4 de julio en el Mall
Estados Unidos celebra hoy la fiesta de su independencia: banderas desplegadas, barbacoas, fuegos artificiales, perritos calientes (el a?o pasado se consumieron 150 millones), cerveza. La principal celebraci¨®n ser¨¢ en el Mall de Washington, la gran avenida imperial que conecta el monumento a Lincoln con el Capitolio, el mismo lugar en el que el 20 de enero tomaba posesi¨®n de la presidencia Barack Hussein Obama. Es un buen momento para detenerse a pensar en estos primeros seis meses del primer presidente negro que, por encima de todo, ya ha pasado una esponja capaz de lavar la p¨¦sima imagen arrastrada por su pa¨ªs desde comienzos del nuevo siglo. Hoy tambi¨¦n se abre de nuevo al p¨²blico en Nueva York la estatua de la Libertad, cerrada a las visitas tras los ataques terroristas del 11-S. Todo un s¨ªmbolo del comienzo de una nueva ¨¦poca en la que Obama ha prometido conciliar la seguridad con las libertades. Promesa que ya ha chocado con la realidad, con el dif¨ªcil funambulismo realizado por el presidente a la hora de acabar con la ignominia de Guant¨¢namo.
La guerra de Afganist¨¢n es la apuesta m¨¢s arriesgada para el nuevo Estados Unidos de Obama
Por encima de la vibrante ret¨®rica, la apertura al mundo musulm¨¢n y la mano tendida a los enemigos, Barack Obama ha podido constatar ya los l¨ªmites de su presidencia. Abraham Lincoln admit¨ªa, en 1864: "No he controlado los acontecimientos. Por el contrario, ¨¦stos me han controlado a m¨ª". Obama ya ha recibido las llamadas telef¨®nicas de las tres de la madrugada de Corea del Norte, Pakist¨¢n, Afganist¨¢n, Jerusal¨¦n, Teher¨¢n, con el mensaje de que la realidad internacional es tozuda y las buenas intenciones por s¨ª solas no la cambian.
Esta semana le sac¨® de la cama el golpe de Honduras, en el antiguo patio trasero de Estados Unidos, en Latinoam¨¦rica, resucitando una ominosa historia, que ya d¨¢bamos por enterrada, de invasiones y golpes militares, protagonizada desde el siglo pasado por Washington. Pero ahora la respuesta de Obama ha sido la opuesta: condenar el golpe, dejar que act¨²e la Organizaci¨®n de Estados Americanos y evitar prudentemente que el caudillo Hugo Ch¨¢vez, su gran antagonista continental, pueda acusarle de intervenci¨®n yanqui en los asuntos hemisf¨¦ricos. Ser¨ªa impensable que, hace 30 a?os, un Ej¨¦rcito como el hondure?o, formado y financiado por Washington, hubiera sacado de la cama de madrugada a punta de fusil a un presidente sin la luz verde de la Casa Blanca. ?Recuerdan que en la noche del 23-F, Alexander Haig, secretario de Estado del presidente Reagan, calific¨® el golpe de Tejero como "un asunto interno"?
Obama tambi¨¦n ha demostrado prudencia ante la crisis de Teher¨¢n, manteniendo el ofrecimiento de abrir un di¨¢logo directo con la teocracia iran¨ª por encima de la convulsi¨®n interna de un r¨¦gimen que sigue viendo a EE UU como el Gran Sat¨¢n. En los dos casos, uso del poder blando de la ¨²nica superpotencia todav¨ªa realmente existente, aunque sea por descarte. Templanza asimismo en Irak, donde todav¨ªa no ha cerrado la guerra desatada por George Bush, pero s¨ª ha iniciado una retirada de las tropas estadounidenses, de momento de las ciudades. Por el contrario, en Afganist¨¢n, Barack Obama ya tiene su guerra propia. El jueves lanzaba una operaci¨®n de 4.000 marines en el valle del r¨ªo Helmand, en un intento de limpiar de talibanes esta provincia sure?a, productora de opio, con el que se financian los insurgentes. Pero tambi¨¦n es una acci¨®n militar con componente civil, porque las tropas ocupar¨¢n aldeas con un objetivo de reconstrucci¨®n y ayuda a la poblaci¨®n. En cualquier caso, la guerra de Afganist¨¢n, complicada por la inestabilidad de Pakist¨¢n, es la apuesta m¨¢s arriesgada para el nuevo Estados Unidos de Obama. Y la pr¨®xima semana el presidente celebrar¨¢ en Mosc¨² su primera cumbre con Rusia. Se trata de ver si abraza, y con qu¨¦ condiciones, al oso ruso, reiniciando una relaci¨®n bastante deteriorada. Barack se ha curado en salud y ha advertido que Putin "todav¨ªa tiene un pie en la guerra fr¨ªa".
Pero al final del d¨ªa ser¨¢n la crisis econ¨®mica, reavivada con una mala cifra de paro que ya alcanza al 9,5% de los estadounidenses, presagiando una recuperaci¨®n sin empleos, y la dif¨ªcil reforma de la sanidad, que el presidente pretende presentar este mismo mes a un Congreso incr¨¦dulo, las cuestiones que definir¨¢n el ¨¦xito de la Administraci¨®n de Obama. Todav¨ªa no sabemos ante qu¨¦ presidente nos encontramos: el buenista pragm¨¢tico, para algunos blando y excesivamente componedor, que cree sobre todo en el di¨¢logo, o el idealista sin ilusiones, como se defini¨® John Kennedy, que ser¨¢ capaz de forzar la mano de sus adversarios en el exterior y en la escena dom¨¦stica y cambiar la historia. A¨²n es pronto para responder.
fgbasterra@gmail.com
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