingl¨¦s. Tanto, que, cuando finalmente viaj¨¦ a Argentina para preparar la pel¨ªcula, ¨¦l me dijo [se r¨ªe]: "Ahora el problema va a ser que sabes demasiado". Y, de hecho, en algunos momentos me correg¨ªa porque quer¨ªa que sonara m¨¢s espa?ola, que intercalara expresiones en espa?ol. Pero no puedo m¨¢s que sentirme agradecida porque ha ejercido sobre m¨ª una especie de paternidad.
Paternidad profesional la de Coppola, s¨ª, pero, por lo que aprecian mis ojos, cargada de emoci¨®n er¨®tica. De hecho, cuando Soc¨ªas le indica a Maribel que se siente en las rodillas de Francis como se sentar¨ªa una hija encima de su padre, se puede percibir una reacci¨®n de iron¨ªa general en el ambiente. No es la mirada de Coppola la de un padre, es la de un hombre de setenta a?os que tiene en sus brazos a una mujer que le gusta mucho. Maribel se sienta en sus piernas sin barrera alguna. No hay pudor, sino una franqueza f¨ªsica que es, tal vez, lo que la convirti¨® desde la adolescencia en una actriz que despertaba pasiones er¨®ticas. "Claro que no me ha importado nunca desnudarme, si no lo hubiera hecho hubiera perdido mis mejores papeles. Fui mucho m¨¢s precoz en el mundo de la ficci¨®n que en la realidad. Ech¨¦ un polvo en el cine a los 14 a?os, mucho antes de hacerlo de verdad. Me ense?¨® Ricardo Franco, que para m¨ª ha sido mi gran amigo en este mundo. Imag¨ªnate a Ricardo, con lo peque?o que era, subido encima de un enorme Fabio Testi, indic¨¢ndome c¨®mo me ten¨ªa que mover. Ricardo fue mi amigo m¨¢s especial; su muerte y la de mi abuela han sido los momentos m¨¢s tristes de mi vida".
El estilista Jos¨¦ Juan Rodr¨ªguez, que lleva trabajando para ella m¨¢s de una d¨¦cada, y yo observamos la escena divertidos. Francis-Francis y Maribel entonan ahora un bolero que alguien ha hecho sonar por los altavoces. El papel de un estilista en la vida de una actriz que tiene un nivel de exposici¨®n p¨²blica como el de la Verd¨² es fundamental. Lejos de ser un capricho de una estrella, se trata de aligerar esa pesada rutina que consiste en vestirse adecuadamente para alfombras rojas y apariciones p¨²blicas. "Maribel", dice Jos¨¦ Juan, "se ha convertido en la mujer estilizada y elegante que es. Me acuerdo (se r¨ªe) de cuando sal¨ªa en la pel¨ªcula de Bigas Luna, con toda esa carnalidad incontenible. Era una joven de barrio, con aquella melena rizada siempre despeinada y una manera de vestir muy pintona, muy de la ¨¦poca. Con el tiempo, entre los dos, hemos ido puliendo esa imagen y ahora las firmas se matan por vestirla. Es una de las m¨¢s elegantes. Tendemos a la naturalidad, se ve mucha laca por esas alfombras rojas. Ja, ja, ja...".
Coppola canta entonado y presumiendo de espa?ol B¨¦same mucho. Maribel hace lo propio besando la frente del director de El?Padrino. Al d¨ªa siguiente, cuando estemos comiendo en un restaurante ella y yo a solas, me confesar¨¢ que lo que m¨¢s le costaba entender de los estadounidenses que trabajaban en el rodaje era la manera absolutamente distinta con que ellos entienden la cercan¨ªa f¨ªsica. "En esto excluyo a Francis, al que se le nota su ascendencia italiana, pero los otros... Yo iba dando besos y abrazos a los compa?eros del equipo porque he trabajado tantas veces en Argentina que all¨ª me conoce todo el mundo, y los americanos me miraban desconcertados". Resulta evidente que su temperamento, en absoluto reservado, conecta mejor con los caracteres latinos. M¨¦xico, por ejemplo, a ra¨ªz del rodaje de Y tu mam¨¢ tambi¨¦n, se ha convertido en el pa¨ªs adonde regresa todos los a?os de vacaciones.
