Poder con la Red
Internet es grande, pero el Partido Comunista de China lo es m¨¢s. Con ese axioma por bandera, la estrategia del Gobierno chino se orienta en un doble sentido: controlar cuanto pueda la red y hacer de ella un instrumento de legitimaci¨®n de su poder.
No puede decirse que los dirigentes chinos no hayan comprendido la trascendencia de Internet. Muy al contrario, desde el primer momento han intentado hacerse con su control, aprovechando la Red en beneficio propio. Un estudio del centro Berckman Internet y Sociedad de la Universidad de Harvard, testando 200.000 p¨¢ginas web, concluye que cerca de 19.000 son inaccesibles en territorio chino, una cifra que va m¨¢s all¨¢ de las p¨¢ginas pornogr¨¢ficas e incluye muchas otras categor¨ªas. Cerca de 3.300 p¨¢ginas taiwanesas, por ejemplo, est¨¢n censuradas en el continente, por no hablar de agencias informativas, buscadores o universidades. Las t¨¦cnicas de control utilizadas por la polic¨ªa de Internet -estimada en unos 40.000 efectivos- se vuelven cada d¨ªa m¨¢s sofisticadas para hacerse con el dominio de una Red con m¨¢s de 900.000 sites, 300 millones de usuarios y 50 millones de blogs. Pero existen medios y voluntad pol¨ªtica para filtrarlo todo con no poca efectividad. El cierre de p¨¢ginas o la confiscaci¨®n de servidores forma parte de la rutina cotidiana, al igual que el ingenio de los internautas para sortear la censura con juegos de palabras (para referirse al reciente aniversario de Tiananmen evitando la delicada menci¨®n del 4 de junio, se recurri¨® al 35 de mayo). Las fechas sensibles se convierten en un aut¨¦ntico calvario para los internautas y una seria prueba para GWF (Great Wall of Fire), el sobrenombre del sistema de censura de Internet en China que, sobre todo, tiene como primera misi¨®n dificultar la movilizaci¨®n de los grupos descontentos. La capacidad disuasoria de esta pol¨ªtica no es menor: para evitarse problemas, algunos fabricantes de ordenadores (Sony, Acer, Haier) ya han incluido en sus productos destinados a China un filtro de contenidos pornogr¨¢ficos, a pesar de que Pek¨ªn ha aplazado formalmente su instalaci¨®n dada la controversia originada.
Desde Hu Jintao a Wen Jiabao y otras figuras del r¨¦gimen, todos han chateado en un ejercicio de comunicaci¨®n que los medios oficiales se han apresurado a calificar de "democracia electr¨®nica" y que nos presenta a unos dirigentes modernos y cercanos. El Gobierno se ha comprometido a usar regularmente la Red para conocer la opini¨®n sobre los proyectos de ley en curso, una innovaci¨®n positiva y moderada que muestra quiz¨¢s cierto respeto por el parecer de la ciudadan¨ªa, pero que tambi¨¦n puede contribuir a canalizar mejor la oposici¨®n y reforzar su poder con un sistema de consulta t¨¦cnica que convierte en sin¨®nimo de democracia, una confusi¨®n bien avenida. Esa b¨²squeda permanente de la legitimaci¨®n va m¨¢s all¨¢. El PCCh es tambi¨¦n conocido como el Partido de los cinco maos -un mao equivale a cinco c¨¦ntimos de euro-, la cantidad con que se retribuye a los internautas chinos censados para introducir comentarios positivos al Gobierno en los foros de Internet o reconducir sus contenidos con mensajes de corte nacionalista. El pasado 17 de junio, Beijing News informaba del reclutamiento de 10.000 voluntarios en la capital china para controlar los contenidos de la Red y crear una base de datos con informaci¨®n completa de las 370.000 p¨¢ginas registradas en Pek¨ªn, lo que demuestra una clara vocaci¨®n ofensiva que aspira a dominar los nuevos medios de compartir informaci¨®n (Twitter, por ejemplo).
El Gobierno chino es consciente de que Internet es dif¨ªcilmente controlable, pero que con perseverancia, capacidad de adaptaci¨®n y su probada "rigidez flexible" puede hacer de la Red un instrumento de legitimaci¨®n y reforzamiento de su mensaje. No s¨®lo se trata de censura.
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China (Casa Asia-IGADI).
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