El abogado de la Barbie

Par¨ªs parece a primera vista una ciudad inabarcable y excesiva. Todo en ella es magn¨ªfico. Los n¨²meros exceden la imaginaci¨®n del visitante, los edificios lo abruman, la amplitud de las calles lo confunden. El turista tiene tantas y tantas cosas que ver que s¨®lo el tiempo del que dispone parece peque?o. Y, sin embargo, existe tambi¨¦n el reverso a esa moneda: un Par¨ªs escondido en peque?os rincones, casas, pasadizos, jardines rec¨®nditos; lugares llenos de encanto que, gracias a su discreci¨®n, han conseguido mantener intactas sus particularidades, en los que no discurren las horas. Un Par¨ªs diminuto, conocido por muy pocos; un Par¨ªs del que las gu¨ªan no dicen nada, del que las oficinas de informaci¨®n no tienen folletos y que no aparece en los mapas comentados ni en las rutas tur¨ªsticas. Casi como si se tratara de un secreto.

?ste es el Par¨ªs ins¨®lito y, sin embargo, real: la otra cara del cubo.

01 Jard¨ªn Alpino

Un buen ejemplo es el Jard¨ªn Alpino. Enclavado en el centro de la ciudad, en mitad del barrio latino, uno pasa cerca de ¨¦l sin percatarse de su existencia. Sorprende la tranquilidad y el recogimiento de un lugar en el que la sabidur¨ªa del jardinero ha sabido recrear todos los climas monta?eses del mundo. Desde el monte Fujiyama hasta el Himalaya, pasando por las monta?as del Atlas o de Arizona. El olor a lavanda envuelve al visitante. Estanques en los que flotan los nen¨²fares, campos en los que crecen con total libertad campanillas, asf¨®delos y el edelweiss. Un paseo que, sin duda, merece la pena hacer en cualquier ¨¦poca del a?o, donde el contraste de olores y colores no son s¨®lo una propiedad de las estaciones m¨¢s benignas. Una peque?a aventura para disfrutar de la belleza de esas 2.000 plantas que conviven casi milagrosamente.

02 La casa de mu?ecas

No mucho m¨¢s lejos (llega un momento en que en Par¨ªs todo parece cercano), en Le Marais, podemos encontrar el Museo de las Mu?ecas. Una visita singular en la que se pueden ver m¨¢s de 500 de estos juguetes creados desde 1800 hasta 2000. M¨¢s all¨¢ del aspecto l¨²dico con el que uno puede f¨¢cilmente revivir su infancia o la de sus abuelos, el orden en el que est¨¢n colocadas pretende ser un ejemplo did¨¢ctico del papel de la mujer a lo largo de la historia. De aquellos primeros ejemplares de pieles clar¨ªsimas con bocas peque?as y ojos enormes llenos de pesta?as, vestidas como se?oritas de la alta sociedad, el visitante ocasional pasar¨¢ a las ¨²ltimas novedades en mu?ecas, maquilladas como si fueran a salir de fiesta, con faldas cortas y tops ajustados y tacones tan finos que produce grima imaginar que alguien sea capaz de andar sobre ellos. Y es que poco queda de aquellos juguetes que ense?aban a servir el t¨¦, a planchar y a bordar un ajuar blanqu¨ªsimo: las mu?ecas de hoy d¨ªa vienen con casa, coche y abogado incluido.

03 Curiosidades

Y es que en Par¨ªs pueden hallarse museos en cada rinc¨®n y dedicados a cualquier motivo: el museo del vino, de los perfumes, de la anatom¨ªa, de los f¨®siles, del fumador, de la mineralog¨ªa, del aire; museos que, adem¨¢s, suelen estar casi vac¨ªos y cuyos contenidos no desmerecen de los de aquellos tradicionalmente m¨¢s prestigiosos. Existe uno, tambi¨¦n en el distrito quinto, bastante pintoresco y que sin duda merece la pena rese?ar. Es el llamado de las curiosidades de Bonnier de la Mosson, en el que se pueden ver desde huevos de cocodrilo y tar¨¢ntulas hasta un cuerno de narval que hasta hace poco congregaba a ni?os y adultos que cre¨ªan ver en ¨¦l la constataci¨®n de la existencia del m¨ªtico unicornio.

04 Museo de la Magia

De vuelta en Le Marais podemos encontrar el Museo de la Magia. Una alfombra roja transporta al visitante a un espect¨¢culo fuera de las reglas del tiempo. Los pasadizos nos conducen hasta trucos de prestidigitaci¨®n, aut¨®matas con vida propia, complicados ingenios mec¨¢nicos que permiten abrir hasta la cerradura m¨¢s complicada. Siglos de historia en los que la ciencia se da la mano con la prestidigitaci¨®n. Madame Zita, Kircher, Faraday, Houdini. Los padres de la magia esconden en este museo sus secretos. Y a pesar de que uno sepa que all¨ª todo es irreal, una ilusi¨®n, resulta imposible sustraerse al embrujo del ambiente. No en balde, est¨¢ ubicado en las cuevas bajo cuyas b¨®vedas se dec¨ªa que el marqu¨¦s de Sade organizaba sus org¨ªas.

05 Objetos perdidos

Pero para museos curiosos, el de la Contrefa?on: el de las copias. Un recorrido por la historia de las imitaciones. Bolsos de Louis Vuitton, game boys, polos de Lacoste, botellas de Martini o de Dom P¨¦rignon, relojes de Cartier... o tambi¨¦n el museo de las cosas encontradas, el Micromus¨¦e du Service des Objets Trouv¨¦s, que desde 1804 recoge todo eso que todo aquel que pasaba por Par¨ªs se dejaba olvidado. Y es un espect¨¢culo que no tiene desperdicio: pr¨®tesis de piernas, una maqueta de una goleta, una placa conmemorativa de m¨¢rmol, un saco para ladrones dotado de un doble fondo, una urna funeraria (con contenido), un sable de yakuta, cr¨¢neos humanos, un vestido de novia... La lista es tan extensa como los fragmentos de vida que all¨ª est¨¢n cobijados. Y que qui¨¦n sabe si alguien ir¨¢ a reclamarlos.

Porque Par¨ªs es una ciudad que, consciente de su historia, y a pesar de la cantidad de visitas que recibe al d¨ªa, ha sabido resguardar tesoros que exceden la imaginaci¨®n del visitante fuera de los circuitos m¨¢s conocidos, de manera que los que puedan acceder a ellos sean conscientes de que al hacerlo est¨¢n dando un paso en ese otro Par¨ªs: el Par¨ªs de lo ins¨®lito.

? Paula Cifuentes es autora de la novela Tiempo de bastardos: Beatriz de Portugal, una mujer contra su destino (Ediciones Mart¨ªnez Roca, 2007).

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