Al director mexicano Alfonso Cuar¨®n lleg¨® por la recomendaci¨®n de Fernando Trueba, y a Coppola, a trav¨¦s de la de Cuar¨®n, aunque tambi¨¦n es probable que el director americano la viera en El laberinto del fauno, como la vi yo, en un cine lleno, en Nueva York. Sociable y poco dada a la reclusi¨®n en los rodajes, su manera de trabajar se ve afectada por el ambiente que perciba a su alrededor mientras act¨²a. Fernando Trueba, que la ha visto crecer en todos los sentidos, recuerda a aquella Maribel de 15 a?os que protagoniz¨® El a?o de las luces: "Era ya incre¨ªble, muy seria en el trabajo, perfeccionista, perfecta. No fallaba nunca un di¨¢logo, ni una posici¨®n. Mec¨¢nicamente, parec¨ªa una actriz que hubiera hecho m¨¢s de cien pel¨ªculas. Pero, sentimentalmente, te ofrec¨ªa sutilezas, ten¨ªa una mirada tremenda, de esas que te piden un primer plano. En Belle ¨¦poque, Azcona y yo escribimos un personaje pensando en ella; era un personaje casi de comedia italiana, y en ese registro tambi¨¦n es grande. Como compa?era es un encanto, siempre sonr¨ªe, da gusto. S¨®lo se le tuerce el gesto cuando percibe alg¨²n tipo de maldad en el entorno".
La sesi¨®n de fotos se da por concluida y hacemos ahora nuestro particular posado con el director, que consiente en verse abrazado y fotografiado por unos y por otros, que baila (al menos conmigo), que canta, que se deja querer. Est¨¢ contento, aunque hoy no haya comido como al se?or Coppola le gustar¨ªa. Esa alegr¨ªa est¨¢ relacionada con el cari?o con que su anfitriona lo est¨¢ manejando. Maribel se lo llev¨® el primer d¨ªa a comer a La Ancha, donde dio cuenta de tortillas y croquetas. Por la noche le invitaron a tapear en un garito flamenco, Cardamomo, en el barrio de las Letras.
Mientras el director se salta su sagrada comida, su se?ora, Eleanor, Eli, se deja invitar por este peri¨®dico para charlar sobre su libro de memorias. M¨¢s tarde, cuando lea el velado reproche que la compa?era del genio dej¨® caer en la entrevista ("Con Francis no hablo de mi trabajo. Con ¨¦l siempre se habla del suyo"), no podr¨¦ contener la risa: mi conversaci¨®n con Coppola no llega a ser tal, se trata m¨¢s bien del mon¨®logo de alguien tan sumido en su mundo que, como respuesta a mi primera pregunta, "?por qu¨¦ ha tardado tanto en escribir un gui¨®n original?", se lanza a narrar sin pausa su procelosa vida profesional. Casi no caben m¨¢s preguntas. Eso s¨ª, lo hace con una mezcla tal de generosidad, necesidad de ser comprendido y egolatr¨ªa, que ser¨ªa malvado discernir en qu¨¦ porcentaje conviven cada uno de estos elementos de su discurso.
