?Para qu¨¦ servir¨¢n tantos millones?
La clase pol¨ªtica catalana se asom¨® de nuevo al abismo, pero esta vez, a diferencia de lo que sucedi¨® con el Estatuto, ha sabido frenar antes de precipitarse al vac¨ªo. A reserva de las vacilaciones de ¨²ltima hora del republicano Joan Puigcerc¨®s y (algunos de) los suyos, el pacto entre el Estado y la Generalitat para mejorar la financiaci¨®n catalana es ya un hecho. Con suerte, pasar¨¢n muchos a?os antes de que los partidos y los medios de comunicaci¨®n volvamos a someter a los sufridos catalanes a la tortura de manosear conceptos tan inescrutables como la nivelaci¨®n de servicios, el fondo de suficiencia o el esfuerzo fiscal. Bien est¨¢ lo que acaba, ?o no?
A modo de traca final, se avecina una guerra de cifras que, para ganar tiempo, anticipamos a rengl¨®n seguido: el PSC y sus socios echar¨¢n en cara a CiU que en 2001 el entonces consejero Artur Mas asegurara haber arrancado 2.400 millones de euros para Catalu?a, montante que al final se qued¨® en s¨®lo 250 millones frente a los 2.100 que llegar¨¢n este a?o y a los 3.500 de 2012, y CiU, que en los ¨²ltimos tres a?os ha puesto 10 cifras distintas sobre la mesa -desde unos modestos 2.329 millones hasta unos on¨ªricos 6.997-, proclamar¨¢ que el tripartito se ha vendido por un plato de lentejas y que, al demorar un a?o la plena vigencia del sistema, ha traicionado el esp¨ªritu, la letra y hasta las tapas del Estatuto. Desde aqu¨ª aconsejamos al lector que, m¨¢xime en v¨ªsperas de vacaciones, se tome con escepticismo y altas dosis de paciencia estos ¨²ltimos estertores del vodevil.
Tras bregar para lograr recursos, la prioridad de Montilla debe ser gastarlos con criterio, no echar m¨¢s pulsos con el Estado
Pero cuando los fuegos de artificio se extingan y el ruido de la politiquer¨ªa haya cesado, llegar¨¢ la hora de la verdad. Ser¨¢ entonces cuando el presidente Jos¨¦ Montilla y sus aliados, tras superar una prueba de fuego de la que por poco salen calcinados, tendr¨¢n que acreditar ante la ciudadan¨ªa que, adem¨¢s de bregar con el Estado para obtener m¨¢s recursos, tambi¨¦n saben en qu¨¦ gastarlos.
Montilla accedi¨® al cargo con todos los astros conjurados en su contra: empujado por Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero para desbancar a Pasqual Maragall; severamente derrotado en las urnas por CiU; presionado por su correligionarios de Madrid para que cediera la presidencia a Mas; heredero de una alianza a tres bandas que parec¨ªa llevar en sus genes el cromosoma de la autodestrucci¨®n; cuestionada su capacidad para hacerse valer ante el Gobierno amigo en defensa de los intereses de Catalu?a... Ante tantas adversidades, su programa, en el fondo, era muy sencillo: blindar la cohesi¨®n interna del tripartito e ir reemplazando el discurso cl¨¢sico del nacionalismo identitario por un "catalanismo social" al servicio de las personas. La primera parte de su misi¨®n, al menos por ahora, la ha cumplido con creces, pero ni la grave crisis econ¨®mica ni los casi tres a?os empleados en desencallar la mejora de la financiaci¨®n le han permitido labrarse la imagen de buen gestor que anhela para paliar su irremediable falta de carisma.
Ahora tiene la oportunidad de hacerlo, relleno el zurr¨®n con esos 4.000 millones adicionales que podr¨¢ gestionar hasta el final de su mandato. A buen seguro que, con las arcas de la Generalitat tiritando, tendr¨¢ que tapar m¨²ltiples agujeros, pero a no mucho tardar el presidente y sus consejeros deber¨ªan ser capaces de trazar una hoja de ruta que detallase los programas sociales u obras p¨²blicas que ejecutar¨¢n en los pr¨®ximos meses, antesala de las elecciones de 2010. Nuevos colegios y guarder¨ªas; ampliaci¨®n y capacitaci¨®n del profesorado para que la Ley de Educaci¨®n no se quede en papel mojado; atenci¨®n a las personas dependientes; ayudas y reciclaje para los parados de larga duraci¨®n; mejora de los servicios sociales y de la sanidad p¨²blica; est¨ªmulo a los empresarios para que contribuyan al tan cacareado cambio de modelo productivo... ?Es tanto lo que queda por hacer y tan poco el tiempo que queda para hacerlo!
Urge, pues, que la Generalitat pase p¨¢gina de la pugna con el Estado y combata con la fuerza de los hechos esa desafecci¨®n social que tanto dice inquietarle. El 21 de julio, la firma del traspaso de Cercan¨ªas deber¨ªa abrir un par¨¦ntesis en el que el desarrollo del Estatuto se aparcase -o se abordase con sordina- para concentrar todas las energ¨ªas en ejercer las competencias ya obtenidas. Ya vendr¨¢n tiempos mejores. O no.
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