Una mirada de culto
Si este texto fuera una fotograf¨ªa de Cristina Garc¨ªa Rodero, lo m¨¢s llamativo en ella ser¨ªa el sonido de su voz, que es dulc¨ªsima. Su cuerpo menudo y rotundo, que apenas la alza metro y medio del suelo. Su aspecto cotidiano y campechano, que la convierte en mujer invisible y com¨²n, se?ora de su casa camino del mercado, del autob¨²s, de la consulta del m¨¦dico...Sus grandes ojos verdes, que sobresalen de su rostro como dos faros que todo lo ven y le han dado muchas alegr¨ªas y alguna pena... Y esas toneladas de energ¨ªa y pasi¨®n que son el motor que todo lo mueve. El que le ha permitido trabajar durante 40 a?os (va a cumplir 60) sin ayudantes ni a?adidos, cargar con las c¨¢maras (antes Nikon y ahora Canon; antes con pel¨ªcula, ahora en digital) en un trasiego constante de aqu¨ª para all¨¢ en busca de ritos atemporales y costumbres a?ejas que unen hoy y siempre a hombres y mujeres del mundo. Traves¨ªas sin organizaci¨®n ni programas fijados de antemano: "Siempre he ido a lo que salga, a la aventura". Siempre sola. "El viaje para m¨ª es descubrimiento, conocimiento; poder compartir, ser testigo. Es regresar con un tesoro: traer im¨¢genes que est¨¦n a la altura de lo vivido y hacer de eso una obra personal que te defina como creador y como persona, que es a lo que todos aspiramos en realidad".
"voy a seguir mi camino como siempre he hecho. Pero ahora en grupo"
"Un viaje significa para m¨ª regresar con un tesoro: traer im¨¢genes que est?n a la altura de lo vivido"
"Mi obra tiene otro tempo que no es la actualidad. Es a largo plazo. Piezas para encajar en un conjunto"
"Vivo sola. Es un peaje que hay que pagar. No tengo tiempo para otros"
Lo dice sentada, que no quieta, en el sof¨¢ de su casa, situada en un barrio madrile?o c¨¦ntrico y marchoso: "Est¨¢ lleno de puticlubes, ves por aqu¨ª a las chicas y te mueres de envidia de lo guapas...". Y s¨ª, ella conoce y la saludan los porteros, los camareros, los taxistas, las putas... Anda a¨²n recuper¨¢ndose a duras penas del estr¨¦s por la noticia bomba de su vida ¨²ltima: su entrada en la agencia de las agencias, la m¨ªtica Magnum. Una cooperativa que fundaron, entre otros, Robert Capa y Cartier-Bresson all¨¢ por 1947 como uni¨®n de fot¨®grafos dispuestos a pelear por su independencia y el reconocimiento de su autor¨ªa. Pusieron entonces 400 d¨®lares de capital; ahora, dice Cristina, son 10.000. Y con la ilusi¨®n multiplicada en igual proporci¨®n entre los socios.
Est¨¢ agobiada. Acaba de regresar de Londres, donde se ha celebrado la reuni¨®n anual de su nueva casa; las llamadas telef¨®nicas no paran, y ella, entre una y otra, busca desasosegada una aspirina en sus maletas a¨²n por deshacer... estado, dicen los que la conocen, en el que siempre se encuentran, como se encuentra la puerta del ba?o sin colocar, la cocina sin usar... "Salt¨® la noticia demasiado r¨¢pido. Hasta me pod¨ªa haber quedado en capilla", se r¨ªe.