-Sencillamente, la vida me llev¨® por otros derroteros. Yo quer¨ªa escribir mis propios guiones, hacer pel¨ªculas independientes, pero en los estudios nadie estaba interesado. Hab¨ªa escrito ya alg¨²n gui¨®n, ten¨ªa fama de joven brillante, pero a¨²n me pregunto por qu¨¦ me eligieron a m¨ª para dirigir El Padrino. Yo creo que como no se hab¨ªa hecho una pel¨ªcula de g¨¢nsteres en mucho tiempo, era un g¨¦nero que se consideraba desfasado, y los grandes directores no se mostraron interesados. Por otra parte, yo les sal¨ªa mucho m¨¢s barato [el relato de sus desacuerdos con los estudios acerca de la luz, el reparto y la concepci¨®n art¨ªstica de la pel¨ªcula forma parte de la historia del cine]. Nadie se esperaba el ¨¦xito que tuvo. Puedo decir que ha sido mi ¨²nico ¨¦xito inmediato. Despu¨¦s quise volver a mi vocaci¨®n inicial, la de dirigir historias m¨¢s personales, y ah¨ª vino La conversaci¨®n, pero los estudios volvieron a desviarme de mi camino pidi¨¦ndome la segunda parte de El Padrino. Nunca pens¨¦ que debiera haber una segunda parte, y menos, una tercera. Para m¨ª era una historia zanjada con la primera. Por otra parte, si me hubiera conformado con el dinero que gan¨¦ y lo hubiera invertido sensatamente, tal vez hubiera podido encauzar mi trayectoria, pero fui ambicioso y quise crear una gran productora y me embarqu¨¦ en comprar unos estudios. El resultado es que me arruin¨¦. As¨ª que, como ten¨ªa una familia que mantener y una deuda enorme con los bancos, la vida me arrastr¨® a dirigir grandes pel¨ªculas. Por fortuna, mi mujer siempre me ha apoyado en todos los l¨ªos en los que me he metido. Aunque a veces esos l¨ªos me han salido bien, como la producci¨®n de vinos. Desde que yo empec¨¦ con los vi?edos hasta ahora, la concepci¨®n que los americanos ten¨ªan del vino ha cambiado. Ahora el vino se considera una bebida cool y saludable.
-?Y la cr¨ªtica [se lo pregunto sabiendo ya que la cr¨ªtica de Tetro no ha sido buena] distingue entre esos dos Coppolas que hay en usted?
-Ah, la cr¨ªtica. La cr¨ªtica es en mi pa¨ªs como dos partidos pol¨ªticos. Uno conservador, que s¨®lo quiere que se produzca el tipo de pel¨ªculas que gustan a los estudios; el otro, m¨¢s progresista, que acepta el cine de autor. Yo no los entiendo. Siempre hay una especie de controversia en torno a m¨ª. Se pasan la vida record¨¢ndome que yo fui el gran director de El Padrino, de Apocalypse Now... ?Y lo irritante es que Apocalypse Now tampoco les gust¨® cuando se estren¨®! Por fortuna, a veces el p¨²blico se revela contra la imposici¨®n de la cr¨ªtica. A m¨ª me ha salvado el hecho de que la gente ha seguido yendo a ver mis pel¨ªculas. Ahora mismo, cuando Tetro se estren¨® en Cannes, los cr¨ªticos dijeron que la gran acogida de la pel¨ªcula se debi¨® a que el p¨²blico quiere a Francis, no a los m¨¦ritos de la pel¨ªcula en s¨ª. ?Pero eso no es cierto!
En ese momento, maribel, vestida ya de calle, cruza por delante del sof¨¢ donde mantenemos la conversaci¨®n.
-?Maribel! -la llama Coppola- Maribel, ?le puedes contar, por favor, c¨®mo recibi¨® el p¨²blico la pel¨ªcula en Cannes? Cu¨¦ntaselo. ?Cu¨¢nto tiempo estuvieron aplaudiendo, 10 minutos?
Hay una sorprendente vulnerabilidad en?el tono, algo infantil en la manera en que pide ayuda a su actriz. ?ste es uno de esos momentos en los que merece la pena estar presente; la prueba de que ni los a?os ni la gloria protegen contra las malas cr¨ªticas. "Yo puedo ser viejo, dice, pero dentro de m¨ª sigue viviendo el joven al que hieren las cr¨ªticas crueles". Entonces, Maribel, al rescate, habla de esos 15 minutos en que los admiradores del viejo director ovacionaron una pel¨ªcula bella en factura, pero que los cr¨ªticos han considerado pretenciosa y argumentalmente absurda. Qui¨¦n sabe si, como ¨¦l afirma, dentro de 10 a?os, la cr¨ªtica le conceder¨¢ a Tetro lo que ahora le niega.
