A la sombra del marqu¨¦s
Por sus obras les conocer¨¦is. Esperanza y Alberto han encontrado nueva palestra para sus torneos fratricidas en la aristocr¨¢tica calle de Serrano, a dos pasos de la inmutable Puerta de Alcal¨¢. Los restos soterrados de una cerca y de un viaje de agua, edificados durante el reinado de Su Pasmad¨ªsima Majestad Felipe IV, sirven de munici¨®n para una escaramuza m¨¢s entre la presidenta irredenta y el ol¨ªmpico alcalde.
Llegaron las obras fara¨®nicas y levantaron las imp¨¢vidas aceras por las que pase¨® lo m¨¢s granado de Madrid desde que a finales del siglo XIX, el marqu¨¦s de Salamanca, conde de los Llanos y grande de Espa?a, iniciara la construcci¨®n del moderno y confortable barrio que lleva su apellido, un barrio a la medida del desmedido pr¨®cer que hizo su fortuna y su ruina, siempre relativa, con la especulaci¨®n financiera que desarroll¨® con el apoyo de la Corona y de sus influyentes amistades cortesanas.
Las ruinas han venido a romper la confortable rutina de un barrio y a perjudicar a sus tenderos
La ajetreada biograf¨ªa del abogado malague?o don Jos¨¦ de Salamanca y Mayol, rica en incidencias e indecencias, deber¨ªa ser estudiada con mucho detenimiento en las escuelas, y no s¨®lo en las de econom¨ªa. Liberal en su fogosa juventud, don Jos¨¦, antes de acceder al marquesado y al condado, fue un destacado luchador antiabsolutista, conspirador de sal¨®n y progresista de ocasi¨®n que acab¨® rindiendo pleites¨ªa y complicidad, primero, a la reina regente Mar¨ªa Cristina, y despu¨¦s, a la desgobernada Isabel II, dos mujeres de armas tomar con las que hizo saneados e insalubres negocios.
Con un pie en el destierro y el otro en los aleda?os del trono, el avispado banquero clav¨® su aguij¨®n en las esferas gubernamentales, lleg¨® a ser ministro de Hacienda en 1847 y a ejercer de facto la presidencia del Gobierno. La peligrosa e inveterada t¨¢ctica de poner al zorro al cuidado del gallinero no dio los frutos deseados, todos se los llevaba a su huerto el malague?o. "Monstruo de inmoralidad" y testaferro de la Real Casa, seg¨²n la prensa de la ¨¦poca, Salamanca fue destituido de sus cargos tras la investigaci¨®n de una comisi¨®n parlamentaria que le sac¨® los colores, pero le dej¨® sus dineros intactos para gozar de un exilio dorado y temporal. Banquero y leguleyo, hizo de sus enemigos sus amigos antes de tirarlos muchas veces por la borda para quitarse lastre. El general Narv¨¢ez, que le mand¨® al destierro y acab¨® siendo su c¨®mplice de especulaciones y manipulaciones, defin¨ªa as¨ª sus relaciones con ¨¦l en un momento de bonanza: "Es muy salao y, aunque me ha hecho rabiar mucho, soy flaco, le quiero... Pero no se lo diga usted, porque enseguida me viene a proponer un negocio en el que vamos a dar a Espa?a muchos millones...".
La declaraci¨®n de amor interesado del espad¨®n Narv¨¢ez recuerda en sus t¨¦rminos a las de los amiguitos de Camps en el negocio de corte y confecci¨®n de trajes y eventos. El marqu¨¦s de Salamanca siempre ser¨¢ un maestro para especuladores de ¨¦lite y timadores de altura, paradigma de los beneficios de arrimarse al poder y de las relaciones p¨²blicas, que hay que mantener en privado por si se ponen quisquillosos los jueces.
El uso de informaci¨®n privilegiada le permiti¨® al desalmado pr¨®cer dar un pelotazo, sin precedentes, ni secuelas, en la Bolsa de Madrid, jugando a la baja y metiendo el miedo en el cuerpo a los inversores con la difusi¨®n de rumores de buena tinta sobre pronunciamientos y golpes militares en el horizonte.
La estatua del marqu¨¦s de Salamanca en la plaza que lleva su nombre le representa con la mano izquierda en el bolsillo del pantal¨®n, el de los dineros, un gesto borde con el que el eminente banquero parece burlarse, desde la posteridad impune, de todos los que le confiaron sus posesiones y decirles: "Aqu¨ª me lo llev¨¦ todo". La estatua est¨¢ en su plaza en los confines de la milla de oro del barrio de Salamanca, meca del comercio m¨¢s selecto y de unos comerciantes m¨¢s preocupados por las acciones de los aluniceros que estrellan coches contra sus escaparates que por los efectos de la crisis que ya ha hecho mella en otras zonas menos privilegiadas del barrio.
En la milla resisten boutiques de mucho lujo, joyer¨ªas rutilantes, moda y complementos para la se?ora, el caballero y el ni?o inmunes a los desajustes del mercado. Pero no es oro todo lo que reluce: en las obras de Serrano, esas ruinas que emergieron de forma intempestiva y descarada en las mism¨ªsimas puertas del Museo Arqueol¨®gico, han venido a romper la confortable rutina de un barrio, a incomodar a sus vecinos y a perjudicar a sus tenderos.
En la guerra de Aguirre y Gallard¨®n, los numerosos simpatizantes del PP, en la zona nacional, se decantan por la presidenta y lanzan anatemas contra el osado alcalde que les ha vendido por un qu¨ªtame all¨¢ esa valla.
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