Confusi¨®n nuclear

El Gobierno ha decidido prolongar la vida de la planta nuclear de Garo?a hasta 2013, dos a?os m¨¢s all¨¢ de la fecha en que cumple los 40 a?os para los que dispon¨ªa de licencia de operaci¨®n. No se cerrar¨¢, por tanto, al final de los 40 a?os, con lo que se admite que la "vida ¨²til" de una central puede ser superior a la prevista al iniciar su funcionamiento, pero tampoco se ha seguido la recomendaci¨®n del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que propon¨ªa autorizar su operaci¨®n durante 10 a?os m¨¢s con la condici¨®n, aceptada por la empresa que la gestiona, de realizar un cierto n¨²mero de inversiones para aumentar su seguridad.

No es f¨¢cil adivinar la l¨®gica de esta decisi¨®n, m¨¢s all¨¢ de trasladar el cierre efectivo de la planta a la siguiente legislatura. El ministro de Industria, Miguel Sebasti¨¢n, afirm¨® ayer que la decisi¨®n de cerrar Garo?a en 2013 es "pol¨ªticamente coherente, laboralmente responsable, t¨¦cnicamente justificable y energ¨¦ticamente asumible". Pero lo cierto es que s¨®lo es ret¨®rica que no explica nada. Al recortar el plazo de 10 a?os aceptado por el CSN, las inversiones que se realizar¨¢n ser¨¢n necesariamente menores, se prescinde de una planta de generaci¨®n de electricidad bien cualificada en todos los estudios internacionales y en perfectas condiciones, seg¨²n el criterio del CSN, y se aumentan la dependencia energ¨¦tica y las emisiones de CO2 a la atm¨®sfera. La contribuci¨®n de las energ¨ªas renovables seguir¨¢ aumentando, y es evidente que el impulso en esta direcci¨®n debe ser una l¨ªnea b¨¢sica en nuestra pol¨ªtica energ¨¦tica, pero el problema es la contribuci¨®n del resto de las energ¨ªas. Aun si se alcanzaran los objetivos m¨¢s ambiciosos en materia de renovables, todav¨ªa en 2020 su contribuci¨®n estar¨ªa en torno al 40%. Y eliminar la componente nuclear del resto (60% en 2020) implica aumentar la de los combustibles f¨®siles y las emisiones de CO2.

Dado que la planta est¨¢ ya amortizada, la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa hab¨ªa sugerido que una parte de los ingresos extraordinarios conseguidos por sus propietarios pudiera revertir en la disminuci¨®n del d¨¦ficit tarifario o servir para fomentar el desarrollo de las energ¨ªas renovables. Se ha optado por no tener en cuenta esta opini¨®n. Todo ello sin mencionar las repercusiones sociales y econ¨®micas sobre una zona deprimida para la que las alternativas de reanimaci¨®n econ¨®mica evocadas no parecen realistas. Ni siquiera serias.