Dahrendorf en Weimar
Una afinidad electiva con el pluralismo tolerante de los anglosajones llev¨® al pensador alem¨¢n a instalarse en Reino Unido y adquirir su nacionalidad. Su reciente fallecimiento deja hu¨¦rfano al verdadero liberalismo
El a?o 2009 pasar¨¢ a la historia por anudar la biograf¨ªa de Isaiah Berlin, Norberto Bobbio y Ralf Dahrendorf. Tres liberales curtidos en la lucha de la civilizaci¨®n democr¨¢tica contra el totalitarismo y a los que la vida emplaz¨® a explorar la senda de c¨®mo contribuir a la supervivencia de la libertad en medio del terrible campo de pruebas que fue el siglo XX para su causa. En fin, tres arist¨®cratas del esp¨ªritu en los que se plasm¨® aquella descripci¨®n que hizo Ortega en La Espa?a invertebrada al hablar de una ley de densidad vital que, parecida a la que opera en la f¨ªsica, sit¨²a a los hombres dentro del precipitado social de acuerdo con el peso de su excelencia. Algo que los tres supieron acreditar a lo largo de sus dilatadas vidas. Primero, resistiendo la tentaci¨®n totalitaria en la que cayeron tantos de sus coet¨¢neos y contempor¨¢neos, y segundo, enfrent¨¢ndose a aqu¨¦lla mediante el cultivo de una ¨¦tica que, seg¨²n Dahrendorf, hace que los liberales sean siempre una minor¨ªa, pues para formar parte de ella se exige una serie de virtudes cardinales de la libertad. A saber: "Ser capaz de no dejarse apartar del propio rumbo aun en el caso de que uno se quede solo, estar dispuesto a vivir con las contradicciones y los conflictos del mundo humano, tener la disciplina de un espectador comprometido, que no se deja comprar" y, finalmente, asumir una "entrega apasionada a la raz¨®n como instrumento del conocimiento y de la acci¨®n".
Sus an¨¢lisis fueron siempre sosegados, con la mano tendida hacia el adversario
Fue pionero en alertar sobre el populismo medi¨¢tico de gente como Tony Blair y Berlusconi
El fallecimiento de Ralf Dahrendorf a los 80 a?os ha trastornado el perfil de los centenarios del nacimiento de Isaiah Berlin (1909-1997) y Norberto Bobbio (1909- 2004). Las celebraciones han cedido al duelo y la inquietud. Muerto Dahrendorf, el pensamiento liberal pierde la brillantez argumentativa y el prestigio de uno de sus grandes protagonistas. De este modo, el silencio de uno de sus portavoces allana el camino al griter¨ªo de quienes hostigan al liberalismo con el sambenito de hacerle responsable de la crisis econ¨®mica. Y de paso, su desaparici¨®n nos priva tambi¨¦n de la ejemplaridad del liberal de verdad: de ese liberal de las garant¨ªas, la tolerancia y los derechos que cree que la lucha contra la crueldad y el miedo fue lo primero y que, a partir de ello, vino todo lo dem¨¢s, tambi¨¦n la defensa del mercado y la libertad econ¨®mica, pero no al rev¨¦s.
Con todo, lo m¨¢s grave de su muerte es que deja a Europa hu¨¦rfana de un an¨¢lisis sobre los conflictos cotidianos en el que la novedad de sus interpretaciones iba acompa?ada de una tradici¨®n que, enraizada en la atroz vivencia de la experiencia del siglo XX, hac¨ªa que sus an¨¢lisis fueran siempre sosegados, con la mano tendida hacia el adversario. Un an¨¢lisis conciliador y dispuesto al di¨¢logo, ya que muy pronto fue capaz de comprender que buena parte del secreto del ¨¦xito de las sociedades abiertas resid¨ªa en la gesti¨®n integradora de las diferencias y en la resoluci¨®n institucional de los conflictos; m¨¢xime si ambos tienen un trasfondo com¨²n inevitable: la incapacidad de encontrar las mismas respuestas y de esgrimir las mismas soluciones para los problemas ¨¦ticos, pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales que aquejan a los hombres.
Aqu¨ª, su nacimiento en la Alemania de Weimar fue trascendental. Su padre fue uno de los pol¨ªticos socialdem¨®cratas que no pudieron impedir que el miedo y la b¨²squeda de la regeneraci¨®n nacional bajo un liderazgo mesi¨¢nico llevaran a un pueblo a abrazar el totalitarismo. Algo a lo que contribuy¨® una clase pol¨ªtica y unos forjadores de opini¨®n que olvidaron, como explica Eric D. Weitz, en La Alemania de Weimar. Presagio y tragedia, que "la democracia, que es un objeto delicado, y la sociedad, fruto de un equilibrio inestable, siempre se ven amenazadas y pueden saltar por los aires". De hecho, contin¨²a este autor, cuando cada desencuentro en los debates y en el despliegue de los propios argumentos no estimula el acuerdo transaccional sino que se "convierte en una cuesti¨®n de vida o muerte sobre los rasgos distintivos esenciales de la vida humana", entonces, las amenazas contra la democracia "no s¨®lo provienen de sus enemigos externos: tambi¨¦n pueden partir de aquellos que emplean el lenguaje de la democracia y utilizan las libertades que le otorgan las instituciones democr¨¢ticas para minar su propia esencia. Weimar representa un aldabonazo para que nos mantengamos vigilantes ante tales individuos, porque lo que suceda a continuaci¨®n puede ser algo malo, incluso peor de lo que nos imaginamos".
