Sade en la calle
Nicolas-Edme R¨¦tif de la Bretonne (1734-1806) resulta un escritor bastante at¨ªpico dentro de la literatura francesa. Hijo de un terrateniente de Yonne, primero intent¨® ser sacerdote, y m¨¢s tarde fue confidente de la polic¨ªa, adem¨¢s de impresor.
A los treinta y dos a?os public¨® su primer libro: La familia virtuosa, pero se debi¨® de cansar pronto de la virtud ya que sus siguientes obras parecen inclinarse m¨¢s bien hacia el vicio: El porn¨®grafo y La campesina pervertida, entre otras.
Fue enemigo de Sade, y lo quiso emular y hasta superarlo con su novela Anti-Justine, por oposici¨®n a la Justine de Sade. No lo super¨®, pero logr¨® escribir una historia tan escabrosa como la del marqu¨¦s, y de una amplia amoralidad.
Las noches revolucionarias
Nicolas-Edme R¨¦tif de la Bretonne
Traducci¨®n de Eric Jalain
El Olivo Azul. Sevilla, 2009
212 p¨¢ginas. 18 euros
Tras su muerte, fue bastante olvidado y han sido sus obras sobre la Revoluci¨®n Francesa las que m¨¢s han contribuido a su relativamente reciente resurrecci¨®n: El palacio real, por ejemplo, y sobre todo Las noches revolucionarias, intenso relato de la ¨¦poca m¨¢s cr¨ªtica de Francia y que conforma tan s¨®lo una parte de su vast¨ªsima cr¨®nica Las noches de Par¨ªs.
Como Maupassant, R¨¦tif de la Bretonne fue un p¨¢jaro nocturno (lo llamaban el b¨²ho de Par¨ªs) y buena parte de su obra tiene por escenario la noche, que suele estar llena de revelaciones, como est¨¢n llenas de revelaciones Las noches revolucionarias.
Uno de los aspectos m¨¢s atractivos de esta obra, y que m¨¢s modernidad le puede conferir al autor, reside en el intento de narrar la instantaneidad, lo que convierte su cr¨®nica en una sucesi¨®n, a veces vertiginosa, de emociones encadenadas, que permiten sentir el flujo mismo de la vida, con todas sus glorias, miserias y abominaciones. El lector advierte que R¨¦tif de la Bretonne casi no tiene tiempo de asimilar y ordenar lo que est¨¢ viviendo, circunstancia que convierte su relato, adem¨¢s de en una cr¨®nica hist¨®rica fluida y alucinante, en un laberinto de proclamas, consejos, aspiraciones y deseos, y donde R¨¦tif mezcla su vida colectiva con la personal. La cr¨®nica propiamente social va a conformar dentro del texto el r¨ªo principal, en el que confluyen muchos afluentes, tantos como los personajes y las calles que se van deslizando por el libro. El hecho de que R¨¦tif utilice todo el rato el presente de indicativo le da todav¨ªa m¨¢s inmediatez a su cr¨®nica, y hasta m¨¢s veracidad period¨ªstica.
La lectura de Las noches revolucionarias nos puede hacer pensar que hab¨ªa en R¨¦tif de la Bretonne "algo de precursor", como en el Andr¨¦s Hurtado de Baroja, y es que en sus mejores momentos (esos en los que evita las proclamas y los entusiasmos excesivos) parece estar inventando el periodismo moderno, y algunos fragmentos de Las noches son de una agilidad period¨ªstica m¨¢s que notable.
R¨¦tif no omite ninguno de los horrores del periodo revolucionario, y a lo largo de su relato va desplegando un mundo de abusos continuos, violaciones salvajes, ejecuciones dementes, prostituci¨®n infantil, villanos descerebrados, burgueses sin cabeza, y arist¨®cratas con la cabeza en otra parte.
A pesar de que Sade y R¨¦tif fueron enemigos m¨¢s bien mortales, conviene leerlos a la vez, o al menos tener en cuenta a Sade cuando estamos leyendo a R¨¦tif, pues en realidad son escritores que se complementan (justamente porque se oponen) y que debido a ello pueden iluminarse el uno al otro.
Sade elabor¨® una gigantomaquia del sexo y la perversi¨®n fundamentada en la violencia ejercida sobre el otro, base cardinal de su sistema, pero toda esa escatolog¨ªa sexual, aparentemente imaginaria, hall¨® cabida y lugar en las noches de la Revoluci¨®n, y sobre todo en las del periodo del terror. Si Sade supo imaginar a su manera el universo abismal en el que se iba apoyar la nueva ciudadan¨ªa, en Las noches revolucionarias de R¨¦tif de la Bretonne vemos ese fondo abismal concret¨¢ndose en el cuerpo social e iluminando, desde los hechos mismos de la realidad pura y dura, toda la escatolog¨ªa de Sade y su peculiar Apocalipsis sangriento y sexual, anclado en lo que el mismo Sade llam¨® "el entusiasmo de los castigos". Ese entusiasmo de los castigos que experimentan por igual los personajes de Sade y los personajes de Las noches revolucionarias. Del sadismo formal, teatral y repetitivo de Sade, al sadismo sustancial, tr¨¢gico y reiterativo de Las noches no hay tanta distancia, y el uno se refleja en el otro de la misma manera que parte de la obra de R¨¦tif se reflej¨® claramente en la de Sade, le gustase o no a nuestro autor.
Sorprende que en estos tiempos de ideolog¨ªas muertas y escasos entusiasmos colectivos volvamos a acercarnos a la obra de R¨¦tif de la Bretonne, y a la vez es comprensible. Su estilo directo y ca¨®tico es de alg¨²n modo moderno, y los abismos que conoci¨® en Par¨ªs tambi¨¦n.
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