El cabaret ib¨¦rico
Si la religi¨®n cat¨®lica basa todos sus esfuerzos en conseguir "el buen morir", caf¨¦s-cantantes como El Plata de Zaragoza dedican sus fuerzas "al buen vivir". ?sa es, probablemente, la mayor diferencia que existe entre dos grandes templos pr¨®ximos: El Pilar y este "templo de la alegr¨ªa".
"Se?oras y se?ores, bienvenidos a El Plata", anuncia Carlos Blanco, el veterano e impecable presentador adem¨¢s de maestro de quienes aspiran a integrarse en la troupe. "Les recuerdo que ahora se puede comer y beber, y mirar por el agujero para ver lo que se cocina", un agujero en mitad del tel¨®n y ante el que se forma una civilizada cola. Bigas Luna, director art¨ªstico del local, conoce bien la condici¨®n humana y estimula el voyeur que todos llevamos dentro. Risas, alg¨²n atisbo de nervios y muchas mujeres. Al igual que en El Pilar, el p¨²blico es mayoritariamente femenino y de todas las edades. Trescientas cincuenta personas cubren por completo el aforo del local. Despedidas de solteras, de solteros y celebraciones de bodas. Los m¨®viles disparan sus flashes, los camareros se mueven con agilidad y la megafon¨ªa anuncia los cuatro pases de espect¨¢culos que hay en la tarde-noche del viernes, m¨¢s la sesi¨®n de discoteca hasta las tres de la madrugada, no sin remarcar que en este local se ver¨¢n "los mejores striptease de Zaragoza".
Bigas Luna sabe estimular al 'voyeur' que todos llevamos dentro
aqu¨ª se producen las mezclas m¨¢s estramb¨®ticas
Se apagan las luces y la potente voz de Carlos Blanco comienza el pasodoble jota: "Soy de Arag¨®n, la de los claros torrentes, con sus hembras sonrientes y sus mozos como el roble, orgullosos y valientes...". Por t¨®picos que no quede. "Soy de Arag¨®n, el crisol de la raza de Espa?a es mi pasi¨®n, como el fuego que quema mi entra?a, no hay ocasi¨®n que a mi patria bendita no alabe, soy de Arag¨®n...". De acuerdo, es de Arag¨®n, pero eso no impide que inmediatamente despu¨¦s, y con un tel¨®n caribe?o de fondo pintado por Pepe Cerd¨¢, recorran el escenarios tres aguerridos mozos con botas militares, faldas escocesas y unos notables falos de pl¨¢stico que no dudan en mostrar al respetable mientras resuena el We've got the whole world in our hands (Tenemos el mundo en nuestras manos), el himno del legendario Nottingham Forest, un modesto club de f¨²tbol ingl¨¦s que subi¨® desde la segunda divisi¨®n B a la primera, gan¨® la liga inglesa y dos copas de Europa consecutivas, en 1979 y 1980, para volver a caer en picado. Efectivamente, tuvieron el mundo en sus manos. Pero no es momento para la nostalgia, la vida contin¨²a y el ambiente de El Plata se caldea.
Llega uno de los n¨²meros fuertes: encima de una de las barras del local, un boy con un par de zapatos como toda indumentaria; en un lateral de la sala, Margarita hace un striptease al que no le falta detalle, ni siquiera la presencia de su madre y su abuela, orgullosas del cuerpo de la ni?a. Y mientras suena la m¨²sica disco irrumpe con fuerza en la sala Carlos/Carla, de L¨¦cera (Zaragoza), un personaje de Nazario, potente y con bata de cola. Se despacha de un plumazo a Margarita y se dirige hacia la barra en la que el boy despliega sus encantos: "Te quiero m¨¢s que a mis ojos, te quiero m¨¢s que a mi v¨ªa, m¨¢s que al aire que respiro y m¨¢s que a la mare m¨ªa". La copla se fusiona con la m¨²sica disco. Tach¨²n, tach¨²n...?"Que se me paren los pulsos si te dejo de quer¨¦, que las campanas me doblen si te farto arguna ve.". Un ir y venir del bakalao fino a la esencia del melodrama, del empelotado boy a nuestra Pantoja lecerana: "Eres mi v¨ªa y mi muerte, te lo juro, compa?ero, no deb¨ªa de quererte, no deb¨ªa de quererte y sin embargo te quiero". Se cae El Plata.
Ahora es el turno de Dora Parmentier y su cupl¨¦ picante con un plumero y varios chicos. M¨¢s sorpresas: la rubensiana Dora de noche es funcionaria del Inem de d¨ªa. Burocracia, ventanilla y parados frente a letras de doble sentido, polvo, plumeros o bomberos que apagan el fuego con sus mangueras. Crisis econ¨®mica y erotismo. El yin y el yang.
Julio, cantante de jotas tradicionales al que no se le caen los anillos por compartir escenario con la striptease Virginia y Alberto, un boy con cachirulo y alpargatas, y nada m¨¢s, toma el relevo. La magallonera es su tema. El local acepta con absoluta naturalidad todo tipo de mezclas, desde los cantos tradicionales hasta los falos de pl¨¢stico, de la soflama a la irreverencia. Cabe todo menos el aburrimiento.
