UNA CASA PARA LAS MET?FORAS
El concejo asturiano en el que naci¨® el fundador de El Corte Ingl¨¦s alberga un centro dedicado a la poes¨ªa. Su impulsor es el escritor Fernando Beltr¨¢n, inventor de nombres como Amena y Faunia
ara algunos, Jorge Luis Borges entre ellos, el para¨ªso tiene la forma de una biblioteca. Para otros, la de El Corte Ingl¨¦s: un universo con escaleras mec¨¢nicas en el que la vida se organiza verticalmente y del que nada, salvo la pobreza, ha quedado excluido. Parad¨®jicamente, los dos extremos confluyen en Grado. El promotor de los grandes almacenes m¨¢s famosos de Espa?a -es lo primero que te dicen cuando llegas- sali¨® de este pueblo asturiano de 7.000 habitantes, famoso por un tocinillo de cielo tambi¨¦n paradis¨ªaco y vigilado por el r¨ªo Cubia, que atraviesa un paisaje sin precio, esto es, que no cabe en El Corte Ingl¨¦s. Todav¨ªa. Est¨¢ visto que todo son met¨¢foras. Y dinero.
Tal vez lo d¨¦ la tierra, pero aqu¨ª naci¨® en 1891 Valent¨ªn Andr¨¦s ?lvarez, que sab¨ªa de las dos cosas, de ret¨®rica y de plusval¨ªas. De hecho, su nombre lleva siempre pegada una etiqueta: "el economista de la generaci¨®n del 27". Fue, efectivamente, catedr¨¢tico de econom¨ªa, poeta mediano y dramaturgo de cierto ¨¦xito. Frecuent¨® en Par¨ªs a los surrealistas, en los caf¨¦s a G¨®mez de la Serna y en las aulas a Ortega y Gasset, que lo defini¨® como "el hombre que siempre est¨¢ dejando de ser algo". Valent¨ªn Andr¨¦s fue, adem¨¢s, el que trajo a Grado La Barraca de su amigo Federico Garc¨ªa Lorca. Una placa en la plaza del pueblo recuerda que en 1932, el a?o en el que empez¨® a rodar, pas¨® por all¨ª aquella compa?¨ªa universitaria republicana empe?ada en llevar a la periferia a Lope, Tirso y Calder¨®n.
La Barraca de Lorca estuvo aqu¨ª en 1932, el a?o inaugural de la compa?¨ªa
La capilla de los Dolores es una joya que, ella sola, justifica el viaje
Si el Cubia vigila Grado, en Grado un edificio vigila el Cubia: la Casa de Cultura, instalada en un antiguo palacio que hoy alberga la biblioteca que, ya lo han adivinado, lleva el nombre del nervioso y poli¨¦drico Valent¨ªn Andr¨¦s ?lvarez. En esa casa conviven ahora los trastos de un antiguo lagar que parece un animal prehist¨®rico dormido y un espacio para so?adores llamado Aula de las Met¨¢foras, el pen¨²ltimo invento de otro escritor polivalente: Fernando Beltr¨¢n.
Beltr¨¢n no se gana la vida con la literatura sino con un oficio que no ten¨ªa nombre hasta que su hija tuvo que escribirlo en una ficha del colegio: poeta y nombrador. A ¨¦l le gusta lo de nombrador porque se sale del estrecho carril extranjerizante -branding, naming- con el que suelen etiquetar el trabajo de bautizar instituciones, vinos, perfumes o museos. De hecho, su vida cambi¨® el d¨ªa en que se invent¨® el nombre de Amena. En diez a?os se ha convertido tambi¨¦n en el padre de denominaciones como Faunia, La casa encendida -a partir del libro de Luis Rosales- y, no se lo van a creer, Opencor.
A Fernando Beltr¨¢n, que, ir¨®nicamente, titul¨® un poemario suyo La semana fant¨¢stica (Hipari¨®n), le gusta citar una frase de Nicanor Parra: "Un poeta no cumple su funci¨®n si no cambia el nombre de las cosas". Tambi¨¦n otra de H?lderlin: "No hay nada real que antes no haya sido imaginado". Y la verdad es que ¨¦l llevaba mucho tiempo imaginando qu¨¦ hacer con todos los libros de poes¨ªa que hab¨ªa acumulado a lo largo de su vida de lector. As¨ª que un d¨ªa se plant¨® en Grado. Aunque el escritor ovetense pasaba all¨ª de ni?o los veranos, no conoc¨ªa a nadie, pero al bibliotecario del pueblo le encant¨® la idea de alojar los 2.300 vol¨²menes de Beltr¨¢n, entre ellos, la m¨ªtica colecci¨®n Adonais y libros firmados por los supervivientes de la generaci¨®n del 27. Le buscaron un sitio y, por supuesto, le pusieron un nombre: Aula de las Met¨¢foras. La sala que se inaugur¨® un 29 de febrero -"el d¨ªa m¨¢s po¨¦tico del calendario"-, el de 2004. Con el tiempo, el aula ha acogido lecturas, conciertos, talleres y ciclos de cine. Por all¨ª han pasado Antonio Gamoneda, Adonis, ?ngel Gonz¨¢lez, Luis Eduardo Aute y V¨ªctor Manuel. Ahora sigue recibiendo libros (alberga ya 6.000 vol¨²menes) y acaba de firmar con la Generalitat de Catalu?a un acuerdo para una donaci¨®n que la ha convertido en una de las mayores bibliotecas de poes¨ªa catalana de Espa?a.
Sus actividades se celebran adem¨¢s en una joya arquitect¨®nica del siglo XVIII que, ella sola, justifica el viaje a Grado: la capilla de los Dolores, un delicado ejemplo de proporci¨®n, c¨²bico, rotundo y tapizado sobriamente con esa piedra rosada que los franceses llaman m¨¢rmol sangrante. Las tropas de Napole¨®n lo usaron como caballerizas, pero el lugar mantiene intactos la dignidad y ese misterio inagotable de los experimentos: como el Templete de Bramante en Roma o el Pabell¨®n de Mies van der Rohe en Barcelona. Tampoco la capilla cabe en un centro comercial. Bueno, tal vez en Las Vegas. Entre tanto, en los planos de Grado hay una pista gratis para visitarla: "Llaves en el ayuntamiento. Y en la oficina de turismo en temporada estival".
![Fachada de la capilla de los Dolores, en Grado (Asturias). A la izquierda, la Casa de Cultura.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/I36KEC6LYZFW5KSL66WRKEGRFY.jpg?auth=4db936e8f3ae67d0cdb7198b064019d1fd6a57150e71ceadae604e38ed0fbc34&width=414)
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![Javier Rodr¨ªguez Marcos](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F012bc515-b71b-4e4b-bf1b-a3e60d86110b.jpg?auth=39aa45f989d4cf353356721f4346e926a4e3094776e3ad92191296498425c920&width=100&height=100&smart=true)