La danza esc¨¦nica pierde a su diosa
Pina Bausch fallece de un c¨¢ncer a los 68 a?os - Genialidad, humor corrosivo y angustia vital pueblan la obra de una creadora que cambi¨® el destino del g¨¦nero
Coreografi¨® durante 40 a?os. La semana pasada estren¨® en Wuppertal su ¨²ltima pieza, a¨²n sin t¨ªtulo, inspirada en un viaje a Chile. Ayer muri¨®. Ten¨ªa 68 a?os.
Philippine naci¨® en plena II Guerra Mundial en Solingen, una ciudad gris de Alemania especializada en hacer tijeras de buen acero, creci¨® en el restaurante que regentaba su familia y all¨ª recibi¨® su primera clase de folclore. "La ni?a es muy el¨¢stica", dijo un pariente, y eso decidi¨® su vida, algo que, a su manera, se describe sucintamente en Caf¨¦ M¨¹ller. A los 15 a?os, Pina est¨¢ ya en las manos de Kurt Jooss y a los 19 volaba a Nueva York.
La pregunta que se hacen los historiadores de la danza m¨¢s serios es de d¨®nde sale el estilo Bausch, c¨®mo cristaliza; una manera de desarrollo esc¨¦nico complejo, no lineal, que explora y explota las posibilidades creativas de la tropa m¨¢s all¨¢ del conocido ejercicio de "fijar una improvisaci¨®n". Esas ra¨ªces est¨¦ticas habr¨ªa que buscarlas en aquellos inicios en Essen de la mano de Jooss (siempre mantuvo esa umbilicalidad con la Folkwangschule a trav¨¦s del maestro Hans Zulig) y luego en su etapa americana, donde despu¨¦s de los cursos en la Julliard School intervienen tres personas b¨¢sicas: Antony Tudor (el inter¨¦s por el desarrollo de una dramaturgia no siempre ligada a lo narrativo; bail¨® bajo sus ¨®rdenes en la Metropolitan Opera); Jos¨¦ Lim¨®n (el gusto por acompa?ar la danza expresiva con la m¨²sica barroca) y Mary Hinkson (que la acerc¨® a los preceptos de Graham y luego la llev¨® a la New York City Opera).
"La ni?a es muy el¨¢stica", dijo un pariente, y aquella frase decidi¨® su vida
Sus apariciones en el cine, con Fellini y Almod¨®var, son entra?ables
Rebuscaba con cierta crueldad en las almas de sus artistas, las vaciaba
En 1961 Jooss la reclama en Essen y hace su primer ballet: Fragment. Poco despu¨¦s el sobreintendente de la ?pera de Wuppertal se interesa y la invita a coreografiar el Venusberg ballett de Tannh?user; la intuici¨®n no fall¨®: un a?o despu¨¦s le dijo: "qu¨¦dese, el ballet es suyo". E hizo Fritz (m¨²sica de Hufschmidt, a la saz¨®n, director musical del ente l¨ªrico). Y as¨ª nacen las posibilidades en la temporada de 1975 de acercarse a dos ¨®peras de Gluck con bailables: Ifigenia en Tauride y Orfeo y Eur¨ªdice con el resultado de obras maestras que iban a cambiar el destino de la danza esc¨¦nica, primero europea, y despu¨¦s mundial.
El tr¨ªptico de redenci¨®n del g¨¦nero que avanza los proleg¨®menos de la danza-teatro contempor¨¢nea se produce ese a?o: La consagraci¨®n de la primavera (Stravinski), hoy tambi¨¦n en el repertorio de la ?pera de Par¨ªs. La superficie de la escena aparece cubierta de tierra h¨²meda por primera vez. Son los tiempos de trabajo junto al dise?ador Rolf Borzik, responsable en gran medida del aparato est¨¦tico y formal. Le siguen Los siete pecados capitales (1976). Aparecen las l¨¢minas de agua, cascadas de lluvia, trayectos esc¨¦nicos que evocan ensayos, escenograf¨ªas que reproducen hiperb¨®licamente habitaciones conocidas, parlamentos cat¨¢rticos e introspectivos, collage musical variopinto, ropa second hand y una dise?adora, Marion Cito, primero bailarina y despu¨¦s vestuarista.
Borzik muri¨® de c¨¢ncer a los 35 a?os en 1980, y Pina crea enseguida 1980, donde incluso se amortaja a un bailar¨ªn. Fue su desquite vital, pero ella nunca se repuso de esa p¨¦rdida, una ausencia que sobrevol¨® toda su obra y su vida, con esa dolorosa y contenida conexi¨®n con el expresionismo alem¨¢n a la vez que buscando una inasible forma nueva, una salida. Entonces, en Claveles, surgi¨® en 1982 aquel suelo sembrado de flores rojas. Era un pat¨¦tico canto a lo ef¨ªmero, otro elemento vital del estilo. Chispazos de humor corrosivo, autohumillaciones expl¨ªcitas, Bausch rebuscaba con cierta crueldad en las almas de sus artistas, las vaciaba y las volv¨ªa a poblar de una angustia que ya era otra, coloreada por su toque abrumador. Nunca olvidaremos a Pina, pero tampoco a Dominique Mercy con el tut¨²; a Beatrice Libonati mordiendo el micr¨®fono al gritar su nombre; a Nazaret Panadero en el parad¨®jico ejercicio de ballet; a Lutz F?ster iniciando un ritual con una taza de t¨¦...
Anoche en Madrid, Mija¨ªl Baryshnikov, otro de los grandes, asegur¨®: "Estoy sacudido por la muerte de Pina, porque m¨¢s all¨¢ de sus cualidades art¨ªsticas era una amiga muy cercana. El mundo del arte ha perdido una de sus l¨ªderes, yo perd¨ª a una gran amiga. Har¨¦ un homenaje a Pina con nuestro espect¨¢culo en el Matadero con Ana Laguna y Mats Ek y, con toda modestia, bailaremos para ella".
Sus dos apariciones en el cine son anecd¨®ticas pero entra?ables, y pueden entenderse m¨¢s bien como las reverencias de dos directores a una figura ante la que no se pod¨ªan mantener indiferentes: el gran Federico Fellini en E la nave va y Pedro Almod¨®var en Hable con ella. Son dos cosas muy distintas. Mientras en el fellini Pina actuaba dentro de la trama, sujeta a gui¨®n, el filme del manchego fue un homenaje: filmar un trozo de Caf¨¦ M¨¹ller. Pina dirigi¨® tambi¨¦n una pel¨ªcula: El lamento de la emperatriz (1990). Wim Wenders hab¨ªa iniciado un documental en 3D con ella, y para ello viaj¨® la semana pasada a Wuppertal al ¨²ltimo estreno que a¨²n carec¨ªa de t¨ªtulo.
Obras y hechos
- Tannh?user (Wagner), 1972: la descubren para Wuppertal.
- Ifigenia en Ta¨²ride (Gluck), 1975: una revisitaci¨®n del g¨¦nero.
- Orfeo y Eur¨ªdice (Gluck), 1975: destinada a perdurar como repertorio.
- Consagraci¨®n... (Stravinski), 1975: la intensidad de un suelo de tierra.
- Barbarroja, 1977: el hiperrealismo escenogr¨¢fico como marca.
- Caf¨¦ M¨¹ller, 1978: una autobiograf¨ªa figurada en un interior desolado.
- 1980, 1980: testamento est¨¦tico y viaje l¨ªrico a la muerte.
- Viktor, 1986: surrealismo, iron¨ªa, sue?os en el caos.
- Nelken, 1982: un mar de claveles.
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