"Los referentes de verdadera grandeza han desaparecido"
Marc Fumaroli (Marsella, 1932), escritor, historiador, miembro de la Academia Francesa, abomina de lo moderno por lo moderno y de lo pol¨ªticamente correcto por definici¨®n. Atildado, cult¨ªsimo, ceremonioso y elegante, recibe a EL PA?S en un despacho del Coll¨¨ge de France, del que es profesor honorario. Desde hace a?os, el amable y educado estudioso del arte y la ret¨®rica se ha convertido en un brillante y ¨¢cido cr¨ªtico de la sociedad cultural del presente m¨¢s rabioso y de sus manifestaciones art¨ªsticas contempor¨¢neas, de las que ¨¦l, por lo general, abomina explicando el porqu¨¦. Su pol¨¦mico libro El Estado cultural (Acantilado) da fe de su preocupaci¨®n por el mundo en el que vive. Recientemente, ha ganado el Premio Reino de Redonda, que concede desde 2001 la editorial del mismo nombre, del escritor Javier Mar¨ªas.
"Estamos sumidos en un r¨¦gimen de im¨¢genes, en principio, feas, sin futuro, de una materia pobre, digital, que son ef¨ªmeras"
PREGUNTA. ?Contento con este premio?
RESPUESTA. No s¨®lo contento: muy orgulloso. El jurado est¨¢ compuesto por personalidades internacionales de calidad e independencia absolutas. Es m¨¢s que el Nobel, porque al jurado del Nobel no lo conoce nadie y est¨¢ influido por lo pol¨ªticamente correcto. Y este jurado es completamente incorrecto.
P. ?Por qu¨¦ ha elegido como t¨ªtulo del Reino de Redonda el de Duke of Houyhnhnms? (en referencia a "aquellos caballos de Los viajes de Gulliver, de Swift, 'que nos hacen avergonzarnos de nuestra humanidad").
R. Porque adoro Los viajes de Gulliver, un gran libro ir¨®nico. Creo que Schopenhauer sosten¨ªa que los tres grandes libros aleg¨®ricos del mundo son El Quijote, Los viajes de Gulliver y El Critic¨®n de Graci¨¢n. En Los viajes..., Gulliver descubre toda suerte de monstruos, todos humanos, y despu¨¦s encuentra un mundo habitado por caballos inteligentes y generosos, denominados Houyhnhnms, que viven juntos en una sociedad ut¨®pica. Creo que ¨¦se es buen sitio para instalarme y ponerme el t¨ªtulo de Duke.
P. El jurado ha reconocido su labor a la hora de tender puentes con el pasado. ?Est¨¢ de acuerdo?
R. S¨ª, con la condici¨®n de definir "pasado". Yo no soy un pasadista en absoluto. El pasado en cuanto pasado no me interesa, porque es algo que tiende a la desaparici¨®n. Yo creo, eso s¨ª, en la inteligencia de lo mejor de la humanidad, en el tesoro cultural acumulado a lo largo de los siglos. Desde Homero hasta Joyce, desde Plat¨®n y Arist¨®teles hasta San Agust¨ªn y Santo Tom¨¢s. Esta tradici¨®n literaria y filos¨®fica no ha creado un mundo estable y habitable, pero nos permite mirar en el que vivimos con distancia, con una mirada cr¨ªtica, no nos deja encerrarnos en nuestras ilusiones.
P. ?En nuestras ilusiones?
R. S¨ª, ilusiones que acaban en un desenga?o. Hay toda una corriente ciega que sostiene que el mundo moderno se ha desarrollado gracias al ego¨ªsmo. Hay que buscar por otros lados, convencernos de que el camino que hemos tomado no es el bueno.
P. ?Cu¨¢ndo perdimos el camino correcto?
R. Lo perdimos con la filosof¨ªa anglosajona del siglo XVIII, con Locke y Adam Smith, entre otros. En el fondo, el mundo de ahora es el mundo del todos contra todos, en el que han desaparecido todos los referentes de verdadera grandeza, en el que la admiraci¨®n, la emulaci¨®n o la educaci¨®n es imposible. Cada uno debe aprender por s¨ª mismo. Los j¨®venes no poseen nada que les haya sido transmitido por las generaciones precedentes y ellos no transmitir¨¢n nada a los que les vendr¨¢n despu¨¦s.
