Twitter no basta para la revoluci¨®n
Las redes sociales amplifican las protestas y generan opini¨®n en oleadas, pero no sacan a los ciudadanos a la calle - La informaci¨®n en directo se mezcla con trivialidades y rumores
Twitter se ha convertido en un arma explosiva contra la censura. A veces, como en Ir¨¢n, en la ¨²nica arma a disposici¨®n de la disidencia. Y muchos Gobiernos, como el chino, la temen. Por eso el lunes, cuando estall¨® la violencia ¨¦tnica en Xinjiang, Twitter fue bloqueado. "Lo han hecho porque es un medio instant¨¢neo, y que los que mayores conocimientos tecnol¨®gicos tienen lo utilizan para ense?ar a otros a lanzar mensajes al exterior", cuenta desde California Xiao Qiang, fundador de la web China Digital Times. Esta p¨¢gina est¨¢ recogiendo y traduciendo del chino al ingl¨¦s los tweets sobre la violencia en Urumqi que est¨¢n logrando esquivar la censura.
Pero esta herramienta de los ciudadanos a¨²n no saca gente a la calle. "Ojal¨¢ los revolucionarios de antes hubieran tenido Twitter", dice Enrique Dans, profesor de sistemas de informaci¨®n del IE Bussiness School y bloguero (www.enriquedans.com). "Su capacidad es la de calentar una protesta, amplificarla y acelerarla. Es muy f¨¢cil crear adhesiones, lo dif¨ªcil es trasladarlas al mundo real. La chispa que prende una protesta virtual casi siempre viene de un hecho. Ocurri¨® con la represi¨®n en T¨ªbet el a?o pasado, y ha ocurrido en Ir¨¢n. Las redes sociales amplifican la protesta, pero a¨²n no la suscitan", agrega.
Movilizar la solidaridad y la adhesi¨®n de centenares de miles de personas en el mundo sobre lo que ha ocurrido en Ir¨¢n ya es un cambio. Ramine Darabiha, franc¨¦s de 25 a?os, pas¨® la madrugada del 13 de junio pegado al ordenador. A unos 3.000 kil¨®metros de Teher¨¢n, estaba igual de at¨®nito que sus padres en Par¨ªs y que sus familiares y amigos en Ir¨¢n por el hecho de que tanto Musav¨ª como Ahmadineyad se atribuyeran la victoria en las elecciones. Primero rastre¨® las webs de noticias en busca de informaci¨®n; al poco se top¨® con cientos de frases en Twitter y dos palabras recurrentes: fraude y censura. Supo que Facebook estaba bloqueado, igual que los m¨®viles y los SMS. Y que desde Tampere, en Finlandia, pod¨ªa estar en las protestas.
Hace cinco a?os decidi¨® mudarse a esta ciudad ideal para un emprendedor que quiere especializarse en negocios en Internet. All¨ª est¨¢ el centro de I+D de Nokia, un im¨¢n para cerebros de las telecomunicaciones de todo el mundo. Y Nokia es, junto con Siemens, la empresa (Nokia Siemens Networks) que vendi¨® a Ir¨¢n la tecnolog¨ªa para filtrar y controlar las comunicaciones, como a otros 150 pa¨ªses, seg¨²n The Wall Street Journal y la BBC. Adem¨¢s, la compa?¨ªa estatal Iran Telecom es la que gestiona casi todo el tr¨¢fico de la Red, lo que supone disponer de algo as¨ª como el bot¨®n que permite apagar Internet y los m¨®viles.
Cuando el Gobierno iran¨ª decidi¨® pulsarlo, se encendi¨® una inmediata, gigantesca y global cadena de mensajes, de no m¨¢s de 140 caracteres, para opinar, protestar y solidarizarse con los iran¨ªes a trav¨¦s de la red social Twitter. Darabiha dio un paso m¨¢s: contribuy¨®, como cientos de internautas de medio mundo, a crear puentes que sortearan la censura para quienes estaban en Ir¨¢n. Se dedic¨® a poner en Twitter direcciones de sitios que no dejan rastro de ad¨®nde va la informaci¨®n ni de d¨®nde ha salido.
Fotos, v¨ªdeos y testimonios empezaron a circular fren¨¦ticamente por la Red. Un estudio de The Web Ecology Project, adscrito a la Universidad de Harvard, el Berkman Center y el Massachusetts Institute of Technology (MIT), registr¨® entre el 7 de junio (antes de las elecciones) y el 26 algo m¨¢s de dos millones de mensajes en Twitter sobre el proceso electoral en Ir¨¢n. Unos 480.000 usuarios ¨²nicos se sumaron a la conversaci¨®n. Los medios de comunicaci¨®n y las agencias, cuyos corresponsales sufrieron la censura cuando no fueron expulsados de Ir¨¢n, bautizaron el fen¨®meno como la revoluci¨®n Twitter. El semanario The Economist resumi¨® en un titular: "Twitter 1, CNN 0". "Es la primera vez en la que cualquiera, est¨¦ donde est¨¦ en el mundo, puede participar" en la protesta, dice por tel¨¦fono Darabiha. Un inmenso caudal de voces en tiempo real, capaz de amplificar una causa de manera exponencial.
