Una larga historia de promesas incumplidas
La necesidad de elevar el importe de las ayudas p¨²blicas a los pa¨ªses pobres y, singularmente, a ?frica, es un asunto recurrente en las cumbres del G-8. Y tambi¨¦n uno de los que m¨¢s frustraci¨®n genera. Los acuerdos para invertir m¨¢s dinero en programas internacionales contra el hambre se saludan con toda la prosopopeya de la que los mandatarios son capaces, que es mucha. Al poco tiempo se comprueba que lo prometido se queda en mucho menos y el club de los pa¨ªses m¨¢s ricos vuelve a perder credibilidad a chorros. "Para nosotros, lo importante es que el G-8 est¨¦ a la altura de sus compromisos", coment¨® el primer ministro de Etiop¨ªa, Meles Zenawi, tras la aprobaci¨®n del nuevo fondo de ayuda a los agricultores pobres, dotado con 20.000 millones de d¨®lares.
El hondo escepticismo africano puede elegir entre un amplio abanico de incumplimientos del G-8 para justificarse. El resultado del acuerdo final de la cumbre de Gleneagles (Escocia), que fue recibido con gran entusiasmo en 2005, es el m¨¢s lacerante. Los siete pa¨ªses m¨¢s ricos (Rusia no hab¨ªa entrado a¨²n formalmente en el club) se comprometieron a elevar en 21.500 millones de d¨®lares su aportaci¨®n anual a la ayuda al desarrollo de ?frica antes de 2010, casi el doble de lo que invert¨ªan entonces. En 2008, apenas hab¨ªan sumado 7.000 millones, seg¨²n un reciente informe de la ONG brit¨¢nica One y el panel para el progreso de ?frica, liderado por Kofi Annan, ex secretario general de la ONU.
El enorme desfase con la mayor promesa del G-7 a los pa¨ªses africanos se debe a la baja aportaci¨®n de sus miembros europeos y, sobre todo, de Francia e Italia, muy lejos de cumplir sus compromisos. Oliver Buston, director europeo de One, valor¨® el nuevo compromiso alcanzado ayer en L'Aquila, pero, escarmentado, le puso sordina. "Los gobiernos deben demostrar que esto es dinero nuevo", dijo en referencia a la posibilidad de que se reciclen partidas ya anunciadas.
La contabilidad creativa entre los Gobiernos cuando airean grandes programas de ayuda al desarrollo est¨¢ muy extendida. En la v¨ªspera de la cumbre, la directora general de Intermon Oxfam, Ariane Arpa, rebaj¨® a 1.000 millones de d¨®lares los 12.000 millones que el G-8 aseguraba que hab¨ªa gastado ya este a?o en ayuda al desarrollo. Y enterrado en el ¨²ltimo p¨¢rrafo de un comunicado, la agencia alimentaria de la ONU (FAO), recordaba que s¨®lo se hab¨ªa recaudado una cuarta parte de los 6.400 millones de euros previstos en donaciones para 2009. Reforzar el programa mundial de alimentos de la FAO fue la promesa de la anterior cumbre del G-8, celebrada el a?o pasado en la ciudad japonesa de Toyako.
La manera m¨¢s transparente y eficaz de seguir el grado de cumplimiento de las promesas del G-8 ser¨ªa que el propio organismo dedicara recursos a evaluar los resultados alcanzados, una iniciativa que Reino Unido patrocin¨® en la ya finalizada cumbre de L'Aquila, sin ning¨²n resultado concreto.
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