Poco que decir sobre el futuro de Europa
La ampliaci¨®n de la UE, que suscita debates en Francia y Alemania, interesa m¨¢s bien poco a los partidos y a la opini¨®n p¨²blica de Espa?a. Resulta preocupante a seis meses de nuestra presidencia de la Uni¨®n
Una vez que se resuelva el embrollo del Tratado de Lisboa, la Uni¨®n Europea deber¨¢ retomar el hilo de su ampliaci¨®n, que tambi¨¦n conlleva el reto de definir cu¨¢les deben ser sus l¨ªmites. He aqu¨ª una de las grandes cuestiones europeas que apenas fue debatida en Espa?a durante la campa?a para las elecciones europeas del pasado 7 de junio. Una vez pasados los comicios, y cuando la presidencia espa?ola de la Uni¨®n comienza a otearse en el horizonte, puede ser instructiva una ojeada a las propuestas en esta materia de los partidos espa?oles que obtuvieron representaci¨®n en el Parlamento Europeo.
El programa del PSOE resuelve la cuesti¨®n con una sola frase: "Estamos a favor del ingreso de Croacia y Turqu¨ªa en la Uni¨®n una vez que se cumplan los criterios de Copenhague y culminen las negociaciones en marcha". Por alguna raz¨®n desconocida, nada dice de Macedonia, que tambi¨¦n ha iniciado negociaciones con la Uni¨®n, ni de los "candidatos potenciales" de los Balcanes occidentales, a pesar de que el pasado mayo el ministro Miguel ?ngel Moratinos se paseara por Tirana diciendo que "el camino de Albania hacia la Uni¨®n Europea es irreversible" y prometiera para la presidencia espa?ola un gran esfuerzo para acelerar el ingreso de estos pa¨ªses.
El PP se alinea con los ultraconservadores europeos en su oposici¨®n al ingreso de Turqu¨ªa
Los nacionalistas pecan de falso europe¨ªsmo; s¨®lo les preocupa la cuesti¨®n nacional
El programa del Partido Popular no relega a Macedonia ni omite a los candidatos potenciales, pero su posici¨®n es bastante m¨¢s ambigua que la del PSOE: "Estos pa¨ªses podr¨¢n acceder a la Uni¨®n Europea siempre que cumplan plenamente las condiciones para ello. Por otra parte, la ampliaci¨®n requiere que la Uni¨®n Europea tenga suficiente capacidad para integrar a los nuevos adherentes, de suerte que el proyecto de construcci¨®n europeo no se vea perjudicado". Para aclarar el significado de esta formulaci¨®n respecto a Turqu¨ªa, es necesario acudir a las declaraciones que efectu¨® durante la campa?a el cabeza de lista del PP, Jaime Mayor Oreja. En el Foro Madrid, Mayor Oreja adujo que la incorporaci¨®n de Turqu¨ªa "provoca una seria distorsi¨®n" en el debate sobre el futuro de una Europa que ha de tener "valores propios". Preguntado sobre esta cuesti¨®n en La Vanguardia, respondi¨® que "la UE tiene que tener su identidad, saber qu¨¦ valores compartimos. La UE fue en su origen una comunidad de valores, y en su culminaci¨®n tendr¨¢ que serlo". En otras palabras, que Turqu¨ªa (pa¨ªs de mayor¨ªa musulmana) es incompatible con los valores (cristianos) europeos.
Oponi¨¦ndose al ingreso de Turqu¨ªa, el PP se alinea con otros partidos conservadores europeos como la CDU alemana o la UMP francesa, pero tambi¨¦n con partidos menos honorables como el Vlaams Belang flamenco (sucesor del xen¨®fobo Vlaams Blok), el Partij voor de Vrijheid de Geert Wilders (que se propone detener la "islamizaci¨®n" de Holanda, pero cierra las puertas de la Uni¨®n incluso a los cat¨®licos croatas), o el FP? austriaco (el antiguo partido del siniestro J?rg Haider). De hecho, el argumento de la "identidad" lo acerca m¨¢s a estos partidos que a los de Angela Merkel o Nicolas Sarkozy, m¨¢s preocupados por la magnitud demogr¨¢fica, econ¨®mica y territorial de Turqu¨ªa que por la religi¨®n o los valores que profesan sus habitantes.
Entre los dem¨¢s partidos de ¨¢mbito estatal, el m¨¢s lac¨®nico es UPyD, que declara que "la UE de 2009 (con 27 Estados miembros y 3 pa¨ªses candidatos al ingreso) necesita un marco institucional adecuado para desarrollar su funcionamiento y seguir con el proceso de ampliaci¨®n de la Uni¨®n". Y el m¨¢s locuaz, Izquierda Unida, que acepta el ingreso de Turqu¨ªa condicionado a la retirada turca del norte de Chipre y al respeto de los derechos del pueblo kurdo. (Sus socios de Iniciativa per Catalunya, en cambio, omiten ambas cosas y se contentan con "el cumplimiento de los criterios de Copenhague"). Converg¨¨ncia i Uni¨® tambi¨¦n menciona los criterios de Copenhague y se refiere a un "sureste europeo" gen¨¦rico sin nombrar ning¨²n pa¨ªs excepto Croacia, cuyas negociaciones de ingreso deber¨ªan completarse "lo antes posible". En cambio, su socio m¨¢s importante en la Coalici¨®n por Europa, el Partido Nacionalista Vasco, no nombra siquiera a Croacia en un programa que simplemente ignora el ingreso de nuevos pa¨ªses en la Uni¨®n.