El af¨¢n por hacer visible lo sagrado, lo pagano, lo espiritual y mundano, la dualidad del ser humano, ¨¦se es su objetivo. Documentar. Hombres, dioses, esp¨ªritus se titulaba el encargo que Cristina Garc¨ªa Rodero prepar¨® para la agencia durante los cuatro a?os que dur¨® el periodo en que toda su obra fue analizada con lupa. "La culpa de que est¨¦ aqu¨ª la tiene David Alan Harvey, uno de los socios. ?l me empuj¨®, me apadrin¨®, me guiaba, me dec¨ªa: 'Es bueno para ti'... Y yo no me ve¨ªa, no soy reportera. He hecho prensa, s¨ª, pero poca, nunca lo he buscado. Y no es renuncia, es que prefer¨ªa ir por libre...". Ahora y por vez primera un fot¨®grafo espa?ol forma parte del Olimpo. "Yo voy a seguir mi camino como siempre he hecho. S¨®lo que en vez de sola, agrupada. El sentido de comunidad es fundamental en Magnum. Y es una agencia; tiene, pues, que sobrevivir. Hay que seguir trabajando".
Tras un rato, se relaja. Y tras otro, pregunta: "?Tienes hambre?". Y sin m¨¢s: "Vamos a por las tapas del restaurante Jos¨¦ Luis, aqu¨ª en la esquina". Y vamos. Confiesa que con todo esto ha estado despistad¨ªsima. "Ni sab¨ªa que hab¨ªa muerto Michel Jackson, ya ves". Y est¨¢ feliz. "Siempre cre¨ª que no daba el perfil, que buscaban fot¨®grafos m¨¢s j¨®venes, m¨¢s reporteros". Muchos definen su obra como documentalista. Ella, cl¨¢sica y humanista. "Mi obra tiene otro tempo que no es la actualidad. Es a largo plazo. Piezas que deben encajar en un conjunto homog¨¦neo en el que el tiempo no existe... es otra cosa lo que las une". Quiz¨¢ a los de Magnum les pes¨® a la hora de decidir la frase del fundador Capa: "Si la foto es mala, es porque no estabas suficientemente cerca". Y la cercan¨ªa es el fuerte de Garc¨ªa Rodero. "Hay en ella una innegable definici¨®n f¨ªsica de lo que es 'el punto de vista", la describ¨ªa Christian Caujolle, quien durante a?os la represent¨® en otra agencia, Vu. "Que me hayan aceptado representa para m¨ª, que he trabajado sola toda mi vida, una gran recompensa. Un lujo poder hablar de fotograf¨ªa con ellos. Una suerte saber que el d¨ªa que yo no est¨¦, ellos van a cuidar de mi obra. Y es, adem¨¢s, una agencia viva donde la edad no es un l¨ªmite".
No lo es, desde luego, en su caso. La fortaleza y obstinaci¨®n de car¨¢cter y el genio de Garc¨ªa Rodero le han permitido y le permiten ahora igual que anta?o dirigirse por tierra, mar y aire all¨¢ donde sea necesario; buscar, acercarse, pegarse como un pulpo a la gente con mirada abierta ("siendo una esponja"); asistir sin hacerse notar, sin molestar, con el don de la invisibilidad a fiestas, bodas, bautizos, procesiones, carnavales, entierros, guerras, desplazamientos forzados... Estos ¨²ltimos trabajos, en Kosovo y Georgia, son especiales para ella, lo destaca: "Me interesaban, me dolieron, me afectaron. Hay muchos viajes quiz¨¢ nada rentables, pero para m¨ª necesarios". Una fuerza interior la impuls¨® y la impulsa (en unos d¨ªas sale ya hacia M¨¦xico, Hait¨ª, Cuba...) a ir tras esos reportajes que mostraron primero -en un blanco y negro contundente (aunque siempre hizo tambi¨¦n color)- aquella Espa?a oculta y en proceso de transici¨®n que le supuso tres lustros de elaboraci¨®n, fue libro del a?o 1989 en Arl¨¦s y tuvo un recorrido largu¨ªsimo por museos... Y luego, tras los rituales en Hait¨ª, las manifestaciones del culto al personaje m¨ªtico de Mar¨ªa Lionza, La diosa de los ojos de agua, en Venezuela... Y muchos otros. Con la misma energ¨ªa con la que se mueve ¨²ltimamente (y bien ¨¢gil, cuentan quienes la han visto) por festivales de cine er¨®tico, entre penes, vulvas y tetas al aire, haci¨¦ndose un hueco entre colegas con f¨ªsicos m¨¢s portentosos que el suyo...
