La visibilidad de las lesbianas centra las reivindicaciones del D¨ªa del Orgullo Gay

Una bomba casera con metralla dej¨® al menos 21 heridos el pasado 14 de junio durante el desfile del Orgullo Gay, que congreg¨® a tres millones de personas en S?o Paulo, la capital econ¨®mica de Brasil. La misma noche, un joven de 17 a?os cay¨® en coma tras ser brutalmente agredido por un grupo de desconocidos. "Vivimos aqu¨ª porque aqu¨ª podemos ser nosotras mismas. En Brasil, no", explican Tatiana, de 28 a?os, y su pareja, Susi, de 32, aliviadas de no tener que esconder sus caricias de miradas ajenas. Est¨¢n planeando casarse: "Espa?a es uno de los pa¨ªses donde la ley nos garantiza m¨¢s derechos". Ambas participaron ayer en la manifestaci¨®n del D¨ªa del Orgullo Gay celebrada en Bilbao. Cerca de un millar de personas desfilaron por la Gran V¨ªa bajo el lema Ante todo orgullosas para exigir una mayor visibilidad l¨¦sbica en todos los ¨¢mbitos de la vida cotidiana, seg¨²n explic¨® la Coordinadora 28-J.

"Animamos a las lesbianas a hacerse visibles. Hay muchas en puestos de relevancia que no lo hacen p¨²blico", explic¨® a este diario la portavoz de la coordinadora, Inmaculada Mujika -no quiso dar ning¨²n nombre, ni siquiera off the record: no se f¨ªa de los periodistas-. Los actos de este a?o celebran tambi¨¦n el 40? aniversario de la rebeli¨®n en el bar Stonewall de Nueva York ante las redadas policiales contra el colectivo.

La manifestaci¨®n adquiri¨® un tono festivo ya desde el comienzo, en la Plaza Moyua. Doce percusionistas marcaron el ritmo con una contundente batucada. Para comprobar la diversidad del colectivo homosexual bastaba con sumarse unos minutos a la marcha. "Somos gays y cristianos", reclamaban con pancartas tres j¨®venes, entre ellos Daniel Ramos. "Claro que ambas cosas son compatibles. En Espa?a tenemos una Iglesia hom¨®foba. Hay much¨ªsimas iglesias en el mundo en las que la homosexualidad no es pecado", recalcaba Ramos.

La Iglesia fue el blanco predilecto de una protesta alternativa organizada media hora antes por el colectivo Queer Ekintza en la plaza de Santiago. B¨¢sicamente clausuraron las puertas de la catedral con una pancarta de varios metros -"Cerrado por homofobia", rezaba-, mientras llenaban la fachada de mensajes provocadores del tipo "komo os jode la libertad". A unos metros, sentado en un banco con su esposa, un se?or de unos 60 a?os, que tampoco se f¨ªa de los periodistas como para dar su nombre, opinaba: "Si quieren ser putas y maricones, bien por ellos. Cada uno puede ser lo que quiera ahora".

Las 50 personas que secundaron la protesta de Queer Ekintza apoyan un movimiento gay m¨¢s reivindicativo. "Antimercantilista y antisistema", seg¨²n Sergio Campo, uno de sus miembros. "Estamos en contra de la mercantilizaci¨®n de la causa, de los estereotipos en plan musculitos de gimnasio", explic¨®. Adem¨¢s, reconoce, es m¨¢s divertido protestar que fotografiarse con las instituciones. "No queremos autobuses de dos plantas patrocinados por un bar el D¨ªa del Orgullo Gay. ?ste es un d¨ªa de reivindicaci¨®n", a?adi¨®. No obstante, todos se sumaron a la manifestaci¨®n central. "Queremos sumar, abrir debate, no restar", aleg¨®.

"Es posible que hayamos sido absorbidos por el sistema a trav¨¦s del consumo", reconoc¨ªa Koldo, de 48 a?os, en la protesta central. Unos metros m¨¢s atr¨¢s caminaba Lezuri, 15 a?os y abiertamente lesbiana, acompa?ada por sus amigas de toda la vida. Minerva acudi¨® con su hijo peque?o, Xabier, para acompa?ar a un amigo de su marido: "Esto hace a?os era impensable. Hace falta que sean m¨¢s visibles. As¨ª habr¨¢ menos frustrados que se queden sin salir del armario".