"Habr¨¢ vida en otros planetas cuando los terr¨ªcolas vayan"
El 20 de julio de 1969 aterrizaba en el Mar de la Tranquilidad el m¨®dulo lunar de la misi¨®n Apolo 11. En su interior, los astronautas Edwin Eugene Buzz Aldrin y Neil Armstrong (comandante de la expedici¨®n) se dispon¨ªan a poner pie en la Luna. Armstrong dijo aquello de "un peque?o paso para el hombre y un gran paso para la humanidad" y Aldrin habl¨® de "desolaci¨®n magn¨ªfica" en referencia al paisaje que les rodeaba. Este ¨²ltimo fue el segundo hombre en pisar la superficie lunar y se signific¨®, adem¨¢s, por su decisi¨®n de comulgar sobre el terreno -"si fuera ahora, no lo har¨ªa; en aquel momento me pareci¨® un gesto importante", admite-; y m¨¢s tarde, ya de regreso, por sus problemas con la depresi¨®n y el alcohol.
"M¨¢s all¨¢ de la Luna hay grandes logros posibles. Eso es lo que deber¨ªamos hacer, en vez de gastar en proyectos inservibles"
"La transici¨®n del 'shuttle' a la estaci¨®n espacial se est¨¢ haciendo muy mal y el tiempo que estamos perdiendo es vital"
Aldrin tiene ahora 79 a?os y sigue conservando el car¨¢cter que le hizo famoso y que hace dos a?os dej¨® bien patente cuando Bart Sibrel, uno de los m¨¢s c¨¦lebres defensores de la teor¨ªa de que el alunizaje fue en realidad un montaje, le increp¨® a la salida de una conferencia y ¨¦ste respondi¨® noque¨¢ndole sin miramientos. "No sab¨ªa que iba a denunciarme", contesta el ex astronauta con una media sonrisa cuando en la entrevista, celebrada el pasado 6 de julio en Roma, se le pregunta por el suceso.
Buzz Aldrin naci¨® el 20 de enero de 1930 en Glen Ridge, un peque?o pueblo de Nueva Jersey, y su padre, entre cuyas amistades se contaban Charles Lindbergh u Orville Wright, le meti¨® en el cuerpo el gusanillo de la aviaci¨®n. Aldrin finaliz¨® sus estudios en West Point como tercero de su promoci¨®n, vol¨® en m¨¢s de 60 misiones de combate en Corea y finalmente se alist¨® en la NASA donde, durante seis a?os, se prepar¨® para lo que ser¨ªa la misi¨®n de su vida: la conquista de la Luna.
En su reciente autobiograf¨ªa, Magnificent desolation: the long journey home from moon, Aldrin explora lo que sucedi¨® desde que el 24 de julio de 1969, cuatro d¨ªas despu¨¦s de haber sido escrutados por centenares de millones de espectadores, la misi¨®n ameriz¨® en el oc¨¦ano Pac¨ªfico, y que resume en tres palabras: infidelidad, depresi¨®n y alcoholismo. Una ¨¦poca oscura que no super¨® hasta 1978, seg¨²n admite el propio Aldrin en las p¨¢ginas del libro, gracias sobre todo a la ayuda de Alcoh¨®licos An¨®nimos, cuyas reuniones sigue atendiendo cuando su agenda se lo permite.
"Cuando en 1972 dej¨¦ la NASA, me vine abajo", confiesa el ex astronauta, que no volvi¨® a encontrar el camino hasta que decidi¨® convertirse en embajador del programa espacial y aprovechar su experiencia para implicar a otros en metas m¨¢s lejanas. "?Marte? A¨²n tardaremos en ver eso".
"Un poco cansado" de contestar siempre las mismas preguntas y advirtiendo al entrevistador que en 20 minutos no le va a poder contar "lo que sinti¨® en la superficie de la Luna", Aldrin se da un peque?o ba?o de modestia cuando cuenta por qu¨¦ fue uno de los elegidos para entrar en la historia de la humanidad: "Es muy simple: estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado. Nada m¨¢s".