"Empec¨¦ en esto de ni?a porque era una forma de apropiarme de la realidad, conservarla". Inmortalizarla. "Ojo, cabeza y coraz¨®n", dec¨ªa Cartier-Bresson, "son imprescindibles para dedicarse a esto". Seg¨²n Publio L¨®pez Mond¨¦jar, historiador fundamental de la materia, Cristina posee las tres cosas: "Un ojo privilegiado, una cabeza bien puesta -ella es humilde en lo personal, pero no respecto a su creaci¨®n: sabe de sobra que su obra es valiosa, trascendente- y tiene gran coraz¨®n. Adem¨¢s de formaci¨®n art¨ªstica. Es como la fot¨®grafa completa: muy r¨¢pida, muy t¨¦cnica, muy buena". Pero para juzgarla no hace falta m¨¢s prueba que su obra, esas miles de fotos ("siempre reportajes, nunca producci¨®n o posados") que cuentan lo ancestral y at¨¢vico de nuestra sociedad, eso que se da por sabido a fuerza de tenerlo cerca, y se niega o rechaza por lo mismo. "Los movimientos del alma y su trazo". "Las sombras de la sociedad contempor¨¢nea", escribe Tom¨¢s Rodr¨ªguez Soto en el pr¨®logo del libro sobre Mar¨ªa Lionza. "Aspiro a que la gente se emocione conmigo", asegura esta manchega de largo curr¨ªculo. Dice que s¨ª, que hay mucho drama en sus im¨¢genes y que le gustar¨ªa recoger la cara dulce de la vida. ?Cambiar de chip? "El cambio son ya esos festivales er¨®ticos que sigo...". Otros rituales, nuevas expresiones de ¨¦xtasis, lugares de encuentro que se unen a los religiosos...
Su afici¨®n por la creaci¨®n continua, su af¨¢n de superaci¨®n ("se crece con las dificultades, es como la infanter¨ªa de la fotograf¨ªa", asegura Publio) la han llevado a transformar su obra ingente en exposiciones, libros, proyectos nunca concluidos como son Entre el cielo y la tierra ("M¨²sica, religi¨®n, sexo, muerte, todo cabe en ¨¦l"); el del Agua, el de Georgia, el que llama "de las Am¨¦ricas"... Durante a?os ha impartido clases de fotograf¨ªa (en la Facultad de Bellas Artes de Madrid) "para ofrecer a otros" lo que ella no tuvo (echa de menos mayor formaci¨®n fotogr¨¢fica), y ha girado como posesa por este mundo ("Nunca estoy en ning¨²n sitio m¨¢s de un mes, y aprendes que en todos, lo importante es siempre lo mismo") para retornar cargada de vivencias, im¨¢genes y objetos: conchas, caracolas, esculturas, perfumes que se hacinan en su casa, de decoraci¨®n se?orial, en la que abundan los libros propios y ajenos, sus pinturas, los ¨¢lbumes con negativos, las fotos familiares y de ella misma, la joven de ojos verdes inmensos...
"Mis or¨ªgenes son humildes, viajaba durante meses, uf, la vida que llevaba, lo que com¨ªa... no puedes ser escrupulosa...". Y no lo es. Hay colegas que la recuerdan movi¨¦ndose de un pueblo a otro de Espa?a, durmiendo en su coche, confundi¨¦ndose con el paisaje de mujeres enlutadas y crucifijos, metida en barro, empapada de lluvia, asada de calor... "Uf, qu¨¦ vida, sin tiempo para cuidarse o vestirse...". De militante. Se r¨ªe y se lamenta de los sustos f¨ªsicos producto del estr¨¦s que vivi¨® al final de los noventa, cuando le dieron el Premio Nacional: "Anduve como loca, y eso me pas¨® factura". La operaron de los ojos. "Pas¨¦ momentos dif¨ªciles. Pero eso ya es historia". Sigue su narraci¨®n: "Volv¨ªa del viaje y me met¨ªa semanas a revelar en el cuarto de ba?o...". Ahora, desde hace tres a?os, varias personas le ayudan a organizarse, y es otro gran fot¨®grafo, Juan Manuel Castro Prieto, gran positivador de blanco y negro en Espa?a, el ¨²nico que le toca los negativos a Cristina, su bot¨ªn.