Hasta aqu¨ª las cualidades (muchas). Pero en el an¨¢lisis de c¨®mo inciden las redes sociales en contextos de crisis empieza a colarse el escepticismo. O m¨¢s bien, una moderaci¨®n del entusiasmo general. "Los medios de pronto se han fijado en Twitter quiz¨¢ porque los periodistas no ten¨ªan otro modo de acceder a la informaci¨®n. Es un gran medio de comunicaci¨®n, pero no para organizar manifestaciones, por ejemplo. Los l¨ªderes reformistas tomaron la decisi¨®n de salir a la calle en el mundo real y luego usaron distintas redes para difundirlo porque eran los ¨²nicos canales que ten¨ªan", explica Hamid Tehrani, responsable de los contenidos sobre Ir¨¢n de Global Voices Online, una potente plataforma de blogs de protesta en la Red.
En opini¨®n de Diego Beas, analista pol¨ªtico que prepara un libro sobre el impacto de las nuevas tecnolog¨ªas en la pol¨ªtica de EE UU, "los medios buscan identificarse con las redes sociales, tienen gran inter¨¦s en incorporar Twitter o Facebook y v¨ªdeos de YouTube. Se ha visto con Ir¨¢n, cuando The New York Times o EL PA?S abrieron en sus webs un canal de Twitter. Pero a¨²n es pronto para saber qu¨¦ alcance real ha tenido esa red social en las elecciones y en la posterior protesta".
Twitter es velocidad e intensidad. La madrugada del lunes pasado, cuando la atenci¨®n internacional estaba puesta en Honduras, el canal dedicado al pa¨ªs en Twitter estaba muy activo. Anticip¨® que el depuesto presidente Zelaya no pod¨ªa aterrizar. Que se dirig¨ªa a Nicaragua y luego a El Salvador. Que hab¨ªa muertos y heridos. Horas despu¨¦s, Honduras desapareci¨® de los temas m¨¢s comentados. Un twitt del lunes, traducido del ingl¨¦s, resume la idea de protesta-sufl¨¦: "Ayer Honduras e Ir¨¢n estaban todav¨ªa en las noticias. Hoy, Miley Cyrus [la actriz que interpreta a Hannah Montana] es uno de los temas de moda
[los 10 sobre los que m¨¢s se habla]. Todo est¨¢ bien ahora". No hay tiempo para el an¨¢lisis. Twitter no requiere narraci¨®n, como en un blog. Es m¨¢s r¨¢pido. La conversaci¨®n surge y se desvanece.
En Facebook, unirse a una causa es igual de sencillo. Cada cual elige el grado de implicaci¨®n. Desde ese clic, a pasarse varios d¨ªas ense?ando a otros internautas a esquivar la censura como en el caso de Ramine Darabiah.
Cualquiera que utilice Facebook puede, con la misma naturalidad, "hacerse fan" de Chiquito de la Calzada y apoyar a uno de los grupos dedicados a Neda Agha Soltan (los hay por decenas), la mujer de 26 a?os que muri¨® en una manifestaci¨®n en Teher¨¢n. Se vio su agon¨ªa y su historia conmovi¨® a medio mundo. Uno de ellos, llamado Neda, ten¨ªa ayer 37.956 miembros. La explicaci¨®n sobre porqu¨¦ Darabiah se involucr¨® en ayudar a otros internautas es reveladora: "No soy un ciberactivista. Soy alguien que participa en la conversaci¨®n [de las redes sociales], como cuando recomiendo una pel¨ªcula que me gusta en Facebook. No lo hago como un militante. Esto
[la represi¨®n en Ir¨¢n] es m¨¢s importante, por supuesto, pero el proceso es el mismo", aclara por tel¨¦fono. Sin embargo, tambi¨¦n es cr¨ªtico con ese fen¨®meno. En su p¨¢gina web dice: "La gente se est¨¢ uniendo al movimiento como si fuera parte de un juego. Quieren ver qu¨¦ pasa en tiempo real. Quieren ser parte de algo excitante. M¨¢s noticias, m¨¢s fotos gore". En algunos casos, son los propios promotores de grupos de adhesi¨®n los m¨¢s sorprendidos. "No hubiera esperado tanta expectaci¨®n por haber creado una p¨¢gina ni en mis sue?os m¨¢s salvajes", cuenta a trav¨¦s de Facebook, desde Nueva York, Ron Agam, de 50 a?os, que fund¨® el grupo Facebook for Democracy in Iran, con 1.700 seguidores. "Hay millones de personas normales como yo que hicieron algo para ayudar. Y de pronto nos dimos cuenta de que est¨¢bamos conectados, de que algo pod¨ªa cambiar y de que mostrando nuestra solidaridad saben que no est¨¢n solos".
