El G-8, ?una apuesta global?
La reci¨¦n finalizada cumbre de L?Aquila ha finalizado con m¨¢s esperanzas que como se hab¨ªa iniciado. Sabiendo que estos modelos de reuni¨®n tienen casi todas las papeletas para no ser eficientes y cuando su obsolescencia est¨¢ asegurada; no es menos cierto que al ampliar la reuni¨®n a m¨¢s pa¨ªses que los estrictamente marcados por los formatos antiguos y limitativos, pueden llegar a establecerse compromisos m¨¢s precisos en torno a cuestiones globales.
Repasando los contenidos de la reuni¨®n se pueden catalogar tres l¨ªneas de actuaci¨®n. En el primer eje podr¨ªamos atestiguar que todos han llegado a nuevos compromisos en lo tocante al cambio clim¨¢tico. Es una muy buena se?al, pues permite contemplar la pr¨®xima cumbre (diciembre en Copenhague) con mayor ilusi¨®n, puesto que en ella han de revisarse y renovarse los compromisos de Kyoto. En este sentido, llegar a reconocer que es preciso reducir el 80% de los gases para el a?o 2050 y que los pa¨ªses emergentes lo hagan en un 50% resulta muy ambicioso, sobre todo cuando fueron tanto los pa¨ªses desarrollados como los emergentes los principales incumplidores de los acuerdos. Sin embargo, no dejan de ser sintom¨¢tico los avances en la mencionada preocupaci¨®n y que se sea consciente de la necesidad de afrontar medidas radicales en este apartado.
El impulso del multilateralismo hace que salgamos ganando todos y no unos pocos
La cumbre ha puesto de manifiesto que los gobernantes son cada vez m¨¢s beligerantes ante la situaci¨®n, ya que conocen los impactos que podr¨ªa acarrear un aumento de la temperatura de dos grados sobre los ecosistemas marinos y sus consabidos impactos sobre las actividades y asentamientos terrestres. De la reuni¨®n de L?Aquila tambi¨¦n se resalta el cambio de posici¨®n de EEUU, con su presidente al frente, en lo que ata?e a la asunci¨®n de sus responsabilidades en el campo de la contaminaci¨®n y su nueva apuesta por otras energ¨ªas renovables.
El segundo eje fue la constataci¨®n de que para afrontar la crisis econ¨®mica no basta con dar y pronunciar simples consejos para impulsar reformas, ya sean vinculadas a la regulaci¨®n; referidas al estimulo econ¨®mico o relacionadas con la inclusi¨®n social. Lo rese?able es concienciarse de que ning¨²n pa¨ªs es inmune a la crisis global, y que actitudes de corte proteccionista o nacionalista por exceso no contribuyen a resolver los problemas. En este sentido, hemos mejorado en el an¨¢lisis y en el consenso; pero todav¨ªa emergen transgresiones al multilaterismo cuando se constatan medidas proteccionistas y reduccionistas, tal y como acaba de hacer p¨²blico esta semana la Organizaci¨®n Mundial del Comercio; donde plasma los nuevos enfrentamientos entre pa¨ªses en lo tocante al comercio bilateral de determinados bienes y actividades.
Finalmente, el tercer eje rese?able es la consideraci¨®n especial de los pa¨ªses desarrollados y emergentes hacia los problemas del continente africano. Han decidido aportar ayuda para fomentar el desarrollo agr¨ªcola, desean garantizar la seguridad alimentaria y procurar¨¢n salvaguardar la nutrici¨®n de sus habitantes. La actitud es muy loable; pero tambi¨¦n es necesario arbitrar mecanismos para evitar la desertificaci¨®n, paliar las hambrunas, reducir las epidemias y reducir las plagas. De no actuar r¨¢pidamente es muy posible que dicho continente se encamine hacia un colapso en la mayor parte de sus pa¨ªses, de ah¨ª que resulte imprescindible ayudarle.
?Ha sido una cumbre productiva? La respuesta es afirmativa. No obstante, surgen muchos otros problemas. Las reuniones bajo este formato deben conjugar la eficacia y la legitimaci¨®n; y claro est¨¢, encontrar ambos conceptos es muy dif¨ªcil. Tambi¨¦n es dif¨ªcil compaginar grupos reducidos (G-8) con grupos m¨¢s amplios (G-12, G-20) y con presencia de otros pa¨ªses con mayor voluntad, capacidad y liderazgo. Esto es, en la medida que est¨¢ cambiando la nueva geograf¨ªa del poder mundial, al funcionar con grupos muy tradicionales y obsoletos poco se contribuye a enfocar los problemas y a arbitrar soluciones. Finalmente, hemos apostado, de nuevo, por el multilateralismo frente a la bilateralidad de los ¨²ltimos a?os, con lo que hemos salido ganando todos, y no s¨®lo unos pocos.
Con todo ello, ?no ser¨ªa necesario arbitrar alg¨²n Consejo que se encargue de hacer seguimiento de lo aprobado? Porque si hemos ido ganando en conciencias y en movilizaciones, tambi¨¦n hemos de ir ganando en respuestas inmediatas y en lo que concierne a las acciones puestas en pr¨¢ctica.
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