De Vigo a la Luna
El vigu¨¦s Antonio V¨¢zquez trabaj¨® en la NASA y particip¨® en cuatro de las misiones del Proyecto Apolo, que tambi¨¦n lograron el objetivo de alunizar
El 20 de julio de 1969, Antonio V¨¢zquez contempla asombrado desde su casa de Vigo la llegada a la Luna del Apolo XI, retransmitida en directo para todo el mundo. Poco pod¨ªa imaginar que unos meses despu¨¦s, estar¨ªa trabajando para la NASA, y tomar¨ªa parte en las sucesivas misiones del Proyecto Apolo, en el departamento de comunicaciones en la base de control de Fresnedillas, a 60 kil¨®metros de Madrid. "De repente, me vi en una historia que parec¨ªa una pel¨ªcula de Hollywood, como tambi¨¦n pensaban otros compa?eros que estaban all¨ª. ?ramos conscientes de que particip¨¢bamos en un acontecimiento ¨²nico para la historia de la humanidad", reconoce este vigu¨¦s de 74 a?os, que todav¨ªa se mantiene activo en el sector empresarial.
"Sab¨ªamos que particip¨¢bamos en un acontecimiento hist¨®rico"
"S¨ª, yo estuve all¨ª cuando lo de 'Houston, tenemos un problema"
Su historia es la de un chaval humilde del barrio de Teis, que hizo la carrera de comercio y perito mercantil y aprovech¨® las escasas oportunidades de la Espa?a franquista, gracias a una habilidad poco com¨²n en la ¨¦poca: el dominio del ingl¨¦s. En la hist¨®rica compa?¨ªa del Cable Ingl¨¦s, que gestionaba el cable submarino de comunicaciones con Europa y Am¨¦rica, desarroll¨® sus habilidades en telegraf¨ªa, electr¨®nica o mec¨¢nica, hasta que la empresa cerr¨®. "La implantaci¨®n de la NASA en Espa?a fue un gran acontecimiento, y en aquella ¨¦poca los peri¨®dicos estaban llenos de anuncios que buscaban gente para trabajar en la NASA, sobre todo en trabajos muy espec¨ªficos. Me llamaron, me hicieron una entrevista en ingl¨¦s, y me contrataron", recuerda este experto en comunicaciones. V¨¢zquez explica c¨®mo le llam¨® la atenci¨®n en las conversaciones que durante las misiones "las pautas de los di¨¢logos estaban muy estudiadas, como un gui¨®n de preguntas y respuestas que eran como c¨®digos".
Despu¨¦s de firmar un documento de confidencialidad sobre mantenimiento de secretos, V¨¢zquez entr¨® en la Agencia Espacial en febrero de 1970, y particip¨® en cuatro misiones que acabaron con ¨¦xito su objetivo de alunizar, pero tambi¨¦n en una que fracas¨®. Fue la legendaria expedici¨®n del Apolo XIII, la que dej¨® una c¨¦lebre frase para la posteridad: "Houston, tenemos un problema". "S¨ª, en ese caso s¨ª se podr¨ªa decir aquello de 'yo estuve all¨ª', porque asist¨ªa a ese momento hist¨®rico, y escuch¨¦ la frase", recuerda Antonio V¨¢zquez. Llegado ese momento, este hombre que lleg¨® a ser coordinador de comunicaciones de tierra (Ground Control Coordinator, como lo denominaban), y tuvo bajo su mando a 12 personas, saca uno de sus tesoros mejor guardados: una colecci¨®n de once monedas conmemorativas de los once proyectos Apolo, con sus correspondientes fechas de alunizaje.
M¨¢s all¨¢ de lo conmemorativo, las monedas poseen la singularidad de estar hechas con una aleaci¨®n de arena lunar, recogida el d¨ªa que el hombre lleg¨® por vez primera a la Luna.
"Me las regalaron cuando dej¨¦ de trabajar all¨ª, y es algo que guardo con especial cari?o", recuerda V¨¢zquez, al mismo tiempo que ense?a las monedas, donde figuran inscritos uno por uno los nombres de los astronautas que participaron en cada misi¨®n, con un lema especial en la moneda conmemorativa del mencionado Apolo XIII, la misi¨®n que fracas¨®: "Bring them back safe" ("s¨¢lvenlos"), en referencia a las ¨®rdenes que se recibieron desde Houston, viendo las dificultades que estaban existiendo en la operaci¨®n. El proyecto Apolo comenz¨® en 1960 y finaliz¨®, seg¨²n el plazo establecido, en 1972, despu¨¦s de realizar 11 misiones de tres en tres meses. V¨¢zquez explica que "all¨ª todo se ensayaba hasta la saciedad, era entrenar, entrenar y entrenar, todo estaba calculado al mil¨ªmetro". Ahora, desde la perspectiva del tiempo, Antonio V¨¢zquez sigue conservando intacta su curiosidad insaciable y su esp¨ªritu inquieto: se ejercita en la lectura en franc¨¦s, canta en alem¨¢n, aprende a tocar el piano y, por supuesto, lee cada d¨ªa en ingl¨¦s, la lengua que le dio todas sus oportunidades. Desde la terraza de su casa se ve la r¨ªa, y por las noches, en todo su esplendor la Luna. ?l particip¨® en su conquista, y se supone que le pertenece un pedacito, en recompensa por su esfuerzo. Observando sus medallas conmemorativas, hace una ¨²ltima reflexi¨®n: "Cuarenta a?os despu¨¦s, se est¨¢ viendo todo lo que supuso la conquista de la Luna. Me siento un privilegiado por haber participado en un acontecimiento ¨²nico".
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