La eutanasia filmada que nunca existi¨®
La viuda de Miguel N¨²?ez rechaza la versi¨®n que se ha dado sobre la muerte del ex diputado. El reportaje de EL PA?S se bas¨® en un ¨²nico testimonio
"Miguel N¨²?ez muri¨® delante de una c¨¢mara. Porque as¨ª lo quiso. Lo hizo para denunciar la hipocres¨ªa que ¨¦l ve¨ªa en una sociedad que rechaza la eutanasia. Activo luchador antifranquista, eligi¨® d¨ªa y hora para poner final a su vida cuando supo que su enfermedad era irreversible". Pues no. Ni eligi¨® d¨ªa y hora, ni muri¨® delante de una c¨¢mara. Los lectores que el domingo 7 de junio leyeron el reportaje La muerte digna de una vida digna, publicado en El Pa¨ªs Semanal pudieron concluir que a Miguel N¨²?ez se le hab¨ªa practicado la eutanasia. Del reportaje se deduce que se le inyect¨® una sustancia que le caus¨® la muerte y que la c¨¢mara estaba all¨ª cuando eso ocurri¨®, lo cual estar¨ªa en perfecta sinton¨ªa con el pensamiento de Miguel N¨²?ez, miembro de la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente, que propugna la despenalizaci¨®n de la eutanasia.
Pero los hechos no ocurrieron como se ha contado. Un amigo ¨ªntimo de Miguel N¨²?ez, el urbanista Jordi Borja, escribi¨® el jueves a la Defensora para advertir que el reportaje contiene datos "sorprendentes e inexactos": "Pr¨¢cticamente expone que a Miguel se le practic¨® la eutanasia activa (el art¨ªculo dice que se film¨® la inyecci¨®n que le caus¨® la muerte) en presencia de su esposa y de su hija. De ser as¨ª, ser¨ªa un delito que afectar¨ªa a estas personas y al personal de la residencia. No es cierto", afirma Jordi Borja, quien asegura haber estado "en contacto permanente con Miguel desde que se instal¨® en Barcelona".
El viernes fue la viuda, Elena Garc¨ªa, quien pidi¨® amparo a la Defensora. En conversaci¨®n telef¨®nica explic¨® que, al d¨ªa siguiente de la publicaci¨®n del reportaje, ella y la hija del fallecido, Estrella N¨²?ez, hab¨ªan enviado un escrito al diario acogi¨¦ndose al derecho de r¨¦plica. Once d¨ªas despu¨¦s, sin embargo, la rectificaci¨®n no se hab¨ªa publicado. Elena Garc¨ªa considera que el reportaje contiene "afirmaciones que no s¨®lo son inexactas, sino que pueden causarnos un grave prejuicio moral y material, e incluso responsabilidades legales".
"En la p¨¢gina 20, por ejemplo, se narra la muerte de Miguel de una forma que falta a la verdad. All¨ª se afirma: 'Fue un momento muy duro. Yo encend¨ª la c¨¢mara e intent¨¦ mantenerme a una distancia prudente. Fue muy dif¨ªcil que la c¨¢mara no mediatizara todo'. Eso no es cierto. Miguel no muri¨® delante de la c¨¢mara. Nunca lo hubi¨¦ramos permitido", sostiene Elena Garc¨ªa.
El reportaje, firmado por Roc¨ªo Garc¨ªa, se basa en un ¨²nico testimonio, el de Albert Sol¨¦, que ha estado filmando los ¨²ltimos meses de la vida de Miguel N¨²?ez para un documental titulado Al final de la escapada, que se presentar¨¢ en oto?o. "Miguel era para Albert Sol¨¦ un amigo. M¨¢s que eso, para ¨¦l fue un h¨¦roe", comienza el reportaje de EL PA?S. "De ni?o sus padres le dejaron muchas noches al cuidado de Miguel y de Tomasa [la primera esposa de N¨²?ez] en alg¨²n piso secreto de Barcelona. Eran unos canguros tan clandestinos como el piso", contin¨²a. Albert Sol¨¦, hijo de Jordi Sol¨¦ Tura, es autor del documental Bucarest: la memoria perdida, que fue galardonado con un Goya en la ¨²ltima edici¨®n de los premios de la Academia de Cine.
En ese trabajo, Albert Sol¨¦ relata su infancia en Bucarest cuando su padre trabajaba como locutor de Radio Pirenaica, y muestra c¨®mo el alzh¨¦imer hace estragos en la mente de quien fue uno de los redactores de la Constituci¨®n y ministro de Cultura. El documental sobre Miguel N¨²?ez pertenece a la misma l¨ªnea.
A partir del testimonio de Sol¨¦ y el tr¨¢iler del documental que ¨¦ste le entreg¨® a Roc¨ªo Garc¨ªa, el reportaje de EL PA?S explica: "Miguel N¨²?ez viv¨ªa en Madrid y estaba muy enfermo de silicosis. (...) Sab¨ªa que se mor¨ªa y que no le quedaba mucho tiempo. As¨ª que decidi¨® no morir en Madrid porque ten¨ªa miedo de que le afectaran los coletazos del caso Legan¨¦s. (...) Deseaba morir dignamente y necesitaba ayuda para ello. La encontr¨® en Barcelona, y uno de los testigos de aquella muerte dulce fue Albert Sol¨¦".
