Bajo el tocino y la velocidad
Estaba sentado en la oficina de patentes de Berna, en 1907, cuando, de repente, me vino una idea: una persona en ca¨ªda libre no sentir¨¢ su propio peso. Qued¨¦ sorprendido. Esa sencilla idea me caus¨® una profunda impresi¨®n y me impuls¨® hacia una teor¨ªa de la gravitaci¨®n". La teor¨ªa a la que se refiere Einstein es la relatividad general, el fundamento de la cosmolog¨ªa moderna y uno de los dos cimientos de la f¨ªsica actual junto a la mec¨¢nica cu¨¢ntica.
La gran idea de Einstein resulta hoy una trivialidad: soltar a la gente en ca¨ªda libre es justo la forma de simular la condici¨®n de ingravidez, sea en los entrenamientos de los astronautas o en los parques de atracciones. Pero la idea s¨®lo tiene un siglo, y no se le hab¨ªa ocurrido a nadie en los 10.000 a?os anteriores.
Estar en la estaci¨®n espacial y montarse en un ascensor que acelera (a 9,8 m/s2) es f¨ªsicamente equivalente a estar sentado en tu casa, sometido a la gravedad real del planeta. Esto implica, tal y como vio Einstein, que la gravedad no puede ser una vis newtoniana emanada del globo terr¨¢queo de forma instant¨¢nea, ni de ninguna otra forma. La gravedad no puede tener nada que no tenga un ascensor. Einstein intuy¨® que la clave de esta fuerza fundamental del cosmos deb¨ªa hallarse en un estrato de la realidad mucho m¨¢s b¨¢sico, un estrato sobre el que deb¨ªan actuar tanto la masa de la Tierra como la aceleraci¨®n del ascensor: tanto el tocino como la velocidad.
Einstein pidi¨® ayuda a su amigo Marcel Grossman, que siempre le hab¨ªa superado en matem¨¢ticas en clase. Y Grossman le condujo a las innovadoras geometr¨ªas descubiertas 60 a?os antes por un doctorando esquizoide y desnutrido de la Universidad de Gotinga, el gran Bernhard Riemann.
Riemann era un genio matem¨¢tico desde ni?o, aunque manifestaba mucha m¨¢s vocaci¨®n por la teolog¨ªa, al menos delante de su padre, un pastor luterano superviviente de las guerras napole¨®nicas, viudo y con seis hijos, que ni ten¨ªa muchos n¨²meros ni maldita la cosa que contar con ellos. Sin embargo, cuando Riemann empez¨® a desarrollar una tal "prueba matem¨¢tica de la correcci¨®n del G¨¦nesis", fue su propio padre quien lo sac¨® del seminario, cruz¨® la calle con ¨¦l de la mano y le matricul¨® directamente en la Universidad de Gotinga. ?sa era la fortaleza del "pr¨ªncipe de los matem¨¢ticos", un ya oto?al Carl Friedrich Gauss. Gauss encarg¨® al doctorando Riemann que se cargara la geometr¨ªa de Euclides, directamente. Y as¨ª lo hizo Riemann.
La geometr¨ªa de Euclides que quer¨ªa derribar Gauss es la que tiene el espacio en ausencia de fuerzas. Y corresponde a la f¨ªsica de Newton que asociamos con los billares: si no hay fuerzas ni estorbos, la bola blanca rueda en l¨ªnea recta. Si se curva hacia la bola roja, es que la bola roja ejerce una fuerza atractiva sobre la blanca.
En el billar de Einstein, la bola blanca no intercambia fuerzas ni se siente atra¨ªda por nadie. La bola blanca, en realidad, sigue viajando por el tapete en l¨ªnea recta. ?Es el tapete lo que ya no es recto! La autoconsistencia de la teor¨ªa de Einstein se puede resumir con una famosa frase del f¨ªsico John Wheeler: la materia le dice al espacio c¨®mo curvarse, el espacio le dice a la materia c¨®mo moverse.

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