El desaf¨ªo euroamericano
La situaci¨®n en la que se encuentra la Uni¨®n Europea, sin rumbo cierto y paralizada en el ¨¢mbito institucional, me preocupa mucho. Como europe¨ªsta convencido, la derrota de la izquierda democr¨¢tica en las elecciones europeas, a contracorriente respecto a lo que est¨¢ ocurriendo en los Estados Unidos de Barack Obama, parece un signo de bastante mal ag¨¹ero. Va contra los llamados vientos de la historia que, procedentes de EE UU, soplan para vencer la crisis global. Vientos a favor de las pol¨ªticas sociales y ambientales, contra el desempleo y por un nuevo paradigma pol¨ªtico-econ¨®mico.
Ahora, los Gobiernos y los dirigentes europeos, insistiendo en pol¨ªticas y rostros del pasado, reconfortados con las recientes elecciones europeas, parecen querer cambiarlo todo lo menos posible para que todo siga igual.
Los socialistas de Espa?a y Portugal deben vincularse a Obama y ocupar el espacio de izquierdas
Pues bien, algo as¨ª es imposible. Cualquier persona con un m¨ªnimo de lucidez es capaz de comprenderlo. Cuando las reformas necesarias no se hacen a tiempo, se cosechan revueltas, contestaciones violentas y hasta revoluciones. Es la lecci¨®n que nos llega de todas partes: de Ir¨¢n a Honduras, para citar s¨®lo dos ejemplos recientes.
Europa, a la que pertenecemos, me preocupa por la incapacidad demostrada en estos complejos tiempos por sus dirigentes pol¨ªticos para entenderse entre s¨ª y por la ausencia de pol¨ªticas concertadas y eficaces de lucha contra la crisis. Cada Estado, y son 27, parece centrado en sus propios problemas nacionales, olvidando los valores europeos y transmitiendo la sensaci¨®n de desconocer que en un mundo multilateral en tan r¨¢pido proceso de cambios, en lo que a las relaciones de fuerza entre los grandes se refiere, Europa s¨®lo puede contar como agente global si permanece unida y en convergencia respecto a las pol¨ªticas que desarrolla y a los valores que siempre fueron suyos. En caso contrario, podr¨¢ seguir paralizada o correr incluso el riesgo de disgregaci¨®n, perdiendo sentido e influencia.
No hay que olvidar que la Uni¨®n Europea es indudablemente el m¨¢s original proyecto de paz y cooperaci¨®n pol¨ªtica, social y econ¨®mica asumido voluntariamente en la segunda mitad del siglo XX. Ha tra¨ªdo a Europa desarrollo, bienestar para las personas y las sociedades, progreso social y grandes conquistas civiles -y valores ¨¦ticos- que pueden acabar perdi¨¦ndose. Lo que supondr¨ªa una cat¨¢strofe no s¨®lo para la Uni¨®n, sino tambi¨¦n para el mundo, para el que ha sido una referencia insustituible de paz, de democracia, de respeto por los derechos humanos, de libertad y de dignidad de las personas. Es todo esto lo que podr¨ªa estar en cuesti¨®n, m¨¢s all¨¢ de la superaci¨®n de la crisis global.
Las elecciones europeas no representan, con todo, una victoria de la derecha, por mucho que sus partidos hayan obtenido m¨¢s votos que los socialistas. Se han saldado, m¨¢s bien, con una derrota de la izquierda, que se vio muy afectada por la abstenci¨®n, por los votos en blanco y nulos.
?Por qu¨¦ raz¨®n ha afectado la abstenci¨®n fundamentalmente a la izquierda? En mi opini¨®n, porque los socialistas no han sido lo suficientemente socialistas y, con frecuencia, al estar en los Gobiernos, se dejaron colonizar por el neoliberalismo, la doctrina de la derecha dominante en ¨¦poca de Bush. ?No ser¨¢ que los amigos de Bush pueden continuar en Europa ocupando puestos de responsabilidad cuando la Norteam¨¦rica de Obama procura encontrar un nuevo paradigma para resolver la crisis y est¨¢ cambiando su propio estilo de hacer pol¨ªtica?
No lo creo. Porque la Uni¨®n Europea, en la fase que estamos viviendo, si llega a distanciarse de Estados Unidos, entrar¨ªa probablemente en una deriva muy peligrosa, disgregadora y suicida.
En el sector de los Verdes, con el sorprendente resultado de Cohn-Bendit, y de los liberales, despu¨¦s de la reelecci¨®n en el grupo liberal del Parlamento Europeo del belga Guy Verhofstadt, un europe¨ªsta de s¨®lidas convicciones, parece haber una voluntad pol¨ªtica real de hacer avanzar la Uni¨®n, rehabilitando sus valores, lo que implica una cierta mano tendida a los socialistas -y no a los conservadores- con la que pueden llegar a contar para la consolidaci¨®n de una mayor convergencia entre Europa y Estados Unidos, dejando atr¨¢s los errores y las pr¨¢cticas pol¨ªticas del neoliberalismo.
Por tanto, los socialistas europeos deben comprender que, en el momento actual, sus adversarios son los conservadores y la derecha y no la izquierda, incluida la radical, a pesar del extremismo irrealista de esta ¨²ltima.
Y pienso sobre todo en Espa?a y Portugal. Dados los lazos que los unen a Iberoam¨¦rica y a ?frica, y contando ambos con Gobiernos socialistas, estos dos pa¨ªses deben aproximarse al humanismo progresista de Barack Obama. S¨®lo as¨ª podr¨¢n vencer una crisis que a¨²n no ha tocado fondo, con pol¨ªticas sociales y ambientales serias, teniendo primordialmente a la vista la lucha contra el desempleo, las vociferantes desigualdades sociales, las quiebras de las peque?as y medianas empresas, y la ayuda a las clases medias en v¨ªas de empobrecimiento. Es su espacio social y pol¨ªtico y deben ocuparlo. Pensando como izquierda y movilizando a los partidarios de una Europa pol¨ªtica unida, igualitaria, defensora de sus valores y solidaria entre s¨ª. Al contrario de lo que est¨¢ ocurriendo ahora.
M¨¢rio Soares ha sido presidente y primer ministro de Portugal. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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