Creaciones que nacieron con una c¨¢mara paterna y con otra propia a los 16 a?os. "Era un juego. No me considero fot¨®grafa de verdad hasta que no me meto en un laboratorio, mucho despu¨¦s...". Cita a quienes la ayudaron: "El fot¨®grafo de mi pueblo, de Puertollano, S¨¢nchez. Yo acud¨ªa a ¨¦l y me aconsejaba, y eso que ni le hab¨ªa comprado la c¨¢mara...". O Ignacio Pomar, que le ense?¨® a revelar... Y no sabe o no comenta de rencillas o envidias entre compa?eros. En su juventud aprend¨ªan unos de otros: "No hab¨ªa tanto dinero para compartir... y nos ayud¨¢bamos para crecer juntos". Una catapulta importante lleg¨® con el proyecto Un d¨ªa en la vida de... de la editorial Collins. Era 1987. Pero ella cree b¨¢sicos en su carrera el premio en Arl¨¦s por su Espa?a oculta y el Eugene Smith posterior: "Ah¨ª inici¨¦ mi trabajo sobre el Mediterr¨¢neo". ?Otro proyecto abierto? Y dice que s¨ª, que su obra es como un r¨ªo cargado de afluentes que desembocan juntos en el oc¨¦ano Garc¨ªa Rodero... Y no, no es de los que disparan mucho, pero s¨ª de los eternamente insatisfechos. "Soy muy exigente conmigo misma". No tiene fotos nunca conseguidas, y s¨ª frustraciones: "Cuando algo se te escapa, no est¨¢s donde debes, te despistaste o te robaron la c¨¢mara... Pero ¨¦stas se olvidan. Ahora mismo no recuerdo ninguna", dice engullendo la tortilla.
Afirman otros y lo confirma ella que lo ha dado todo por su profesi¨®n: tiempo, comodidad, amores que salieron huyendo en cuanto antepuso la c¨¢mara. "Vivo sola. Es un peaje que hay que pagar. Estoy tan en lo m¨ªo, que no tengo tiempo para ocuparme de otros, ni de las relaciones p¨²blicas, ni de estar donde interesa...". Considera que ha sido generosa con la fotograf¨ªa, y que ¨¦sta le ha devuelto el gesto: "Me ha dado momentos de felicidad, poder moverme por el mundo, tener el privilegio de ser testigo... Me ha hecho la persona que soy... Y s¨ª, he tenido malos ratos, cuando est¨¢s ah¨ª, metida en un coche por caminos imposibles, en situaci¨®n dif¨ªcil y te preguntas: '?Pero qu¨¦ hago yo aqu¨ª?'. Y momentos profesionales duros, cuando sufr¨ª exigencias externas a las que no me pod¨ªa plegar, ah¨ª desfallec¨ª. Porque aborrezco la tiran¨ªa del tiempo, los abusos profesionales, la falta de cuidado o respeto por las obras... Pero jam¨¢s pens¨¦ en abandonar". Y con tanto oficio hay cosas que tiene hoy muy claras: "No quiero apresurarme, cuando crea que un trabajo est¨¢ maduro, lo mostrar¨¦. ?ste es uno de los grandes problemas de crear: c¨®mo nos apremian para soltarlo todo... Los fot¨®grafos tenemos tanta ilusi¨®n por ense?ar nuestra obra, que solemos claudicar ante las prisas".
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