Pop con alma rob¨®tica
Pet Shop Boys act¨²an en Madrid con un espect¨¢culo calculado al mil¨ªmetro
Ah, las segundas oportunidades. Por si alguien en esta ciudad tuvo el mal tino de perderse los saraos de la semana pasada, lo de ayer hac¨ªa las veces de ep¨ªlogo o, si se prefiere, de prolongaci¨®n natural. Quede claro que Pet Shop Boys no es un grupo de pop gay, con independencia de la opci¨®n sexual de sus integrantes, sino un d¨²o de culto para comprender el paisaje sonoro de estas dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Pero, muchacho, si no ligaste ni en el Orgullo ni en el concierto de anoche, ser¨¢ cuesti¨®n de cambiar (tentativamente) de acera o de mutar la vocaci¨®n mundana por la cartuja.
Hab¨ªa a¨²n mucho cuerpo descoyuntado tras el fin de semana, as¨ª que en el Palacio de Vistalegre colgaron el tel¨®n en torno a las gradas y los m¨¢s de 3.000 asistentes se acomodaron en el ruedo. Ni butacas ni gaitas, que tocaba bailar. Y si con Left to my own devices, Always on my mind o Suburbia no se te activa siquiera una oscilaci¨®n sutil a la altura de las caderas, algo grave sucede en tu sistema nervioso central.
Estos dos se?ores londinenses son, qu¨¦ duda cabe, muy buenos
Chris Lowe y Neil Tennant acumulan una docena de ¨¢lbumes y no menos de 30 zambombazos entre los que escoger un repertorio para la apoteosis. Algunos admiradores espa?oles -pongamos que OBK o Fangoria- han intentado capturar la esencia de ese pop sintetizado, flem¨¢tico y envolvente, pero la diferencia es similar a la que media entre una comedia de Woody Allen y un especial televisivo de Bigote Arrocet.
Estos dos se?ores londinenses son, qu¨¦ duda cabe, buenos. Muy buenos. Componen con un gusto magn¨¦tico, can¨®nico, preciso como una de esas calculadoras repletas de s¨ªmbolos indescifrables. Son, si acaso, demasiado perfectos. Todo en la puesta en escena -los muros c¨²bicos, las proyecciones, el vestuario, las coreograf¨ªas, los movimientos rob¨®ticos de los coristas- parece medido tan al mil¨ªmetro que dar¨ªa lo mismo ver a PSB en Madrid, Albacete o Sebastopol. Todo saldr¨¢ siempre igual de bien. Igual de calculado.
Tennant tiene, al menos, trabajo frente al micr¨®fono. La suya es una voz limitada y algo mon¨®tona, pero perfecta para la causa del tecno-pop hier¨¢tico. A?¨¢danle un poco de estr¨¦s en el vestidor -ahora embutido en cuero, con bomb¨ªn, trajeado, como un reyezuelo con levita o incrust¨¢ndose un cubo en la cabeza- y queda claro que se gana el sustento con el sudor de su frente. Lo deseable es alcanzar la madurez con un trabajo como el de Lowe, que se parapeta tras las m¨¢quinas con las tres cuartas partes del sonido enlatado. Y como ya estamos mayores para disimular, se marca unas carreras con el cuerpo de baile sin que los altavoces dejen por ello de escupir una sola nota.
El nuevo disco de la banda, el mucho m¨¢s que decente Yes, aporta media docena de piezas al espect¨¢culo; entre ellas, la sard¨®nica Love etc. ("no tienes que ser hermoso, pero ayuda"), una sacudida directa a la boca del est¨®mago. Sumemos una veintena de cl¨¢sicos inapelables y una lectura guasona de Viva la vida, ese tema de Coldplay que dice haber escrito media humanidad, y no hay manera de aguantarse las ganas de lucir el torso desnudo o, como poco, disimular media sonrisita de satisfacci¨®n. Incluso aunque las coreograf¨ªas aer¨®bicas de las dos rubias, la mulata y el mulato parecieran dise?adas en persona por Eva Nasarre.
Los danzarines irrumpieron por vez primera cuando los muros c¨²bicos se vinieron abajo, al comp¨¢s de Go west, y desde entonces ya no dejaron de lucir ch¨¢ndal y musculatura el¨¢stica. Pero, bien pensado, tanto Eva Nasarre como su hermana mayor, Jane Fonda, son unos personajes taaaaan ochenteros que todas las piezas encajan. ?O no?
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