Pregunta. Acaba usted de publicar su autobiograf¨ªa, Magnificent desolation, en la que habla, entre otras muchas cosas, de sus problemas de alcoholismo. ?Le ha resultado duro volver a recordar aquellos tiempos?
Respuesta. No fue duro en absoluto porque me sirvi¨® para renovar la amistad que ten¨ªa con algunas personas. Personas que me ayudaron mucho en ciertos momentos en los que ten¨ªa necesidad de recibir esa ayuda. Tambi¨¦n me sirvi¨® para reevaluar mi vida, las opciones que tom¨¦ en cada momento y recordar a toda la gente que quiso ayudarme. Compartimos los buenos y los malos momentos, y eso te ayuda a recuperarte de cualquier cosa.
P. As¨ª que no tuvo problemas en enfrentarse a sus demonios...
R. Me enfrento a ellos a diario. De la misma forma, recordar lo que soy es algo que hago semanalmente en mi grupo de recuperaci¨®n con otras personas. Juntos compartimos ese sentimiento de comunidad en la que hemos sido capaces de ayudarnos los unos a los otros. Eso me ha ayudado a madurar y a pensar que, por mucho tiempo que pase, nunca ser¨¦ inmune a este tipo de problemas.
P. ?Tiende usted a echar la vista atr¨¢s y recordar toda aquella ¨¦poca marcada por la llegada a la Luna? ?Ha cumplido las expectativas que gener¨® en aquellos momentos?
R. Realmente, no miro atr¨¢s. En absoluto. Creo que he aprendido a no establecer expectativas sobre lo que podr¨ªa pasar o no pasar. Si esperas alcanzar ciertas metas y ¨¦stas no se cumplen, puedo asegurarte que ser¨¢s infeliz. No recuerdo muy bien cu¨¢les eran mis expectativas de futuro en aquel momento, y lo cierto es que no mido mi ¨¦xito por lo que he hecho, sino por si he hecho lo que se esperaba de m¨ª. En ese sentido, no estoy descontento.
P. ?Cu¨¢l ser¨ªa a su juicio el rumbo que deber¨ªa tomar el programa espacial estadounidense?
R. La Luna necesita desarrollo, pero necesita ser explorada por otra gente, otros pa¨ªses que quieran desarrollar alg¨²n proyecto llevando su propio equipo; si esa motivaci¨®n no existe porque esos pa¨ªses, ll¨¢mense China o India, piensan: "Esto ya se ha hecho", todos deber¨ªamos dejarlo ya y avanzar. Es decir, ?hay algo en la Luna que valga la pena explorar? Si hay tesoros en la Luna por los que valga la pena volver, pues definamos qu¨¦ son exactamente esos tesoros antes de gastar un mont¨®n de dinero yendo a buscarlos.
P. Entonces, ?deber¨ªan ustedes buscar otras metas?
R. Seguro. Hay grandes logros por conseguir m¨¢s all¨¢ de la Luna, mucho m¨¢s all¨¢. Y eso es lo que yo creo que deber¨ªamos hacer en lugar de gastar mucho dinero para proyectos inservibles si no queremos acabar, como naci¨®n, comprando a Rusia el modo para llegar a nuestra propia estaci¨®n espacial porque hemos gastado enormes presupuestos en algo que a¨²n no est¨¢ listo. Por ejemplo: hemos tomado tierra en pistas de aterrizaje convencionales durante 28 a?os y ahora hemos dejado de hacerlo porque el coste es demasiado alto con las naves modernas. Debemos escoger las opciones necesarias para cambiar todo eso. Eso es lo que trato de se?alar a los que mandan. Yo s¨¦ que hay much¨ªsima gente que no quiere cambiar y que mi tarea es muy dif¨ªcil y muy arriesgada, pero no podemos permanecer callados por m¨¢s tiempo.