En el descanso, los 15 integrantes del espect¨¢culo se agolpan en los vestuarios: dos cuartos m¨ªnimos, apenas 30 metros cuadrados en total, separados por un inodoro en donde damas y caballeros se cambian de ropa, se repintan y procuran que los codazos no rompan alg¨²n espejo. Frenes¨ª y profesionalismo en el camarote ma?o de los hermanos Marx. Los espectadores aprovechan para bajar a los lavabos. Un nuevo golpe de efecto que podr¨ªa firmar Marcel Duchamp: los urinarios, de un rojo pasi¨®n, son los archiconocidos labios de Mick Jagger.?Puro talento.
Es tiempo de erudici¨®n. La gran enciclopedia aragonesa ilustra sobre El Plata: "Ubicado en la calle Cuatro de Agosto, 23, de Zaragoza. En pleno coraz¨®n del Tubo zaragozano. All¨ª est¨¢ el que, al decir de todos, fue el ¨²ltimo caf¨¦-cantante de Espa?a. Antes de ser El Plata fue La Conga, el m¨¢s acreditado de los baile-taxis de la Zaragoza pillina de nuestros felices abuelos. All¨ª hac¨ªan punto las tanguistas m¨¢s bailongas de la ciudad. Actuaban a 25 c¨¦ntimos la pieza, de cuyo peculio 15 c¨¦ntimos eran para ellas, y 10, para la casa". Pero la Zaragoza pillina no est¨¢ para muchos datos. Quiere m¨¢s ca?a. Y para ello nada mejor que la espl¨¦ndida Lady Plata, que recorre las mesas con unos peque?os tubos de ensayo llenos de aguardiente de hierbas. Cuando lo considera oportuno se planta, se coloca un tubo entre sus pechos y pide al elegido que lo coja con los labios y se lo beba. Picard¨ªa para todos los p¨²blicos, o casi.
"Hoy es una noche muy especial para Patricia", anuncia Carlos Blanco. "Es su ¨²ltima noche en Espa?a. Ma?ana se va a Buenos Aires...". Pocos saben qui¨¦n es Patricia, pero con esta dedicatoria El Plata se hace familiar, entra?able. No hay tiempo para buscar entre el p¨²blico a quien pasa su ¨²ltima noche en Espa?a porque ya danza con el vientre entre las mesas F¨¢tima. Y despu¨¦s del punto oriental irrumpe en el escenario la estrella emergente: Nacho, 18 a?os, espigado y sin un gramo de grasa. M¨®nica Naranjo inunda la megafon¨ªa y el personal se queda perplejo ante la habilidad del joven con sus patines. Es una especie de Nureyev con ruedas y sin ropa. Espectacular. Despu¨¦s, con un corpi?o blanco y una fusta, m¨¢s los imprescindibles patines, rendir¨¢ homenaje al Fassbinder de Querelle y sus marineros. Probablemente es el n¨²mero en el que el vicio alcanza su mayor cota.
Todo est¨¢ perfectamente medido. Tras Genet y Fassbinder, un n¨²mero divertido e ingenuo: Valkiria Montaldi y Valeria Castafiori (Dora y Vicky), con playback de Cecilia Bartol¨ª, nos sumergen en un encadenado de arias en las que los esfuerzos vocales encuentran en el movimiento manual de los generosos pechos su complemento carnal. Y despu¨¦s de las divas, de nuevo Lady Plata con dos porrones llenos de leche que derrama sobre su cuerpo al ritmo que impone un tema de Marta S¨¢nchez. Un nuevo descanso: m¨¢s mirones y m¨¢s visitas a los labios de Jagger.
Se aproxima el final. En la calle ya hay una larga cola de los que quieren disfrutar de la ¨²ltima sesi¨®n. No se reservan mesas y los precios son muy razonables (nueve euros la consumici¨®n). Los n¨²meros se suceden disciplinadamente. Los solteros, las solteras, incluso alguna reci¨¦n casada, muestran ya una cierta fatiga. Una hora larga de risas, cuerpos desnudos y m¨²sica pueden provocar cansancio, o quiz¨¢ se deba al conocimiento de que el espect¨¢culo se acaba. El activista cultural zaragozano Luis Alegre lo resumi¨® espl¨¦ndidamente: "El Plata del siglo XXI hereda muchas cosas del Plata del siglo XX: el local, el nombre, el carisma, el aire golfo, surrealista y trasgresor y la decidida vocaci¨®n de no parecerse a nada y convertirse en una referencia de la alegr¨ªa zaragozana".
Todo pasa y todo queda, pero un espect¨¢culo dirigido por Bigas Luna no puede acabar sin un canto al buen comer, parte fundamental del buen vivir. "Mis dos temas preferidos son el sexo y la comida". En la traca final surgen jamones y paellas con el mismo protagonismo que las damas y los caballeros. Podr¨ªa ser, tambi¨¦n, un gui?o mediterr¨¢neo a Manuel Vicent, presente en la sala. Despu¨¦s, los 15 artistas desfilar¨¢n entre las mesas para despedirse de los espectadores. El cabaret ib¨¦rico recibe una larga y merecida ovaci¨®n: han conseguido evadirnos de la espesa realidad. Ma?ana ser¨¢ otro d¨ªa, aunque es probable que algunos se encuentren con Dora Parmentier detr¨¢s de la ventanilla del paro.
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