El mejor por definici¨®n
La 'web' ha cambiado mucho en su cuarto de siglo de historia, si se puede llamar historia a un cuarto de siglo. Empez¨® copiando al papel con p¨¢ginas de s¨®lo lectura y ha ido aprendiendo a explotar sus enormes posibilidades de interacci¨®n. Pero no del todo. Los sitios web siguen sin saber adaptarse a sus usuarios. Y podr¨ªan hacerlo, porque la adaptaci¨®n electr¨®nica se basa en lo mismo que la biol¨®gica: en la evoluci¨®n.
Los programas que evolucionan se llaman algoritmos gen¨¦ticos. Ante un problema, empiezan proponiendo 10 soluciones al azar, pero siempre est¨¢n muy atentos a la reacci¨®n del usuario. Si el usuario prefiere las variantes 2 y 7, el algoritmo convierte a 2 y 7 en los padres de la siguiente generaci¨®n de soluciones. Una nueva soluci¨®n puede ser una variante aleatoria de 2 o de 7, como las mutaciones de una bacteria, pero tambi¨¦n puede ser un hijo mestizo de 2 y 7, como ocurre en nuestra reproducci¨®n sexual. Tras repetir este proceso muchas veces, las soluciones propuestas por el algoritmo, y el propio algoritmo, se suelen adaptar al problema del usuario, y al propio usuario. La l¨®gica adaptativa de la evoluci¨®n, sea en la gen¨¦tica o en la computaci¨®n, es aplastante de puro trivial.
La mercadotecnia industrial utiliza algoritmos gen¨¦ticos desde hace mucho tiempo. ?Para qu¨¦ vas a arriesgarte a poner en la calle un mill¨®n de pantalones campana de color azul¨®n? Ser¨¢ mejor que saques 10 colores, veas qu¨¦ dos funcionan mejor y luego combines esos dos para generar toda la gama de la pr¨®xima temporada. Y eso es lo que hacen muchos industriales del textil -y de la automoci¨®n- con la ayuda de algoritmos gen¨¦ticos. Sus usos en ingenier¨ªa son a¨²n m¨¢s amplios: optimizan el dise?o de presas y puentes, edificios urbanos y turbinas e¨®licas, m¨¦todos de transporte terrestre y sistemas de comunicaci¨®n por sat¨¦lite. Pronto viviremos en un mundo dise?ado por la evoluci¨®n.
Los cient¨ªficos de la NASA Gregory Hornby y Tolga Kurtoglu acaban de revisar el estado de la cuesti¨®n en la red (Science, 325:277), y no faltan casos con vistas al futuro. La firma Nymbler, por ejemplo (www.nymbler.com), se ha hecho un hueco en el mercado norteamericano ofreciendo un algoritmo gen¨¦tico para que los padres descubran el nombre que m¨¢s les gusta para su beb¨¦.
Somlak Wannarumon y Erik Bohez, de la Universidad de Naresuan y el Instituto Asi¨¢tico de Tecnolog¨ªa, en Tailandia, publicaron el a?o pasado un trabajo titulado Un nuevo enfoque evolutivo de la est¨¦tica para el dise?o de joyas. El art¨ªculo (accesible en www.cadanda.com/cad_a_3_1-4_42.pdf) describe un innovador experimento interactivo de joyer¨ªa evolutiva basado en algoritmos gen¨¦ticos usados en l¨ªnea por la gente que luego tiene que comprar las joyas.
Los publicistas ya est¨¢n tardando en explotar a fondo los algoritmos evolutivos en Red, con excepciones como la empresa SnapAds (www.snapads.com), que los usa para hacer evolucionar a sus propios banners, o anuncios electr¨®nicos. Empieza colgando en la web 10 variantes de un anuncio, utiliza las estad¨ªsticas de clicks para seleccionar los anuncios-padre de la siguiente generaci¨®n de banners y vuelta a empezar. El anuncio final es el que mejor funciona por definici¨®n. Por definici¨®n de adaptaci¨®n evolutiva.
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