La farsa de Rang¨²n
La dictadura birmana, contra todos, mantiene el proceso de la l¨ªder opositora Suu Kyi
El juicio circense contra la l¨ªder de la oposici¨®n birmana, que se prolonga desde hace dos meses al capricho de los generales que controlan f¨¦rreamente el pa¨ªs asi¨¢tico, se ha reanudado con la expectativa de que finalice en julio. La semana pasada, el jefe de la Junta Militar, Than Shwe, ignor¨® los argumentos del secretario general de la ONU, que pidi¨® en Myanmar la liberaci¨®n de Aung San Suu Kyi y de los m¨¢s de dos mil detenidos pol¨ªticos de la Junta, una cifra duplicada en dos a?os. Ban Ki-moon, que no destaca por su energ¨ªa de trato con los reg¨ªmenes represivos (Sud¨¢n, Sri Lanka, Zimbabue), ni siquiera fue autorizado a visitar a la Nobel de la Paz, lo que no ha impedido a los militares considerar su visita como un signo de apoyo a las elecciones que planean el a?o pr¨®ximo para legitimar su usurpaci¨®n del poder desde hace medio siglo.
El proceso a la l¨ªder birmana, de 64 a?os, tiene como objetivo apartarla de estos comicios. Improvisado con el esperp¨¦ntico argumento de que la acusada ha violado las condiciones de su arresto domiciliario, al permitir que un extranjero llegase a su casa de Rang¨²n, el juicio, a puerta cerrada, viola cualquier norma imaginable del derecho. Pero para los espadones es m¨¢s presentable que renovar por decreto la prisi¨®n de una mujer, hija del h¨¦roe independentista del pa¨ªs, respetada por su pueblo e internacionalmente y que ha dado muestras de un coraje fuera de lo com¨²n en su lucha contra la dictadura militar a lo largo de sus casi veinte a?os en una u otra forma de detenci¨®n.
Para mayores garant¨ªas, la impune Junta ha viciado en origen las anunciadas elecciones haciendo aprobar el a?o pasado, con un 92% de s¨ªes y la prohibici¨®n de pedir el no, una modificaci¨®n de la Constituci¨®n que dar¨¢ al Ej¨¦rcito el control de una cuarta parte del Parlamento, adem¨¢s de poderes absolutos a su jefe. Los comicios anteriores fueron en 1990, y la victoria arrasadora del partido de Suu Kyi nunca fue aceptada por los militares.
El caso de Birmania desaf¨ªa el recto sentido. El petrificado r¨¦gimen, ejemplarmente represor, sufre sanciones occidentales en cascada (fallidas), y los birmanos una miseria generalizada. Pero en su aislamiento no le faltan socios regionales en una zona del mundo donde el desprecio por los derechos humanos nunca ha sido motivo de fricci¨®n. A la postre, Birmania tiene gas y otros recursos naturales; y proporciona a China una salida estrat¨¦gica al ?ndico.
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