La novela favorita de Barack Obama
'Netherland' se convierte en 'best seller' despu¨¦s de que la recomiende el presidente de Estados Unidos
Si Richard Brautigan firm¨® una obra maestra de la posmodernidad literaria a partir de un tema como la pesca de la trucha en Am¨¦rica, ?por qu¨¦ no consagrar una novela a un asunto tan peregrino como el cr¨ªquet en Estados Unidos? Algo parecido pudo pensar el escritor Joseph O'Neill (Cork, Irlanda, 1964), revelaci¨®n de las letras neoyorquinas, cuando hace siete a?os comenz¨® a escribir Netherland (El Aleph).
No lo supo hasta tiempo despu¨¦s, pero aquel eureka fue una de las ideas de su vida. El cr¨ªquet funciona en la novela y sobre el fondo del Nueva York del gris invierno que sigui¨® al 11-S como una met¨¢fora del desconcierto de este mundo, el aislamiento posnacional y la perplejidad de la era Bush y de c¨®mo, al final, no se sabe c¨®mo, uno acaba conviviendo con los traumas. Netherland fija el foco lejos de las obsesiones tradicionales de la novela americana (su ombligo) para abrirse a las nuevas voces del imperio globalizado. Y se ha convertido en la novela favorita confesa de Obama, cuya recomendaci¨®n p¨²blica de esta historia la aup¨® hace un par de meses a las listas de las m¨¢s vendidas. "No tengo mucho que decir sobre el hecho de que Obama apoye mi trabajo, salvo que estoy encantado", explicaba O'Neill en un correo electr¨®nico recientemente. "Estuve con ¨¦l desde el principio, desde luego. Creo que es un tipo que no teme al otro y por tanto no tiene miedo de leer un libro sobre cr¨ªquet".
"Si vivo en el hotel Chelsea no es por pose, sino porque el precio es bueno"
Antes, durante una entrevista mantenida en un hotel de Madrid, O'Neill, tipo enjuto, divertido y con pinta de polic¨ªa irland¨¦s, hab¨ªa rechazado colocar a Netherland en la balda de "las novelas sobre el 11-S". "No he le¨ªdo ninguna. Tampoco creo en dejar que pase tiempo para escribir sobre un asunto determinado. Mira la Segunda Guerra Mundial. Fue un acontecimiento 20 veces mayor que el de las Torres Gemelas y no ha dado pr¨¢cticamente ning¨²n resultado bueno en ficci¨®n, salvo, quiz¨¢, Trampa 22 . Las novelas, como la guerra, la paz, las familias y la vida no se rigen por las mismas reglas que la historia".
O'Neill dibuja un trasunto de s¨ª mismo en el protagonista Hans, hombre de negocios treinta?ero que se muda de Londres a Nueva York y procede de Holanda (peripecia vital similar a la suya). O'Neill, novelista de cierta fortuna en la d¨¦cada pasada, ejerci¨® de abogado mercantil antes de adentrarse en la ficci¨®n en un escenario no muy distinto del Nueva York pre-11-S en el que aterriza Hans.
Como ¨¦ste, vive en el afamado hotel Chelsea con su mujer, Sally Singer, editora de moda de la edici¨®n estadounidense de Vogue y sus tres hijos. "No es una pose ni una decisi¨®n muy meditada. Nos mudamos all¨ª, la familia ha ido creciendo y los due?os nos han hecho un precio realmente bueno para los niveles de Manhattan", aclara. Como el protagonista de la novela, que se instala en el hotel cuando la vida en las inmediaciones de las Torres Gemelas se hace insoportable, el escritor tambi¨¦n es un jugador empedernido cuya mujer se convierte en una "viuda del cr¨ªquet" cada s¨¢bado.
En uno de esos partidos, como el "unico blanco" entre un mont¨®n de indios, antillanos o paquistan¨ªes, Hans conoce a Chuck Ramkissoon, procedente de Trinidad. Un megal¨®mano y un charlat¨¢n brillante. Un l¨ªder natural siempre metido en l¨ªos con una misi¨®n: "Liberar a Am¨¦rica de la insularidad de su cultura", por la v¨ªa de construir un enorme estadio en Nueva York y colocar el cr¨ªquet en el centro que nunca debi¨® abandonar. Este personaje es la principal raz¨®n por la que la prensa estadounidense ofici¨® un recibimiento inusitado a Netherland el fin de semana de su publicaci¨®n, cuando los principales peri¨®dicos y suplementos culturales coincidieron en llenar de elogios a O'Neill y a su obra plena de ecos del "mejor Scott Fitzgerald".
En efecto, Chuck tiene algo de disparatado Gatsby en un Nueva York que en la novela se descubre en sus m¨¢rgenes (descampados donde Brooklyn pierde el nombre o calles an¨®nimas de Queens) y en el estilo preciso aunque escorado hacia lo aleg¨®rico del autor.
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