Pocos iran¨ªes, sin embargo, sintieron ese afectuoso apoyo al principio de las protestas, porque Facebook estaba bloqueado. Quedaba Twitter. La principal cr¨ªtica a este canal es la de la credibilidad. Es una herramienta muy democr¨¢tica, pero en todos los sentidos: cualquiera puede decir cualquier cosa. "No podemos estar seguros de la informaci¨®n que obtenemos de Twitter. Muchos de los iran¨ªes que twittean son activistas, otros muchos no viven en Ir¨¢n y sus mensajes no proceden de las manifestaciones, y alguna informaci¨®n es err¨®nea: hace poco se dijo que se hab¨ªan concentrado 700.000 personas en la mezquita de Ghoba en Teher¨¢n, ?los medios de comunicaci¨®n hablaban de 5.000! Al poco tiempo, el dato se pod¨ªa leer en blogs estadounidenses. En esa mezquita no cabe ni una d¨¦cima parte de gente de lo que se dijo", ejemplifica Teherani. Otro de los rumores m¨¢s difundidos es que Musav¨ª estaba bajo arresto domiciliario.
El asunto se enmara?a a¨²n m¨¢s cuando aparecen grupos como Twittspam.org, que, bajo el altruista pretexto de defender a los internautas, elaboran un listado de sospechosos que "pueden estar vinculados al aparato de seguridad iran¨ª", y recomiendan que se les bloquee. Alguien hace el siguiente comentario en la p¨¢gina: "?Por qu¨¦ deber¨ªa confiar en que Twitspam.org acusa con pruebas a estas cuentas? No lo digo porque dude, pero debemos estar seguros antes de negar a alguien el derecho a opinar".
La idea de que en esa minor¨ªa que usa Twitter en Ir¨¢n haya esp¨ªas del Gobierno que tratan de influir o de desinformar es una posibilidad, aunque los analistas la contemplan con cautela. Enrique Dans admite que "la parte represora en Ir¨¢n se ha puesto muy bien las pilas, Ahmadineyad tiene su web y la usa", y advierte de que el Gobierno siempre puede jugar al mismo juego que los internautas: "Puede crear puentes, ceder esos mismos servidores proxy como los que han creado otros internautas solidarios, y cazarlos ah¨ª. Por eso Twitter ha sido tan relevante en esta protesta, porque no hay que pasar necesariamente por la p¨¢gina web. Hay decenas de empresas intermediarias que los redireccionan a otras redes sociales. Pero sobre todo, es la tecnolog¨ªa centralizada que tiene Ir¨¢n la que le permite inspeccionar correos, conversaciones...".
Muchos Estados tratan de controlar la Red. China, por ejemplo, aplaz¨® la semana pasada su idea de incorporar a cada ordenador que se venda un filtro para bloquear p¨¢ginas. El argumento oficial es que as¨ª frena la pornograf¨ªa infantil. El de los internautas y organizaciones de derechos humanos, que es censura pura y dura. Australia tiene un sistema similar. "Son coartadas", dice Dans. "Los Gobiernos emplean la seguridad y la lucha contra la pornograf¨ªa infantil para controlar. La diferencia es que, en las democracias, hay garant¨ªas de confidencialidad, pero insuficientes".
Si hay un pol¨ªtico que ha logrado usar el potencial de las redes sociales a su favor es Barack Obama. El ¨¦xito de su campa?a presidencial se debe, en gran medida, a que consigui¨® "conectar el mundo online con el offline", explica Diego Beas. "Obama ten¨ªa de su lado a la comunidad tecnol¨®gica. Y entendi¨® que no se trataba tanto de lanzar mensajes como de motivar, de delegar en un equipo, de crear un movimiento continuado en el tiempo. Adem¨¢s, ya hab¨ªa un proceso de maduraci¨®n de las redes sociales en EE UU, una cantidad de usuarios muy extendida, y estaba YouTube", comenta.
El af¨¢n por influir en la Red est¨¢ inoculado en cualquier pol¨ªtico. Pero los que pretenden censurar fracasar¨¢n a largo plazo: "Es imposible, no podr¨¢n poner puertas al campo", asegura Beas.
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