Entre el hospital y la mezquita de la M-30
Mohamed el Ouriachi se cri¨® en los a?os noventa en el barrio de Moratalaz, concretamente en la calle del Corregidor Diego de Valderr¨¢bano, en medio de una plazoleta en forma de curva. Le gustaba de adolescente lo que a la mayor¨ªa de la gente de su edad y en un principio no mostr¨® mucho inter¨¦s por la religi¨®n. Mataba el tiempo en otras cosas. Estuvo empleado en la construcci¨®n pero al tiempo se vio como muchos otros espa?oles: sin trabajo. Entonces decidi¨® prepararse las oposiciones a polic¨ªa municipal, mientras cuidaba de su esposa, Dalila, una joven marroqu¨ª de 19 con la que se hab¨ªa casado a principios de este a?o y que estaba embarazada.
La pareja iba junta a todas partes. No era raro verles haciendo la compra, paseando, llevando al parque a los hijos del padrastro de Mohamed... En el tiempo en el que vivieron en Madrid lo hac¨ªan todo en compa?¨ªa. Eso inclu¨ªa sentarse en una peque?a mesa del sal¨®n a leer el Cor¨¢n. Mohamed no sab¨ªa escribir en ¨¢rabe y Dalila empez¨® a ense?arle. Poco a poco. Letra a letra. ?l, por si acaso, siempre ten¨ªa a mano un libro sagrado escrito en castellano. La habitaci¨®n de la pareja, que antes era la de Mohamed durante su infancia, est¨¢ llena de sus versos favoritos del Cor¨¢n. A la vez, ¨¦l le ense?aba a ella espa?ol. Procuraba que Dalila se leyese el temario de sus oposiciones y le encantaba grabarla con el m¨®vil mientras lo hac¨ªa. Los dos se part¨ªan de risa viendo las grabaciones. Ahora las escucha de vez en cuando y dice que siente un dolor "indescriptible" cuando lo hace.
En esta ¨¦poca, la pareja frecuentaba mucho la mezquita de la M-30, adonde iba a rezar. El inter¨¦s por la religi¨®n de Mohamed creci¨® de forma considerable al lado de Dalila, y en la mezquita tambi¨¦n hizo amigos. All¨ª le recuerdan con sus pantalones pesqueros y sus zapatillas de deporte, rezando por la ma?ana o a ¨²ltima hora del d¨ªa. Aunque, sin duda, lo que m¨¢s se recuerda en la mezquita es este ¨²ltimo mes de junio en el que a Mohamed se le ve¨ªa angustiado. Dalila hab¨ªa tenido fuertes dolores durante su sexto mes de embarazo, dolores terribles para los que, en sus idas y venidas a urgencias, no se encontraba una explicaci¨®n concreta. Mohamed pas¨® el mes de junio entre el hospital, el piso de Moratalaz y la mezquita. El chico iba a pedir consejo al im¨¢n y a rezar. Las palabras que le parec¨ªan "tan complicadas" en ¨¢rabe, las que tanto le costaba entender, fueron en estos momentos, seg¨²n quienes le conoc¨ªan, su consuelo.
Una tarde, mientras estaba en la mezquita, le llamaron del hospital para decirle que el estado de Dalila era muy grave. Sali¨® a toda prisa. Cogi¨® el coche y de los nervios no pod¨ªa ni conducir. El coche se le cal¨® varias veces. Una pareja de la Polic¨ªa Municipal que pasaba por all¨ª le par¨® y le pidi¨® la documentaci¨®n. ?l cont¨® todo, que su mujer estaba muy grave y que encima estaba embarazada. Incluso que su caso hab¨ªa salido por televisi¨®n. No le creyeron. "Vete t¨² y tu gripe", le dijo con desprecio uno de los agentes antes de dejarle marchar. En ese preciso momento, a punto de ir a ver a su mujer gravemente enferma y reci¨¦n salido de la mezquita, lleno de rabia, decidi¨® abandonar las oposiciones a polic¨ªa.
Mohamed no se separ¨® de Dalila ni un minuto. Teresa, la vecina de enfrente en el piso de Moratalaz, cuenta que el adolescente que hace poco era Mohamed se hab¨ªa convertido en este tiempo en un hombre responsable y serio que cuidaba mucho de su mujer. Andaba preocupado por su salud, como le cont¨® a su vecina en varias ocasiones mientras cog¨ªan juntos el ascensor o se encontraban en la compra. Toda la atenci¨®n la depositaba en ella.
De repente, todo se acab¨®. Dalila, infectada por la gripe A, muri¨® en su semana 28 de embarazo, justo al d¨ªa siguiente de que su hijo Ryan naciese por ces¨¢rea. Dos semanas despu¨¦s, el peque?o ha muerto por un terrible error m¨¦dico. En la mezquita precisamente ha sido velado esta semana el cuerpo de su hijo. Mohamed, en esta enorme construcci¨®n blanca que est¨¢ en obras durante el verano, ha aparecido hundido, sin fuerzas. Golpeado doblemente por la tragedia. Ha perdido todo en dos semanas. Aqu¨ª, donde ven¨ªa a rezar con su mujer, donde estaba aprendiendo ¨¢rabe, donde hab¨ªa conocido la fe, era ahora el lugar donde todos le consolaban. No se ha hablado de otra cosa en las ¨²ltimas semanas en la mezquita. De eso y de un cartel pegado en las paredes, escrito en ¨¢rabe y espa?ol, donde se dice que las prestaciones sociales a desempleados y mujeres divorciadas se van a interrumpir por "la crisis y la falta de donaciones". Nadia Otmani, responsable de la asociaci¨®n de Alamal de mujeres marroqu¨ªes, ha estado estos d¨ªas por all¨ª ayudando a la familia. Otmani no est¨¢ nada contenta con el trato que la embajada dio a la familia cuando muri¨® Dalila e incluso piensa que las autoridades de su pa¨ªs no reaccionaron hasta que muri¨® Ryan y el rey Mohamed VI flet¨® un avi¨®n para llevar el cad¨¢ver hasta M'diq. "A partir de ah¨ª cambi¨® el trato", dice.
Saif, el encargado de asuntos culturales de la mezquita, asegura que la familia ha demostrado una enorme entereza. La madre de Dalila ha pasado all¨ª muchas horas esta ¨²ltima semana y muchos recuerdan c¨®mo, a veces, cuando hablaban de la joven enfermera que al parecer cometi¨® el error con Ryan, la abuela dec¨ªa que le perdonaba. No quer¨ªa guardarle rencor. "Son grandes de esp¨ªritu", afirma. Saif entiende el dolor que sufre Mohammed, el chico que hab¨ªa decorado un cuarto para el beb¨¦ y que estaba lleno de fotos de Dalila. "Le han destrozado la vida en apenas un mes".
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