-?Por qu¨¦ me atacan? no lo s¨¦. Todas mis pel¨ªculas han ido envueltas en pol¨¦mica. Es mi sino. Est¨¢ claro que no juzgan la pel¨ªcula, me juzgan a m¨ª. Ellos consideran que es m¨¢s noticia escribir que un t¨ªo como Coppola ha fracasado en Cannes que escribir que ha triunfado. Tambi¨¦n es m¨¢s socorrido comparar mi ¨²ltima pel¨ªcula con la que dirig¨ª hace 40 a?os. Me gustar¨ªa que la cr¨ªtica me iluminara, que me dijeran en qu¨¦ creen ellos que puedo mejorar. Pero no, ellos me comprenden mejor cuando les hablo con el lenguaje de las grandes producciones.
-Y el hecho de elegir Buenos Aires... Porque lo cierto es que Buenos Aires y Nueva York tienen un aire muy familiar.
-Necesitaba un sitio barato donde poder rodar. Europa, imposible, por el euro. As¨ª que Buenos Aires, es verdad, comparte con Nueva York su herencia italiana, es una ciudad preciosa, se come bien, se rueda barato. En mi pa¨ªs es imposible hacer pel¨ªculas as¨ª. Ustedes tienen ministro de Cultura, apoyan la cultura, ofrecen subvenciones, tienen acuerdos con la televisi¨®n. En mi pa¨ªs no existe nada de eso [es ir¨®nico, no sabe la cantidad de cr¨ªticas que generan en Espa?a las ayudas al cine]. Y para m¨ª, hacer pel¨ªculas siempre ha sido algo m¨¢s que un negocio.
-Esta pel¨ªcula es una tragedia familiar. La insoportable sombra que un padre que fue un m¨²sico c¨¦lebre ejerce sobre los hijos... Su padre, Carmine Coppola, tambi¨¦n fue un m¨²sico relevante.
-Bueno, escribiendo ficci¨®n siempre se descubren cosas sobre uno mismo, pero, obviamente, ¨¦sta no es la historia de mi vida. Mi padre, por ejemplo, pensaba que entre mi hermano y yo, yo era el menos dotado para estudiar, pero mi padre era un hombre comprensivo, nada que ver con el padre de Tetro, era un hombre excepcional, muy culto, aunque no hab¨ªa tenido suerte en su profesi¨®n. Curiosamente, cuando yo empec¨¦ a escribir guiones y a dirigir le fui proporcionando trabajo; eso le ayud¨® a realizar sus sue?os y a ganar el Oscar por la m¨²sica que compuso junto a Nino Rota para la segunda parte de El Padrino.
-Y en cuanto a sus hijos... Hay alg¨²n tipo de rivalidad...
-Yo considero que es l¨®gico que mis hijos trabajen en el mundo del cine porque es all¨ª donde se criaron. Yo no quise separarme de ellos mientras rodaba, as¨ª que crecieron como en un circo, de un lugar a otro. Hasta estuvieron conmigo en la selva cuando rodamos Apocalypse Now. Ech¨¦ mano de ellos para que hicieran peque?os papeles desde que eran beb¨¦s. Crecieron en ello, es su universo natural.
-Y de nuestra Maribel...
-Maribel es... Ten¨ªa el papel m¨¢s dif¨ªcil de todos, pero sali¨® triunfante, es maravillosa.
Lo que coppola ve en ella queda dicho en la pel¨ªcula, cuando el personaje de Tetro le dice a su hermano: "Eh, ?qu¨¦ te parece? ?No te recuerda a Ava Gardner?".