P. En su ¨²ltimo libro publicado en Francia, Par¨ªs-New York et retour, compara la cultura americana y la europea.
R. No tanto la cultura en el sentido universal como la imagen. Considero que la imagen y por tanto la imaginaci¨®n se encuentran en la base del conocimiento humano. As¨ª que me pregunt¨¦ d¨®nde se encuentran las im¨¢genes contempor¨¢neas y las he estudiado a la luz del pasado. Y me he dado cuenta de que estamos sumidos en un r¨¦gimen de im¨¢genes, en principio, feas, sin futuro, de una materia pobre, digital, que se emiten en pantallas, que son ef¨ªmeras. Y est¨¢n por todos lados, nos asaltan desde que nos levantamos de la cama. Y esto condiciona nuestra imaginaci¨®n, la constri?e.
P. As¨ª que somos m¨¢s pobres en cuanto a im¨¢genes que en el siglo XVII, por ejemplo.
R. Efectivamente, porque las de ahora son im¨¢genes industriales que ejercen una presi¨®n irresistible. Yo soy un apasionado del arte. Y creo que las im¨¢genes comerciales que nos invaden, y sus hermanas gemelas, las que est¨¢n en las galer¨ªas de lo que se denomina "arte contempor¨¢neo", no son en realidad arte: son mero producto de la t¨¦cnica y del mercado. Im¨¢genes art¨ªsticas hay muy pocas. Antes, ten¨ªan el poder de educar los sentidos y la sensibilidad. Y eran, c¨®mo decir, m¨¢s nutritivas desde el punto de vista art¨ªstico que el oc¨¦ano en el que nosotros estamos sumergidos. No es que lo de entonces fuera el ideal, pero si comparamos una cosa y otra, no estoy seguro de que no nos hayamos llevado la peor parte.
P. Usted ha acu?ado el t¨¦rmino cultura pizza. ?Qu¨¦ significa?
R. Responde a la idea de que no ya no hay tradici¨®n nacional, tradici¨®n local, de que todo debe ser mestizo, un collage, una instalaci¨®n, un v¨ªdeo, de que todo debe ser una mezcla, de que todo debe ser kitsch. La alta cultura, a lo largo de los siglos, ha estado unida a la tierra, al aire, a la misma luz de un lugar que permanece. El hombre necesita una cultura para adaptarse a la naturaleza. En un mundo completamente t¨¦cnico como el nuestro nuestra relaci¨®n con la naturaleza casi ha desaparecido.
P. Es usted muy pesimista
R. No. No soy pesimista, porque los pesimistas creen que la humanidad est¨¢ completamente corrompida y que avanza hacia la autodestrucci¨®n. Yo no creo eso: la humanidad tiene un fondo tan excelente como desastroso. Pero ese fondo excelente tropieza con la megaloman¨ªa, la ambici¨®n desmesurada o, simplemente, con la maldad ego¨ªsta. Entre esas dos fuerzas se libra siempre un combate. Y los pocos que tienen algo noble dentro de ellos, lejos de desesperarse, se esfuerzan en compensar esa pulsi¨®n autodestructiva de la otra parte. Esa lucha est¨¢ representada en esas dos parejas de personajes aleg¨®ricos, una de Rabelais y la otra de Cervantes: Pantagruel es un gigante generoso y Panurge es un tipo ego¨ªsta, avaro, vengativo, mezquino y tramposo. No se puede entender la humanidad sin esos dos polos opuestos. S¨®lo en el para¨ªso o en la utop¨ªa uno encontrar¨ªa un mundo poblado s¨®lo de pantagrueles. La otra pareja, claro, es Don Quijote, ese idealista espa?ol, esa suerte de Cristo caballeresco, y Sancho, presa de sus peque?as ambiciones. La diferencia entre las dos parejas es que mientras Pantagruel y Panurge son completamente antit¨¦ticos, Don Quijote y Sancho no lo son del todo. Sancho tiene un lado muy simp¨¢tico y, adem¨¢s, el sentido com¨²n que le falta a Don Quijote. Cervantes es relativamente m¨¢s filantr¨®pico que yo. Yo estoy m¨¢s cerca de Rabelais y de Swift. -
Par¨ªs-New York et retour. Voyage dans les arts et les images. Marc Fumaroli. Fayard. Par¨ªs, 2009. 638 p¨¢ginas. Acantilado lo publicar¨¢ en 2010 (Par¨ªs-Nueva York, ida y vuelta. Viaje a trav¨¦s de las artes y las im¨¢genes), as¨ª como La diplomacia del esp¨ªritu y La rep¨²blica de las letras. Su ¨²ltimo libro editado en Espa?a es Las abejas y las ara?as: la querella entre los antiguos y los modernos (traducci¨®n de Caridad Mart¨ªnez, Acantilado, 2008).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.