'Ethos' y pol¨ªtica
Desde que el proceso evolutivo se resolvi¨® en la aparici¨®n del homo sapiens dotado de un cerebro y un sistema nervioso complejos que han permitido identificar esa complejidad con el pensamiento abstracto, todas, absolutamente todas las civilizaciones, desde la m¨¢s remota antig¨¹edad, fund¨¢ndose en valores laicos o religiosos, han elaborado una ¨¦tica, un ethos como base moral de su existencia, y a¨²n m¨¢s, de su supervivencia.
Tambi¨¦n es cierto que el hundimiento de esa referencia colectiva como sustentante del sistema social ha sido causa esencial de la ca¨ªda de culturas milenarias. Occidente se ha venido informando esencialmente en los valores de la Ilustraci¨®n y, entre ellos, del contrato social que definiera Rousseau como pacto entre gobernantes y gobernados.
Demasiados pol¨ªticos vienen quedando impunes ante la ruptura de ese pacto unilateralmente y por su parte al incumplir con el ethos de la honestidad que conlleva el ejercicio de un cargo p¨²blico. Hacer justicia empieza a ser una cuesti¨®n de supervivencia. Por lo tanto... ?v¨¢yase, se?or Camps!- Esther Lasso de la Vega Men¨¦ndez. Valencia.
Cada vez m¨¢s difusas las ideolog¨ªas, resultan esenciales los comportamientos. De ah¨ª la admiraci¨®n que suscitan personas como Jos¨¦ Luis Pe?as, ex concejal del PP en el Ayuntamiento de Majadahonda, Madrid, que ha sabido anteponer sus principios y una concepci¨®n ¨¦tica del servicio p¨²blico a sus intereses particulares en el mundo de la pol¨ªtica.
Cuando, perplejos y desconcertados, los ciudadanos asistimos a la proliferaci¨®n de esc¨¢ndalos que mellan el ejercicio de las responsabilidades p¨²blicas y nos alejan de ese mundo identificado en buena medida con el cohecho y la corrupci¨®n, no podemos dejar de sentir admiraci¨®n por quien, como el antiguo concejal de Majadahonda, se sinti¨® en la obligaci¨®n de dar a la luz y denunciar las irregularidades que detectaba a su alrededor a partir de la trama urdida por Francisco Correa, con la sola pretensi¨®n de poner fin a tales desmanes y contribuir as¨ª a la dignificaci¨®n de la pol¨ªtica. Por esa raz¨®n, porque se trata de un comportamiento excepcional y merecedor del m¨¢ximo reconocimiento y porque la defensa de lo p¨²blico requiere coraje -no siempre es f¨¢cil y a menudo implica riesgos-, confieso que, si en alguna ocasi¨®n se presentase la oportunidad, mi voto ser¨ªa para ¨¦l.
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