Diez minutos hunden a Ferrero

Andy Murray boquea como un besugo fuera del agua. Su lenguaje corporal transmite se?ales de alarma: hay nervios, fatiga, derechas falladas incomprensiblemente, una camiseta empapada en sudor y una pista volcada en su ayuda. El Reino Unido no ve a un brit¨¢nico campe¨®n de un torneo grande desde hace 73 a?os y Murray juega con ese peso sobre los hombros los cuartos de Wimbledon contra Juan Carlos Ferrero. En este punto, principios del partido, se est¨¢ decidiendo todo. Ferrero juega como los hunos de Atila: all¨¢ donde pisa, all¨¢ donde dejan marca sus pasitos como chispas, no vuelve a crecer la hierba. El ex n¨²mero uno tiene en ese inicio razones para creer en la hombrada: juega con trazo limpio y mirada de guada?a. Murray, no. Murray solventa sus servicios a zambombazos, rehuyendo el peloteo. El marcador se aprieta hasta el 6-5 y saque de Ferrero, de vuelta a una pista central como n¨²mero 70; reencontrado por primera vez en a?os con los momentos de tensi¨®n m¨¢xima. Pero cede el primer set con una doble falta. Reacciona en el segundo rompiendo el saque de Murray inmediatamente (2-0), anunciando que a¨²n hay batalla, que quiere quedarse a discutir cuanto tiempo haga falta. Diez minutos infernales le dejan, sin embargo, fuera de las semifinales (5-7, 3-6 y 2-6).

"Casi estaba mejor de golpes que ning¨²n d¨ªa, m¨¢s suelto... Pero me vine abajo"

"No es que me viera superior, pero s¨ª domin¨¢ndole desde el fondo, sobre su derecha", cont¨® luego Ferrero, que deja el torneo otra vez entre los 40 mejores. "Casi estaba mejor de golpes que ning¨²n d¨ªa, m¨¢s suelto que ninguno, peg¨¢ndole muy bien a la pelota", a?adi¨®; "perd¨ª el primer set y segu¨ª fuerte mentalmente. Luego... En diez minutos he perdido el segundo con dos juegos casi en blanco. Y con dos mangas en contra se me ha venido encima todo: he bajado. En las dos primeras me pongo buena nota porque han sido bastante igualadas. En la tercera, un poco peor".

En esos diez minutos fatales, entre el 2-3 y el 6-3 del segundo set, Ferrero prueba las razones de Murray para so?ar con la final de Wimbledon, qui¨¦n sabe si con el t¨ªtulo. Restos como ruedas de molino. Saques como piedras. Una mezcla que deja al rival viviendo peligrosamente: tensi¨®n m¨¢xima al servicio, con el escoc¨¦s y¨¦ndose de atr¨¢s adelante, siempre dando un paso hacia la pelota para restar profundo; tensi¨®n m¨¢xima al resto porque aquellos no eran saques, eran bombas (18 aces). Ese vendaval concentrado en diez minutos se llev¨® por delante a Ferrero: de nueve puntos disputados entre el 3-2 y el 3-4, Murray gan¨® ocho. En total se apunt¨® cuatro juegos seguidos.

"Y es que", explic¨® Ferrero, "me faltan partidos de este tipo, en las centrales". "Me falta volver a vivir momentos as¨ª", dijo sobre los dos breaks entregados con doble falta, la presi¨®n cobr¨¢ndose su precio, menuda sorpresa para el tenista de la mentalidad de hierro. Hubo otro dato decisivo. A igualdad de errores no forzados (15 cada uno), Murray dio 29 golpes ganadores m¨¢s que el espa?ol (49 por 20). Quiz¨¢ para Ferrero fuera desesperante: dispar¨® algunas derechas monumentales, de las que corren quemando la hierba, y se encontr¨® con que la mayor¨ªa volv¨ªan impulsadas por los largos brazos de un adversario despiadado y con coraz¨®n de piedra.