P. ?Qu¨¦ ha cambiado en su visi¨®n de su futuro por lo que respecta a la carrera espacial en los ¨²ltimos 40 a?os?
R. Cuando llegamos a la Luna, puedo decir que mi visi¨®n no era demasiado amplia, s¨®lo me concentraba en saber lo que hab¨ªa que hacer y los problemas que pod¨ªan surgir. Ahora, revisando todo lo que hemos hecho desde entonces, y como he dicho antes, creo que no estamos haciendo las cosas bien. La transici¨®n del shuttle a la estaci¨®n espacial se est¨¢ haciendo muy mal y el tiempo que estamos gastando es un tiempo vital. Tenemos que rectificar.
P. Siempre ha defendido usted que no cree que haya vida en otros planetas; algunos compa?eros suyos han dicho lo contrario. ?Sigue manteniendo la misma postura?
R. Habr¨¢ vida en otros planetas cuando los terr¨ªcolas vayan a otros planetas. Entonces podremos mantener que hay vida en esos planetas. Cuando hagamos eso, podremos trabajar sobre el terreno y descubriremos muchas cosas sobre el origen de la vida. Yo no creo que nadie nos est¨¦ visitando, por bonito que sea pensar que algunas criaturas nos visitan o nos han visitado en el pasado. Eso forma parte de la ciencia-ficci¨®n, de la que, por cierto, yo escribo relatos.
P. ?Le gusta la ciencia-ficci¨®n?
R. Realmente, no. Aun as¨ª, creo que 2001: Una odisea del espacio fue ciertamente pionera en su manera de plantear preguntas y retar a la audiencia a descubrir sus propias respuestas. Obviamente, en el mundo real no llegamos al nivel t¨¦cnico de la pel¨ªcula de Kubrick [sonr¨ªe].
P. ?La vio usted despu¨¦s de llegar a la Luna?
R. No, lo cierto es que la vi antes.
P. ?Qu¨¦ opina usted de esa leyenda urbana que afirma que nunca llegaron ustedes a pisar la Luna?
R. Pues que me da pena que haya tanta gente susceptible de ser manipulada y capaz de dar cr¨¦dito a algunas de las tonter¨ªas sensacionalistas de algunos medios que dicen tener informaci¨®n interna; es algo delirante... [risas], pero esto es la humanidad y la manera como la sociedad ha crecido. Es el aut¨¦ntico anti-progreso.
P. El significado del alunizaje en el Mar de la Tranquilidad ha cambiado much¨ªsimo a lo largo de los a?os...
R. No estoy seguro de admirar c¨®mo la historia se ense?a en las escuelas recientemente. Existe una falta de respeto por los esfuerzos que se hicieron y lo importante que fue todo lo que conseguimos en su momento. Tambi¨¦n creo que hay una alteraci¨®n de la historia cuando ¨¦sta se cuenta a la gente joven, de manera que ellos ver¨¢n el futuro de forma diferente porque no saben c¨®mo y d¨®nde surgen los conflictos.
P. ?Qu¨¦ diferenciaba al astronauta de hace 40 a?os del de la actualidad?
R. El de hace cuatro d¨¦cadas daba la bienvenida al reto de volar m¨¢s alto, m¨¢s r¨¢pido, m¨¢s lejos... y era aceptado como un pionero capaz de cargar con la responsabilidad de una importante misi¨®n. Creo que en un futuro pr¨®ximo todo eso volver¨¢ a ser importante, pero que la clave residir¨¢ en la capacidad de sobrevivir, a medio y largo plazo, en misiones espaciales.
P. ?C¨®mo va a celebrar este aniversario?
R. Lo celebrar¨¦ cuando se acaben las celebraciones... Celebrar es muy bonito si tienes que escuchar, pero para los que se han pasado 40 a?os contando la misma historia es una cosa completamente diferente.
P. ?Pixar le ha recompensado finalmente por usar su nombre para bautizar a Buzz Lightyear en Toy story?
R. Nadie me ha dado nada. Nada de nada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.