El tiempo se ha terminado. La troupe de asistente, representante, actriz y el gran Coppola ha de partir para otra entrevista. "?Por qu¨¦ tenemos que irnos?", dice el director se?al¨¢ndome, "con ella me sent¨ªa a salvo". Tan ensimismado como encantador, tan capaz de hablar de s¨ª mismo durante media hora como de hacerte un comentario amable sobre la ropa que llevas puesta. El eg¨®latra afectuoso, el monologuista cercano.
Dos d¨ªas despu¨¦s, Maribel y yo nos citamos en un restaurante de Malasa?a donde se deja ver a menudo. Su marido, Pedro Larra?aga, empresario teatral, tiene la oficina cerca, y son habituales del men¨². De hecho, hoy, Pedro nos saluda desde otra mesa. Los clientes la reconocen, la miran, pero la naturalidad que desprende la artista se contagia en el ambiente y, casi enseguida, se convierte en una m¨¢s del local.
-S¨ª, la popularidad es algo que hay que relativizar. Yo no podr¨ªa dejar de llevar la vida que me gusta. S¨®lo me pongo literalmente enferma cuando veo que alguien me graba con el m¨®vil. Mis compa?eros del teatro (Aitana S¨¢nchez Gij¨®n, Pere Ponce y Antonio Molero) lo saben, saben que me pongo de mala leche y que no lo tolero.
-Pero habitualmente se te ve relajada... Con capacidad de vivir tu vida.
-Es que ¨¦sa es mi prioridad, por eso no he podido irme a vivir a Los ?ngeles, por ejemplo. ?Qu¨¦ hago yo all¨ª? Necesito estar rodeada de la gente que me quiere.
-Porque pel¨ªculas all¨ª te han ofrecido...
-S¨ª, claro, americanadas me ofrecen, pero eso no me aporta nada.
-Con lo cual, has tenido la suerte de que han sido los directores los que han llamado a tu puerta.
-Yo no s¨¦ ofrecerme. Tambi¨¦n he pasado mis tiempos de sequ¨ªa, por ejemplo, antes de que Guillermo del Toro me ofreciera El laberinto del fauno. Fueron dos a?os. Me llegaban guiones, pero no me gustaban. Alguna vez sent¨ªa inquietud por no trabajar, pero mi marido me ayud¨® mucho a que supiera esperar. As¨ª que esper¨¦, y la pel¨ªcula de Guillermo lleg¨® en Reyes, como un regalo de Navidad. Puede que en otro momento de mi vida el trabajo fuera mi prioridad, tal vez por eso hac¨ªa una pel¨ªcula detr¨¢s de otra, pero ahora no lo es. Y que conste que cuando me interesa un gui¨®n me entrego como una leona, pero vivir es lo fundamental, y Espa?a me encanta. Pasear por Madrid, ir escuchando m¨²sica por la calle...
-?Qu¨¦ llevas? -le pregunto se?al¨¢ndole la BlackBerry.
-Ah, de todo, soy muy ecl¨¦ctica, AC/DC, Mika, Chopin, Aretha Franklin...
-Comer fuera...
-Comer y cenar fuera. Entre otras cosas porque no s¨¦ hacer ni un huevo frito. Deber¨ªa, pero no s¨¦. Me encanta comer, me encanta comerlo todo con mayonesa, especialmente la mayonesa Calv¨¦ [se r¨ªe]. Yo como lo que quiero, bebo, fumo, aunque no demasiado. Y me encuentro mejor ahora que cuando ten¨ªa veintitantos a?os y sal¨ªa en todas las listas de mujeres m¨¢s deseadas. Ahora gusto m¨¢s a los hombres de mi generaci¨®n, me encuentro m¨¢s hecha, los rasgos m¨¢s afilados. Lo hablo a veces con Aitana, que siente lo mismo. Y disfruto al arreglarme, me gusta sentirme guapa. Si me ves as¨ª [se?ala su blusa, de una seda dorada] no es que me haya vestido para una entrevista, no. Yo disfruto con el simple acto de arreglarme.
