El ojo de la cerradura
Mirar por el ojo de una cerradura permite una visi¨®n estrecha de la realidad: s¨®lo vemos lo que abarcamos desde este foco; lo que queda fuera de ¨¦l es como si no existiera.
Nuestra cultura, y la mayor¨ªa de culturas del planeta, suelen mirar y, por lo tanto, definir y categorizar, esta realidad desde el androcentrismo, ¨®ptica que consiste en considerar lo masculino como universal. Aquello que no es iluminado por este foco se juzga secundario y no constituye un modelo. Un ejemplo es el estudio de los s¨ªntomas del infarto centrado ¨²nicamente en varones. Fue un error de perspectiva considerar el sexo masculino como paradigma e inferir que la sintomatolog¨ªa deb¨ªa de ser la misma para las mujeres, lo que caus¨® muertes que se habr¨ªan podido evitar.
Pese a que la masa cr¨ªtica de mujeres en el espacio p¨²blico es alta, los estereotipos priman en los medios de comunicaci¨®n
Recientemente se ha presentado en Barcelona un informe de la campa?a Mou-te per la igualtat, referido al an¨¢lisis del g¨¦nero en los medios de comunicaci¨®n audiovisual catalanes. Los resultados, lamentablemente, indican que ¨¦stos se siguen rigiendo por un punto de vista androc¨¦ntrico, que puede medirse a trav¨¦s de ciertos par¨¢metros: invisibilidad de las mujeres, estereotipos (para ellas y para ellos), lenguaje sexista y enfoque eminentemente masculino.
Un ejemplo concreto de invisibilidad de las mujeres es el programa ?gora, en el que ellas casi nunca est¨¢n invitadas. ?Ser¨¢ que ignoran que existen seres humanos de sexo femenino o tal vez creen que no hay mujeres de opini¨®n fundada? Quiz¨¢ no saben d¨®nde buscarlas. Si se trata de este ¨²ltimo supuesto, se les invita a recurrir al Directori d'expertes del Institut Catal¨¤ de les Dones, una iniciativa llevada a cabo por la Associaci¨® de Dones Periodistes de Catalunya, donde se pueden identificar a mujeres especialistas en los m¨¢s variados temas. La invitaci¨®n, por supuesto, se hace extensiva a cualquier profesional del periodismo que pretenda hacer visible esa mitad de la poblaci¨®n, la femenina, que est¨¢ y act¨²a pero no aparece suficientemente en pantalla.
Por otro lado, seg¨²n el Consejo del Audiovisual de Catalu?a (marzo 2009), las mujeres tienen un ¨ªndice de aparici¨®n del 27,5% frente al 72,5% de ellos en los informativos. La presencia de las mujeres aumenta cuando se tratan temas de salud, educaci¨®n y sociedad, aunque desgraciadamente aparecen m¨¢s como pacientes que como agentes; y desciende en los temas de econom¨ªa y pol¨ªtica. Esta dicotom¨ªa, mujer-espacio privado y hombre-espacio p¨²blico, reproduce unos estereotipos sociales muy concretos: la mujer al cuidado de la familia y el hombre a ganarse el pan. As¨ª, aunque la estad¨ªstica demuestra que la masa cr¨ªtica de mujeres en el espacio p¨²blico es alta, una realidad m¨¢s ajustada a la imagen mental que no a los hechos es la que se empecinan en mostrarnos los medios de comunicaci¨®n. Con lo cual y dado su car¨¢cter socializador, contribuyen a perpetuar estos roles estereotipados.
Y es que los medios, nos guste o no, son a la vez reproductores y creadores de modelos.
Todo ello por no hablar del lenguaje sexista que permite o¨ªr cosas como "el Gobierno ha pagado un curso de formaci¨®n en electricidad a una treintena de j¨®venes parados". Y una se queda con ganas de saber si esos j¨®venes son chicos y chicas, aunque ellas hayan quedado virtualmente desaparecidas tras ese masculino plural, o si el Gobierno s¨®lo les paga cursos de electricidad a ellos y por eso ellas han quedado borradas del mapa.
Vistos estos ejemplos y muchos, muchos m¨¢s que podr¨ªamos a?adir, es de agradecer la emisi¨®n de Infidels, una serie que refleja un mundo femenino (todas las protagonistas son mujeres), que incorpora problemas dom¨¦sticos y la dificultad de conciliar trabajo y vida privada (el enfoque masculino suele dejarlo fuera) y que, adem¨¢s, presenta unos perfiles de mujeres distintos entre s¨ª y que tratan de alejarse de los estereotipos prefijados por la cultura patriarcal. No es de extra?ar que Infidels haya irritado a personas, la mayor¨ªa varones, que siguen mirando la realidad por el estrecho ojo de la cerradura androc¨¦ntrica.
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