En la otra coalici¨®n de partidos nacionalistas (Europa de los Pueblos) sucede algo parecido: el socio catal¨¢n, Esquerra Republicana de Catalunya, todav¨ªa alude (aunque sea de paso) al ingreso de Turqu¨ªa, Croacia y Macedonia, pero sus socios del Bloque Nacionalista Galego, Eusko Alkartasuna o Aralar pasan por alto la cuesti¨®n. La construcci¨®n que verdaderamente interesa a estos partidos, al fin y al cabo, no es la europea sino la nacional, cosa que convierte el pretendido europe¨ªsmo de las "naciones sin Estado" en un calco del falso europe¨ªsmo de los Estados-naci¨®n que tambi¨¦n conciben Europa como una arena para defender sus intereses particulares. Es muy revelador en este sentido el manifiesto de la Alianza Libre Europea, donde est¨¢n ERC, el BNG y EA: los "pueblos" del Pa¨ªs Vasco, Catalu?a, Escocia y Gales reciben el t¨ªtulo de "Estados emergentes" llamados a engrosar la lista de Estados miembros de la Uni¨®n.
En el caso de los Balcanes occidentales, una candidatura potencial que nadie menciona, ni siquiera los partidos declaradamente independentistas, es la de Kosovo. Como presidente de la Uni¨®n, Zapatero tendr¨¢ mucho trabajo en este asunto. Por un lado, Espa?a sigue empe?ada en no reconocer la independencia de Kosovo. Por el otro, 22 de los 27 Estados miembros de la Uni¨®n s¨ª que lo han hecho, y el Parlamento Europeo ha instado a los cinco restantes a hacerlo. Al a?o y medio de su independencia, Kosovo ya re¨²ne 60 reconocimientos y ha sido admitido en organizaciones tan rec¨®nditas como la Federaci¨®n Internacional de Control Autom¨¢tico, pero tambi¨¦n tan significativas como el Fondo Monetario Internacional. El amigo espa?ol de Obama acaso deber¨ªa tomar nota de lo que el vicepresidente Joe Biden proclam¨® a la multitud congregada para darle la bienvenida en la capital de Kosovo: "Su independencia es irreversible, absolutamente irreversible".
Ciertamente, Europa no termina en los Balcanes occidentales. Otros pa¨ªses ex comunistas (Moldavia, Ucrania, Georgia) han mostrado su inter¨¦s por la Uni¨®n. El jefe de la diplomacia moldava se llama "ministro de Asuntos Exteriores e Integraci¨®n Europea". En Ucrania, para poner otro ejemplo, el Gobierno dispone de un comit¨¦ espec¨ªfico "para la Integraci¨®n Europea y Euroatl¨¢ntica". Para estos pa¨ªses (adem¨¢s de Armenia, Azerbaiy¨¢n y Bielorrusia), la Uni¨®n lanz¨® hace un a?o la llamada Asociaci¨®n Oriental.
Si los partidos espa?oles son parcos por lo que respecta a los candidatos oficiales y potenciales, aqu¨ª todav¨ªa tienen menos que decir. Tanto el PSOE como el PP se limitan a "apoyar" la Asociaci¨®n Oriental, pero ambos ponen el ¨¦nfasis m¨¢s en el valor estrat¨¦gico de estos pa¨ªses (en la diversificaci¨®n de v¨ªas de aprovisionamiento energ¨¦tico que pueden suponer, por ejemplo) que en los anhelos europeos de sus habitantes, que sin duda anteponen las reformas democr¨¢ticas o la liberalizaci¨®n de los visados al trazado de los gasoductos. Por lo que respecta a los dem¨¢s partidos espa?oles, simplemente ignoran el asunto: ni IU-ICV, ni UPyD, ni los nacionalistas catalanes, gallegos o vascos dicen nada al respecto. Sorprende especialmente que estos ¨²ltimos no reparen en los beneficios que la integraci¨®n europea podr¨ªa suponer para descongelar los conflictos de Osetia del Sur y Abjazia, que un a?o despu¨¦s de su autoproclamada independencia de Georgia siguen contando con el exclusivo respaldo de Rusia.
En definitiva: a seis meses vista de la presidencia espa?ola de la Uni¨®n Europea, hay razones para sospechar que la cuesti¨®n de la ampliaci¨®n no est¨¢ suficientemente meditada en Espa?a. O Zapatero se pone en ello pronto o su presidencia europea corre el riesgo de no estar a la altura de lo que los pa¨ªses candidatos, los candidatos potenciales (incluido Kosovo) y los socios orientales esperan de una Uni¨®n que no es una simple ¨¢rea de libre comercio, sino un espacio pol¨ªtico de libertad.
Albert Branchadell es profesor de la Facultad de Traducci¨®n e Interpretaci¨®n de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona.
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