-?Y cu¨¢ntas veces te preguntan por tu nulo inter¨¦s en tener hijos?
-Ufff... ¨¦sa es la pregunta que me persigue. Yo no veo que a las madres les pregunten por qu¨¦ quisieron tenerlos, as¨ª que yo no veo por qu¨¦ tengo que dar explicaciones. No quiero tener hijos y ya est¨¢.
-Y, bueno, finalmente, ?qu¨¦ te queda de la pel¨ªcula que has hecho junto a Coppola?
-En fin, yo s¨¦ que las cr¨ªticas no han sido buenas, pero, si quieres que te diga la verdad, lo que m¨¢s me importa es el proceso. ?Claro que quieres hacer una gran pel¨ªcula! Pero digamos que lo m¨¢s importante para m¨ª es rodar. Me encantan los rodajes.
-Y el teatro...
-Bueno, mi experiencia con esta obra de Yasmina Reza (Un dios salvaje) est¨¢ siendo especial. Estamos tan enganchados a la camarader¨ªa que se ha creado entre los cuatro, que hemos alargado la funci¨®n una temporada m¨¢s. Nos cuesta dar la experiencia por terminada.
S¨ª, delante de m¨ª tengo a una mujer sin ansiedad, o con un nivel de ansiedad insignificante para ser una actriz con cerca de los 40. Cuando ten¨ªa 13 a?os empez¨® a visitar castings acompa?ada por su madre y a espaldas de su padre, y cuando se vio por primera vez en un rodaje pens¨®: "?ste es mi mundo". Su naturalidad (que constato cada vez que me la encuentro callejeando) y la frecuencia con la que su sonrisa nos ha acompa?ado durante todos estos a?os ha despertado una admiraci¨®n entregada del p¨²blico, pero un reconocimiento tard¨ªo por parte de sus compa?eros de profesi¨®n. Aunque ella, sin agobios, sin perder la cabeza, simplemente, con el fruto de su trabajo y un talante de antiestrella, se ha ido colocando en pel¨ªculas notables y en interesantes producciones extranjeras. Para la profesi¨®n sigue siendo Maribel, a secas. "Nunca pens¨¦ en ser otra cosa", me dice, "eso s¨ª, me hubiera gustado tener una licenciatura en alguna filolog¨ªa, algo que me confiriera un atractivo intelectual".
Pero, en el fondo, no es algo que le quite el sue?o. Ha nacido para disfrutar de la vida. No tiene reservas. Bueno, s¨®lo una. Cuando le pregunto cu¨¢l es ese perfume que lleva y que nos ha estado envolviendo durante toda la comida, me escribe el nombre en un papel, y a?ade: "Pero, por favor, no lo escribas ni lo digas, que hace a?os me hiciste la misma pregunta y lo escribiste en un art¨ªculo. Aqu¨¦l no me importaba compartirlo, pero ¨¦ste es tan especial que prefiero reserv¨¢rmelo".
Huele a tocador antiguo, a limpio, a dama de otra ¨¦poca, a polvos de talco, a ni?a que juega con los frascos de colonia y las pinturas de su madre. S¨ª, es un perfume tan evocador, que una vez que me lo compro y me lo pongo (esa misma tarde), varias personas me preguntan por ¨¦l. Y yo, leal a su secreto, contesto: "Huelo a la Verd¨²".
Por Gregorio Belinch¨®n
Gran Caf¨¦ Tortoni. Cualquier gu¨ªa de Buenos Aires aclarar¨¢ enseguida que est¨¢ en la (m¨ªtica) avenida de Mayo, que tiene m¨¢s de 150 a?os, que todo el que ha sido alguien en la cultura porte?a ha pisado su suelo, que hoy parece m¨¢s un hangar de turistas que un viaje al pasado, pero Francis Ford Coppola dice que es puro Buenos Aires, que all¨ª va a rodar unas noches, y el Tortoni revive detr¨¢s de unos biombos que separan la magia del cine de la com¨²n clientela. Coppola pasea por la capital argentina y por el Tortoni como si fuera de toda la vida. En el Gran Caf¨¦, una familia le pone un ni?o en los brazos al realizador de El Padrino, y ¨¦l lo coge complacido. ?se tal vez no sea su Buenos Aires favorito, pero s¨ª son la actitud y el cari?o que le agradan.
