Los 12 inquilinos
Seis expediciones alunizaron y una docena de sus hombres, varones y blancos, dejaron sus huellas indelebles - Todos menos uno abandonaron la NASA - Mitchell se dedic¨® a los fen¨®menos paranormales, Bean pinta la Luna, Irwin fund¨® la congregaci¨®n religiosa Altos Vuelos
Solamente 12 personas han pisado la Luna. Todos varones, blancos y cuidadosamente seleccionados para proyectar una imagen acorde con la trascendencia hist¨®rica de su misi¨®n. Todos ellos ten¨ªan entonces alrededor de 40 a?os.
En julio de 1969, Neil Armstrong y Edwin Aldrin abrieron el camino... Armstrong fue el primero. A?o y medio despu¨¦s abandon¨® la NASA y acept¨® un puesto de profesor de Aeron¨¢utica en la Universidad de Cincinatti. Luego desempe?¨® diversos cargos como portavoz de varias compa?¨ªas del sector y volvi¨® a colaborar brevemente con la agencia espacial en la investigaci¨®n del accidente del Challenger. Compr¨® una granja y se jubil¨® en 2002.
La trayectoria de Buzz Aldrin (cambi¨® su nombre legalmente en 1988) fue m¨¢s agitada. Abandon¨® la NASA poco despu¨¦s que Armstrong y volvi¨® a la Fuerza A¨¦rea. Para un militar acostumbrado a una vida disciplinada y met¨®dica, la fama s¨²bita tuvo un efecto demoledor: durante a?os sufri¨® problemas de depresi¨®n cl¨ªnica y alcoholismo, y pas¨® por dos divorcios.
Superados sus problemas, Aldrin continu¨® trabajando en nuevos proyectos espaciales, en el sector privado. Octogenario, conserva una excelente forma f¨ªsica. Lo demostr¨® hace cinco a?os al tumbar de un pu?etazo a un seguidor de las teor¨ªas que niegan el desembarco en la Luna.
Armstrong no contesta cartas ni firma aut¨®grafos. Tal vez al enterarse de que uno de ellos puede venderse en eBay por entre 1.000 y 5.000 euros o de que su propio peluquero hab¨ªa revendido un mech¨®n de su cabello.
Aldrin, en cambio, mantiene una clara imagen p¨²blica. Ha prestado su imagen a la promoci¨®n de varios art¨ªculos y contin¨²a interviniendo en los acontecimientos en que se reclama su presencia. Su cach¨¦, nada despreciable, le permite seguir viviendo sin problemas.
El tercer hombre en pisar la Luna fue Pete Conrad. Era el m¨¢s bajito de todos los astronautas (1,68) y tambi¨¦n uno de los de m¨¢s acusado sentido del humor. Su primera frase al bajar de la nave en el Oc¨¦ano de las Tormentas lo dej¨® claro: "?ste pudo ser un peque?o paso para Neil, pero es uno muy grande para m¨ª...". Seg¨²n ¨¦l mismo confes¨® m¨¢s tarde, esa ocurrencia fue el resultado de una apuesta con Oriana Fallaci, para demostrarle que la NASA no les obligaba a utilizar frases rimbombantes.
Conrad a¨²n vol¨® otra vez, en el marco del Programa Skylab. Despu¨¦s, como la mayor¨ªa de sus compa?eros, pas¨® a trabajar para empresas de la industria aeron¨¢utica y tambi¨¦n, ocasionalmente, como comentarista para cadenas de televisi¨®n. Muri¨® hace ahora 10 a?os, tras un accidente de moto
Alan Bean, compa?ero de Conrad en el Apollo 12, tambi¨¦n vol¨® a?os m¨¢s tarde en el Skylab. En 1981 cambi¨® la NASA por los pinceles. Se ha hecho pintor. Su monotema: el espacio y la exploraci¨®n de la Luna. Eso s¨ª, en sus telas el suelo lunar es mucho m¨¢s colorido que en la realidad. "Como astronauta s¨¦ que la Luna s¨®lo es gris, pero como artista me gusta darle color".
Despu¨¦s del accidentado vuelo del Apollo 13, que no lleg¨® a alunizar, el siguiente equipo lo compon¨ªan Alan Shepard y Edgard Mitchell. Shepard era ya entonces una leyenda viva, el primer americano que vol¨® por el espacio, aunque 15 minutos. Retirado del servicio a causa de un s¨ªndrome de Meni¨¦re, se oper¨® y una vez curado solicit¨® el reingreso. Deke Slayton, jefe de la Oficina de Astronautas y amigo, le asign¨® la primera misi¨®n disponible: la 13 ya estaba adjudicada, as¨ª que le correspondi¨® la 14, dirigida hacia la zona de Fra Mauro.
Terminada la exploraci¨®n, a punto de reentrar en el m¨®dulo lunar, Shepard sac¨® de su bolsillo un hierro seis de golf, lo ajust¨® en el extremo de una herramienta de recogida de muestras y dio un par de swings a unas bolas de golf que hab¨ªa llevado de tapadillo a la Luna. El primero fall¨®, pero el segundo, en la baja gravedad lunar, vol¨® a millas y millas de distancia. As¨ª se convirti¨® en el primer jugador de golf de la Luna.
Shepard fue el ¨²nico astronauta millonario. Aparte de retirarse de la Marina con el grado (y pensi¨®n) de contralmirante, hizo una fortuna con inversiones inmobiliarias y financieras, canalizadas a trav¨¦s de su propia empresa, Seven-Fourteen, llamada as¨ª en recuerdo de las dos naves que pilot¨®: Freedom 7 y Apollo 14. Muri¨® de leucemia en 1998.