Dahrendorf siempre fue consciente de esta advertencia y trabaj¨® para que no pudiera volver a materializarse de nuevo. Su vivencia del nazismo -ten¨ªa 16 a?os en 1945- y la derrota de la generaci¨®n de la Rep¨²blica de Weimar, a la que pertenec¨ªa su padre, fueron decisivas. Especialmente el hecho de ver c¨®mo Hitler conquistaba el poder a lomos de la furia desatada en las urnas. Este hecho, sumado a sus tempranas lecturas de Weber, hizo que estudiara el conflicto como una realidad inevitable en el seno de la sociedad humana. Una realidad que no ten¨ªa sentido erradicar porque el conflicto no se funda en la clase o en la desigualdad, sino en el poder mismo, estando asociado ¨¦ste a una dimensi¨®n antropol¨®gica y epistemol¨®gica que late en la naturaleza humana, y cuya soluci¨®n requiere estructuras de tolerancia frente a la diferencia y, sobre todo, de gesti¨®n ordenada del conflicto que lo transformen en un factor de progreso a trav¨¦s del pluralismo de las sociedades abiertas.
Su colaboraci¨®n en los a?os cincuenta con Karl Popper fue tambi¨¦n determinante. A su vera forj¨® un pensamiento que luego plasm¨® en Clases y conflictos de clases en la sociedad industrial (1959). Un pensamiento de impronta liberal y de raigambre anglosajona que empez¨® a desgajar su horizonte vital de Alemania debido a la tentaci¨®n homogeneizadora y comunitarista que percib¨ªa en las ra¨ªces del inconsciente alem¨¢n forjado intelectualmente en el romanticismo y que se retrotra¨ªa en el tiempo muchos siglos atr¨¢s. Precisamente esta afinidad electiva hacia el pluralismo tolerante de la sociedad brit¨¢nica, sumado a la decepci¨®n asociada a la carrera pol¨ªtica que vivi¨®, primero, en Alemania y, luego, en Bruselas como comisario europeo, hizo que acabara abrazando la vida acad¨¦mica inglesa en la London School of Economics y en la Universidad de Oxford, adquiriendo la nacionalidad brit¨¢nica en 1988, un a?o antes de la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn y dos antes de la unificaci¨®n alemana.
No se ha dado quiz¨¢ la suficiente importancia a este hecho biogr¨¢fico, pero resulta de enorme importancia, ya que nos permite aproximar a Dahrendorf a la figura de Thomas Mann. Concretamente a aquella burgues¨ªa liberal de origen hanse¨¢tico que tan bien supo describir este ¨²ltimo a trav¨¦s de sus novelas y que encarna paradigm¨¢ticamente el Hans Castorp de La monta?a m¨¢gica. En este sentido, en el gesto final de un Dahrendorf que asume la nacionalidad brit¨¢nica hay una elecci¨®n ¨¦tica que recuerda la que, a su manera, Castorp aborda cuando elige entre la pedagog¨ªa liberal, cosmopolita y racionalista de Settembrini y la pedagog¨ªa autoritaria, excluyente e irracionalista de Naptha. Sobre todo despu¨¦s de una vida en la que contempl¨® con enorme inquietud ese "virus de inhumanidad" y esa "¨¦pica uniformadora" que estaba detr¨¢s del sentido de comunidad que lat¨ªa en el alma de la naci¨®n alemana.
Por eso, el ejemplo cosmopolita de Dahrendorf es un s¨ªmbolo ejemplar que merece ser puesto en valor cuando abordamos el reto de la vigencia de un orden liberal amenazado por el peligro de una democracia sin dem¨®cratas. Un reto frente al que nos previno en 2001 cuando denunci¨® la tentaci¨®n que entonces ya encarnaban Berlusconi y Tony Blair, pues, seg¨²n Dahrendorf, percib¨ªa una forma de pensar y actuar como "si la base de su legitimidad consistiera en la relaci¨®n directa con el pueblo en lugar de en las instituciones de la democracia". Un autoritarismo progresivo o populismo de baja intensidad que ir¨ªa de la mano del soporte de una serie de poderes impropios de ra¨ªz medi¨¢tica que, desprovistos de controles institucionales democr¨¢ticos, dirigir¨ªan sus dardos populistas contra el parlamentarismo. El objetivo ser¨ªa impulsar la desapropiaci¨®n soberana de la representatividad de la clase pol¨ªtica y del Parlamento, sustituy¨¦ndola por nuevos intermediarios que, convertidos en tribunos de la opini¨®n, utilizar¨ªan finalmente al "pueblo contra el pueblo", haci¨¦ndole renunciar a "un control informado, cotidiano y permanente sobre la direcci¨®n de la cosa p¨²blica". Un panorama inquietante que hizo que no dudara en concluir su vida apelando a un recomienzo de la historia asociada a la lucha por los valores que fundamentan un orden liberal. Le ayudaron a ello las sombras de Weimar y la percepci¨®n de que el populismo no s¨®lo acecha fuera de las fronteras de Europa.
Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle es secretario de Estudios del PP y diputado por Cantabria.
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