Una muerte dulce no es necesariamente una eutanasia y puede conseguirse en cualquier parte de Espa?a. S¨®lo requiere unos buenos cuidados paliativos. Pero los equ¨ªvocos contin¨²an: "Como ten¨ªamos una relaci¨®n de mucha confianza", relata Albert Sol¨¦, "le dije que quer¨ªa rodar una pel¨ªcula sobre ¨¦l. Acept¨® encantado; los dos sab¨ªamos hasta d¨®nde iba a llevarnos eso".
Y el d¨ªa lleg¨®. Fue el 12 de noviembre de 2008. Miguel ten¨ªa 88 a?os, prosigue el relato. "Se sab¨ªa que ese d¨ªa iba a ser el ¨²ltimo porque los doctores har¨ªan que fuera el ¨²ltimo. (...) Cuando ¨¦l muri¨® se vivi¨® un momento de mucha tristeza, pero yo confieso que no pude reprimir una sonrisa de admiraci¨®n. Ha muerto cuando ha querido", relata Sol¨¦.
El tr¨¢iler muestra una escena en la que unos enfermeros inyectan una sustancia al enfermo. En el reportaje se dice: "Entraron unos enfermeros e inyectaron en una v¨ªa abierta en el hombro de Miguel el l¨ªquido que le inducir¨ªa a la muerte". Elena Garc¨ªa niega categ¨®ricamente tal extremo y tambi¨¦n el sentido general de la narraci¨®n. "Se da a entender que fue a morir a Barcelona porque all¨ª podr¨ªan practicarle la eutanasia, cuando no es as¨ª. Quer¨ªa morir en Barcelona porque hab¨ªa vivido all¨ª y all¨ª hab¨ªa donado su cuerpo para la ciencia. Estaba en una residencia, pero entraba y sal¨ªa constantemente del hospital. En julio tuvo una reca¨ªda. Ampar¨¢ndose en la Ley de Autonom¨ªa del Paciente, pidi¨® que le retiraran todos los tratamientos y entr¨® en el programa PADES, el programa de cuidados paliativos del Servicio Catal¨¢n de la Salud. Se le administraba morfina a trav¨¦s de un cat¨¦ter varias veces al d¨ªa. La imagen de los enfermeros corresponde a una de esas inyecciones. Ni siquiera es la ¨²ltima".
Roc¨ªo Garc¨ªa asegura que tanto las afirmaciones que pone en boca de Albert Sol¨¦ como la explicaci¨®n de los hechos que ella asumi¨® como ciertos fueron objeto de grabaci¨®n. "Lamento mucho lo ocurrido, pero yo no soy una periodista irresponsable. Reproduzco lo que se me explic¨®", dice. La frase de presentaci¨®n, que orienta la lectura de todo el art¨ªculo, tampoco es suya, sino de un editor del semanal, que lo dedujo del texto. Elena Garc¨ªa no expresa acritud hacia la periodista, pero lamenta que no se pusiera en contacto con la familia para corroborar los datos. Tanto ella como Estrella N¨²?ez hab¨ªan colaborado en la grabaci¨®n del documental. A la vista de lo publicado, sin embargo, decidieron que el tr¨¢iler no se emitiera, como estaba previsto, en el homenaje que se le hizo a Miguel N¨²?ez en el teatro Romea de Barcelona el pasado d¨ªa 11.
Esta Defensora se ha puesto en contacto con Albert Sol¨¦ para recabar su versi¨®n. ?ste asegura no recordar exactamente los t¨¦rminos en que se expres¨® en la entrevista con Roc¨ªo Garc¨ªa -"tendr¨ªa que o¨ªr las grabaciones", dice-, aunque tampoco consta que hiciera precisi¨®n alguna sobre lo publicado en el reportaje. En todo caso, se muestra conciliador con la viuda y dispuesto a colaborar para restituir la verdad. Y la verdad es que lo que aparece en el documental es una inyecci¨®n de morfina; que las im¨¢genes de la muerte son del ¨²ltimo d¨ªa, pero no de la agon¨ªa, pues est¨¢n grabadas por la ma?ana y Miguel N¨²?ez muri¨® por la tarde; que el enfermo llevaba varios d¨ªas pr¨¢cticamente inconsciente y, por tanto, no pudo fijar ni el d¨ªa ni la hora de su muerte; y que no muri¨® porque le inyectaran ninguna sustancia letal, sino en el curso de un protocolo de sedaci¨®n del programa PADES. Como mueren miles de pacientes en Catalu?a y en el resto de Espa?a.
El caso pone de manifiesto que una sola fuente no es suficiente, y menos trat¨¢ndose de un tema tan delicado. La delgada l¨ªnea que a veces separa realidad y ficci¨®n en el cine, puede haber viciado en este caso el ¨²nico testimonio en que se basa el reportaje. Un documental no deja de ser en cierta medida una ficci¨®n. Este tipo de cine se basa en la realidad, pero admite licencias que el periodismo no se puede permitir. Si en una secuencia aparecen unos enfermeros que inyectan algo al paciente y la siguiente muestra a unos celadores retirando el cad¨¢ver, es f¨¢cil deducir una relaci¨®n de causa efecto y hasta resulta po¨¦tico. La elipsis es un buen recurso cinematogr¨¢fico. El relato funciona. Pero en periodismo, el relato, para ser veraz, tiene que corresponderse exactamente con la realidad. No caben elipsis. O es o no es.
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