Su compa?ero Edgard Mitchell tambi¨¦n dej¨® la NASA un a?o despu¨¦s de volver de la Luna. Interesado desde siempre en fen¨®menos ps¨ªquicos y paranormales, hizo pruebas de transmisi¨®n telep¨¢tica (sin ¨¦xito) durante su regreso de la Luna. Fund¨® un instituto de ciencias no¨¦ticas para promover estudios sobre temas no reconocidos por la ciencia. Es un convencido de la existencia de ovnis, cree en la realidad del caso del platillo de Roswell (extraterrestres incluidos) y ¨¦l mismo asegura haberse beneficiado de un caso de curaci¨®n m¨ªstica de un c¨¢ncer renal.
A su regreso de la Luna, David Scott y James Irwin, ambos tripulantes del Apollo 15, se vieron envueltos en un caso de comercializaci¨®n no autorizada de material filat¨¦lico. Casi 400 sobres y sellos de primer d¨ªa de emisi¨®n fueron a la Luna entre los objetos personales de los astronautas. Semanas despu¨¦s aparecieron a la venta en una filatelia alemana. Aunque no se vulner¨® ninguna directriz de la NASA, el episodio arroj¨® una sombra de corrupci¨®n sobre el equipo de astronautas. Desde entonces, la agencia decidi¨® establecer estrictas normas sobre qu¨¦ materiales pod¨ªan llevarse a los viajes. Ning¨²n astronauta del Apollo 15 volvi¨® a volar.
James Irwin fue un caso especial. Aparentemente, de resultas de su viajes experiment¨® una cierta crisis m¨ªstica. En 1972, retirado de la NASA y del ej¨¦rcito con el grado de coronel, fund¨® su propia congregaci¨®n religiosa, Altos Vuelos, y organiz¨® varias expediciones al monte Ararat, en Turqu¨ªa, en busca de los restos del arca de No¨¦.
Irwin ten¨ªa problemas cardiacos. Ya hab¨ªa sufrido al menos un caso de arritmia durante su vuelo de retorno a la Tierra; muri¨® en 1991 de un infarto
Para John Young, el Apollo 16, del cual era comandante, fue su cuarta misi¨®n espacial y la segunda vez que se acercaba a la Luna (la primera fue como piloto del Apollo 10). A¨²n vendr¨ªan dos m¨¢s, en los a?os ochenta, a los mandos del transbordador orbital. Es el ¨²nico astronauta que ha pilotado cuatro clases distintas de veh¨ªculo espacial: Gemini, Apollo, m¨®dulo lunar y Shuttle. Pr¨¢cticamente toda la carrera de Young se desarroll¨® en la NASA. Se jubil¨® a finales de 2004, con 74 a?os de edad y 42 de servicio.
En cuanto a su compa?ero, Charles Duke, tambi¨¦n experiment¨® un profundo cambio espiritual a ra¨ªz de su experiencia en la Luna. Se proclam¨® un "cristiano renacido" (una denominaci¨®n similar a la de George Bush) y durante un tiempo se dedic¨® a proporcionar asistencia religiosa a reclusos, lo cual no le impidi¨® atender tambi¨¦n a asuntos m¨¢s mundanos. Aparte de su pensi¨®n como general de brigada, fue presidente o fundador de media docena de empresas relacionadas con temas energ¨¦ticos o aeroespaciales. Es uno de los pocos exploradores lunares que ofrece fotos dedicadas a trav¨¦s de su web. A 100 d¨®lares, m¨¢s gastos de env¨ªo.
Con Armstrong rehusando casi todas las peticiones para aparecer en los medios en su calidad de Primer Hombre en la Luna, la atenci¨®n recay¨® en Eugene Cernan, comandante del Apollo 17 y ¨²ltimo hombre en la Luna. En efecto, suyas son las ¨²ltimas pisadas que quedaron impresas en Tarus-Littrow. Cernan disfruta de ese t¨ªtulo y ha aparecido muchas veces en los medios, abogando por mantener el esfuerzo del programa espacial.
Su compa?ero en esa ocasi¨®n fue Jack Schmitt, el ¨²nico ge¨®logo profesional que ha explorado la Luna. A su regreso a la Tierra, Schmitt se present¨® candidato al Congreso por el partido Republicano, fue elegido y sirvi¨® all¨ª durante seis a?os. Perdi¨® la reelecci¨®n y volvi¨® a dedicarse al trabajo acad¨¦mico como profesor en la Universidad de Wisconsin.
Llegaron, pero no pisaron
M¨¢s desconocidos son los terceros astronautas que acompa?aron a ¨¦stos, pero no llegaron a bajar a la Luna. El m¨¢s conocido, Michael Collins, compa?ero de Armstrong y Aldrin. Muy apropiadamente, Collins fue director del museo del Espacio en Washington durante un par de a?os. Escribi¨® un par de libros sobre sus experiencias y luego se dedic¨® a los negocios antes de retirarse a pescar en los lagos de Carolina del Norte. Es uno de los pocos astronautas que no han pasado nunca por un divorcio.
De los otros compa?eros que tampoco bajaron a la Luna, dos han fallecido (Stuart Roosa, Apollo 14 y Ron Evans, Apollo 17) y s¨®lo uno, Ken Mattingly volvi¨® al espacio a bordo de los Shuttle. Todos est¨¢n retirados, despu¨¦s de seguir variadas actividades, desde dirigir empresas mineras hasta gestionar un club de f¨²tbol o asesorar a parques tem¨¢ticos (Richard Gordon, Apollo 12).
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