Porque Tetro habla de familias, de dolorosas rencillas, pero tambi¨¦n del barrio de La Boca, de la gente de la calle, del hospital neuropsiqui¨¢trico Jos¨¦ T. Borda m¨¢s conocido como el manicomio desde donde emite LT22 Radio La Colifata, de la vida musical de la ciudad Busco sitios que supongan para m¨ª una aventura, en los que pueda disfrutar y filmar barato, y Argentina cumple los requisitos. Adem¨¢s, se parece a Estados Unidos: un gran pa¨ªs que ha sabido acoger oleadas de inmigrantes, muchos italianos. Y de paso, as¨ª aprendo una nueva cultura me encanta la literatura suramericana y algo de espa?ol, aseguraba durante su rodaje all¨ª en la primavera de 2008. En aquellas fechas, un paseo por La Boca (el viejo reducto portuario asentado a la vera del Riachuelo, que todo lo contamina con su pestazo), que hoy parece m¨¢s un parque de atracciones para guiris que el vecindario de sabor italiano que reproduce Coppola en Tetro y cualquier turista en su imaginaci¨®n, desvelaba parte de la trama de su ¨²ltimo trabajo. Es un lugar ¨²nico, con sus casas de lata y sus aceras altas. Se ajusta a las texturas que estaba buscando, comenta el estadounidense, que lleva la contraria a quien le hable de falso sabor. Es italian¨ªsimo. La casa donde vive Tetro existe en una de las arterias de La Boca, en el filme se ven localizaciones reales porte?as, el equipo ha trabajado en el cementerio La Chacarita, el m¨¢s grande de la capital, y por supuesto, en el Borda, el hospital donde la psiquiatra Miranda (Maribel Verd¨²) conoce y se enamora, en una emisi¨®n de La Colifata, de Tetro (Vincent Gallo). De fondo aparecen los aut¨¦nticos internos, que pasean en la vida real por el inmenso recinto, un tumulto de edificios rodeados de patios de arena con un tufo a decadencia. Hasta all¨ª lleg¨® movido por la curiosidad Coppola en un anterior viaje, bien aconsejado por un amigo que le describi¨® el fen¨®meno La Colifata.
Por supuesto, Francis Ford Coppola, durante los nueve meses que vivi¨® en Buenos Aires, paseaba por La Boca y rodeaba los muros del estadio Alberto J. Armando, m¨¢s conocido como La Bombonera, la casa del Boca Juniors, pero no vivi¨® all¨ª. Su morada y sus oficinas estaban en un vecindario m¨¢s chic, el de Palermo. All¨ª, unos ladrones le birlaron el ordenador port¨¢til donde, falsos rumores, estaba el gui¨®n de la producci¨®n. No, s¨®lo hab¨ªa fotos familiares, confirma el robado. En Palermo, el cineasta, amante de la buena mesa, sal¨ªa a cenar por sus calles y sus plazas, las mejor cuidadas de la ciudad. Tambi¨¦n decidi¨® formar parte de la vida cultural de Buenos Aires y asisti¨® a cuantos estrenos de teatro, danza o conciertos le sonaban interesante. Los porte?os se familiarizaron con su gran silueta; ¨¦l, a cambio, absorbi¨® lo que ve¨ªa y lo regurgit¨® en la pel¨ªcula, en secuencias como la del cabaret teatro o las de las discusiones amorosas entre el due?o de un caf¨¦ y su mujer.
En fin, que Coppola vivi¨® Buenos Aires y, a cambio, en la pantalla le ha rendido un c¨¢lido homenaje. Otra cosa es el gui¨®n: parece como si fuera cierto que se lo robaron
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